Capítulo 15 - Sentimientos encontrados

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Ninguno habló de lo sucedido aquella tarde, cuando Horacio retornó a las clases en las últimas semanas antes de que los exámenes llegaran, todo continuó con normalidad, como si nada hubiese sucedido, como si no hubiese estado una semana ausente, los golpes apenas se notaban, por lo que sus compañeros no sintieron la necesidad de preguntarle por ellos.

Viktor se presentó en la casa del rubio cada día de esa semana, abría la puerta con la llave que le había proporcionado Gustabo e ingresaba al lugar, el ruso se dio cuenta tras una larga charla con el rubio que este lo apreciaba como a un hermano y que se sentía igual de impotente que él por los golpes.

El segundo día que se adentró a la habitación del de cresta, lo llamó desde la puerta, pero este no dijo nada, simplemente se hizo un ovillo intentando taparse aún más con la frazada que se encontraba sobre su cuerpo, no emitió sonido, simplemente cerró los ojos esperando que el ruso se fuera, pero eso no sucedió.

Viktor estaba indeciso, no sabía cómo actuar en aquellas circunstancias ¿estaría bien que invadiera su espacio así?

Observó el bulto que se formaba en la cama, donde claramente se encontraba Horacio, lo vio encogerse cuando habló, como si su sola voz le hiciera daño y quizás así fuera, no debía ser fácil saber que una persona que apenas conoces sabe cosas de las que no te gustaría hablar.

- Creo - soltó el aire que estaba conteniendo, apoyando su mano en el marco de la puerta y apretando con algo de fuerza este - creo que mejor me voy, fue mala idea volver - con pesadez dio media vuelta, entendía el porqué no quería verle, pero no podía negar que le sentaba mal, quería saber al menos como estaba.

- Espera - la voz rasposa del de cresta le hizo detener - no te vayas - era apenas un susurro, sin embargó, Viktor escuchó claramente la súplica detrás de aquellas palabras.

Volteó nuevamente, Horacio seguía en la misma posición, apenas lograba ver su cresta debajo de aquella tela de colores ¿lo habría imaginado?

Se acercó lentamente, con miedo a asustarlo, cuando estuvo lo suficientemente cerca se detuvo, podría haber tomado asiento en el borde de la cama, pero prefirió mantenerse allí, de pie, observando cada rincón del lugar hasta que el de cresta se sintiera lo suficientemente seguro para dejarse ver.

Pasaron al menos 5 minutos hasta que tímidamente vio como la mano de Horacio aparecía y al igual que sus ojos, estos apenas se asomaban por sobre la tela. Viktor hizo una mueca cuando pudo divisar el color morado que circundaba uno de ellos. Con la mano, el de cresta le hizo seña para que se acercara, cosa que hizo.

Horacio no dijo nada, simplemente dejó un espacio para que el ruso se colocara junto a él, Volkov dudo por un momento, no estaba acostumbrado a ese tipo de acciones, pero sentía que Horacio lo necesitaba por lo que acercó sus espalda a la cabecera de la cama, apoyándose en ella mientras observaba de reojo la cresta de color azulada con algún reflejo rosa en ella.

Se mantuvo en silencio, el menor parecía no querer charlar, a Volkov no le hubiese importado en otras circunstancias, pero sentía que el silencio amenazaba con ahogarle, por lo que respirando profundamente y comenzó a relatar cosas sobre él.

Los datos no eran muy rebuscados, anécdotas de su infancia o de su familia, le contó detalles de Rusia, lo difícil que había sido adaptarse a un nuevo país, siguió hablando hasta que se hizo demasiado tarde.

Horacio no se movió, no habló, pero Viktor sabía que lo estaba escuchando.

Se despidió, confirmando que volvería al día siguiente y al atravesar la puerta escuchó un suave gracias que se perdió en las paredes, el ruso sonrió, había cumplido su cometido.

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