Capítulo 10 - Dudas

477 78 14
                                    

Abrió sus ojos, viéndose en la necesidad de cerrarlos nuevamente debido a la claridad que los lastimaba. Cuando estuvo seguro de que les había dado el tiempo suficiente para que se acostumbraran al resplandor de donde se encontraba, los volvió a abrir, encontrándose con un techo de color bordó.

 
El lugar en el que estaba no parecía su habitación, observó la pared por un momento y el pequeño velador que estaba en su campo de visión, intentando que su cabeza dejara de dolerle, pero era en vano. Sus ojos fueron recorriendo el lugar desconocido lentamente, ropa desparramada por el piso, algunos pares de botas y zapatillas, un espejo de cuerpo completo, productos que no alcanzaba a vez por la lejanía, una pequeña cómoda.

 
Fue viendo cada cosa, incluso los pósters pegados a la pared de personas que no conocía, definitivamente esa no era su habitación, pero ¿de quién era entonces?

 
Su pregunta fue respondida cuando al girar a su derecha se encontró con la apacible cara de un Horacio muy dormido. Sus ojos rápidamente se abrieron en sorpresa y retuvo un grito que quería salir a toda costa, el de cresta se encontraba con los ojos cerrados y la boca ligeramente abierta, Viktor fue descendiendo dándose cuenta de que el chico, semi destapado, estaba prácticamente desnudo de la cintura para arriba, pudiendo ver su torso perfectamente.

 
¿Qué mierda había pasado?

 
Pequeños fragmentos de la noche anterior llegaron a su mente, recordó ver al de cresta besarse con alguien, recordó beber en demasía, recordó ser arrastrado a una habitación y...

 
- Mierda - pronunció lo más bajo que pudo.

 
Rápidamente se incorporó, inmediatamente todo comenzó a darle vueltas, debiendo quedarse quieto un momento, su resaca era mortal. Al recuperarse, se dio cuenta de que iba en bóxer, comenzó a buscar su ropa pero por más que hurgaba en aquel cuarto, no la encontraba. Los nervios se apoderaron de él, debía irse antes de que Horacio despertara no se atrevía a enfrentarse a él, continuó buscando sin suerte.

Sonidos se escuchaban provenientes de la cama, debía irse, tomó lo primero que encontró y salió despavorido de allí, iba tan rápido que no se dio cuenta que un rubio, quien recién despertaba, caminaba por el pasillo, chocando con él.

- Perdón- su mirada se mantenía fija en su objetivo, las escaleras, por lo que no se detuvo a ver a la persona con la cual chocó, ya bastante vergüenza sentía por el lugar donde se había despertado.

 
El panorama en la planta baja era deplorable, varios vasos tirados, botellas, puchos y personas arremolinadas una sobre las otras en los pequeños sofás.

Salió de aquella casa esperando no tener que volver, había cometido un grave error.

 
Lo que restaba de las vacaciones se la pasó encerrado en su casa, por una vez daba gracias a que Alexander no estuviera aquellos días. Sentía vergüenza y Horacio no se lo hacía fácil, su móvil sonaba constantemente con notificaciones que sabía eran de él, no había respondido ningún mensaje, no se sentía capaz ¿Qué le diría? En sus planes jamás estuvo hacer aquellas cosas con el chico.

 
Se frotó las manos en su cara, amortiguando el pequeño grito que emitió, estaba frustrado, ¿Cómo era posible que hubiera arruinado todo de aquella forma?

 
Observó la parte de arriba de su cómoda, allí doblado se encontraba el pantalón de Horacio, aquel que tomó por desesperación al salir huyendo. Suspiró, en algún momento tendrían que verse, las vacaciones acabarían en unos días, inevitablemente se cruzarían en el colegio.

El móvil volvió a sonar con un nuevo mensaje, se detuvo un momento a mirar la pantalla encendida.

¿Y si lo hablaban?

No, no podría, era muy malo para las palabras.

Una nueva notificación.

Pero debía, no podía seguir encerrado.

No, seguramente todo era producto de su imaginación, si eso debía ser, que estuviese durmiendo junto a Horacio tenía una explicación lógica.

Pero ¿por qué lo recordaba tan nítidamente? ¿Por qué sentía el roce y el ligero sabor a fresa?

No, debía dejar de pensar en aquello.
De un salto se levantó, dirigiéndose hacia la puerta dejando el móvil aún sonando sobre la cama. Bajó las escaleras, pudiendo notar un ligero olor a comida, su madre se encontraba en la cocina preparando algo seguramente delicioso.

- ¿Qué haces? - tomó asiento en una de las sillas del comedor más cercanas a la cocina, donde se encontraba su madre, siendo separados simplemente por la mesada que compartían ambas habitaciones.

- Rebenok (hijo), pensé que nunca abandonarías esa habitación tuya - la mujer se giró con una radiante sonrisa en su rostro - estoy haciendo sopa borsch, tenía algunos ingredientes y no me pude resistir.

- Me encanta - exclamó el ruso sonriendo hacia su progenitora.

- Lo sé cariño - continuó revolviendo la olla en la cual se cocinaba el caldo - ¿Cómo está Alex? Hace tiempo que no lo veo.

- Bien - Viktor no pudo evitar hacer una mueca.

- ¿Están peleados? - preguntó ella interesada con una ceja levantada.

- No es eso - desvió la mirada y comenzó a jugar con sus dedos - es que - fue bajando la voz- tiene novia.


- Oh - pronunció acercándose a su hijo - ¿y eso te molesta?

- No exactamente - miró sus manos - es complicado.


- ¿Sabes? - estiró su brazo logrando colocar su mano sobre las de Viktor - las madres a veces tenemos un sexto sentido, si no me quieres contar lo entiendo, se que la adolescencia es complicada, mírame a mí, me mudé a Estados Unidos por un berrinche de adolescente - le sonrió mientras Volkov posaba sus ojos en ella - pero no debes dejar que esas cosas opaquen su amistad, si te sientes excluido hablen y solucionen sus problemas, no te quedes nunca pensando que hubiera sido, arriésgate.

Mientras su madre terminaba la sopa, Viktor se quedó pensando en sus palabras y aunque estas iban dirigidas a su relación de amistad con Alex, no pudo evitar pensar en el radiante chico de cresta. ¿Debería hablar con Horacio?

 
Con rapidez se dirigió a su habitación, se colocó el abrigo junto con una bufanda, guantes y un gorro, tomó su celular y salió de su casa, prometiendo volver para el almuerzo.

 
El parque estaba tan desierto como siempre, el viento penetraba la tela de su campera, logrando que sus huesos se congelaran, un suave silbido ocasionado por este se deslizaba a través de los árboles desnudos.

- Hola - sintió su voz, levantando la cabeza al instante.

- H-hola - titubeó, se sentía nervioso. Observó como el de cresta se acercaba sentándose a su lado.

- ¿Sabes que estuve intentando contactarte toda la semana no?

- Lo sé - los nervios comenzaron a transformarse en culpa.

- ¿Y por qué es que hasta ahora decides hablarme? - se giró levemente para verlo - más importante - ¿por qué te fuiste de casa de Gustabo como alma que lleva el diablo?
Viktor mantuvo silencio, no tenía idea de cómo unir las ideas para armar una respuesta, decirle sus locas teorías sobre lo que había sucedido no era una opción viable.

- ¿No vas a decir nada? - el enfado se notaba en la voz del moreno - Viktor - lo llamó, pero el ruso seguía con la mirada al frente - Viktor - volvió a intentarlo, esta vez con mayor severidad, logrando su cometido. Los ojos grises se chocaron con los bicolores - ¿Qué crees que pasó en esa fiesta?

- No - tragó saliva tratando de calmarse - no lo sé, todo es muy confuso.

- ¿Qué recuerdas?

- Recuerdo - comenzó a hacer memoria - recuerdo haber bebido de más- escuchó una ligera risa de parte del moreno - recuerdo que tú estabas ahí y me llevaste por el pasillo y recuerdo que entramos a una habitación y...- se detuvo abruptamente.

- ¿Y? - lo instó a continuar.

- Y más nada hasta ahí- mintió.

- Bien, entonces ¿no recuerdas lo que pasó después? - el ruso negó- eso no explica porque no contestaba mis mensajes, si recordaras tendría sentido.

- Por favor dime que no nos acostamos - imploró, dándose cuenta tarde de lo que había dicho y lo mal que podía sonar.

- ¿Y qué si lo hicimos? - vio como el ceño del de cresta se frunció y su voz cambió de tonalidad - te doy asco – lo miró con intensidad - ¿es eso?

Víktor comenzó a titubear sin poder decir una palabra coherente.

- Ya entendí - lo cortó levantándose - no te preocupes - sus gélidos ojos lo observaron - solo fue un beso, por que a diferencia de ti, yo si me se controlar, y para que lo sepas, tú me besaste a mí – remarcó.

Sin decir más, el de cresta dio media vuelta retirándose del lugar sin mirar atrás, una vez estuvo solo, Volkov pudo pensar con claridad, insultándose internamente por su falta de tacto.

- Mierda - sus ojos por alguna razón se llenaron de lágrimas.

Hate & LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora