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Mi garganta seguía quemando cuando llegué a la habitación, algo más relajada que antes e intentando eliminar la humedad excesiva que se había producido en mis ojos. Pasé primero por el baño, lo que ayudó bastante a quitar el sabor del alcohol al poder lavarme los dientes y seguí con los pasos de los productos para la skincare que Hye me compró con parte de sus ahorros para mi cumpleaños. Al salir del baño, las voces seguían escuchándose de fondo, lo que en parte me alegra porque no terminé con la fiesta. La habitación seguía a oscuras y completamente vacía, cosa que agradezco. Bostecé cansada y acabé sentándome en la cama, sin duda alguna, hoy no me costará dormirme.

Tres golpes se escucharon en la puerta y esperaba ver el rostro de algunos de mis compañeros de cuarto, sin embargo, la melena pelirroja me sorprendió. Jeonghan sonreía, preguntándome con la mirada si tenía permitido el paso.

-Pasa—digo con una sonrisa, por lo que el chico hace caso y cierra detrás de él. Pensaba que venía a recoger algo que algunos de mis compañeros le pidió, sin embargo, se sentó a mi lado, dejando caer su espalda en la pared, cerrando los ojos con cansancio—¿Ocurre algo?—él niega con la cabeza y sigue así unos segundos antes de abrir su ojo derecho. Tenía las pestañas más hermosas que había visto nunca, era un pensamiento raro pero fue lo primero que se me pasó por la cabeza cuando las vi de cerca.

-¿Estás bien?—la pregunta me sorprendió por un momento, pero al segundo mi corazón simplemente se sintió cálido al ver la preocupación en el rostro de Jeonghan. En muchos de los días de investigación previos al programa había pasado bastante tiempo leyendo tweets donde se apreciaba el amor que Jeonghan tenía por los miembros del grupo y sin que él lo supiese, había ganado una parte de mí sin ni siquiera conocerlo.

-¿Es por lo de antes?—él asiente y Dana ha tenido como, ¿la mayor suerte del mundo? al tenerlo de pareja—Estoy bien, cuando estoy cansada suelo ser más sensible de lo normal.

-Aún así el tema te afectó también, ¿no?—no sé la razón, quizás por esos vídeos de Twitter o porque el aura y la sensación que emanaba de Jeonghan era tranquilizadora, que se sentía bien hablar del tema con él. Posiblemente me arrepentiré de contar temas personales con él, porque tampoco lo conocía, pero no me importaba acercarme a él de esta manera, como un apoyo dentro del programa, alguien al que acudir. Antes me ayudó con Jihoon sin compromiso y parecía ser un buen oyente. Si se producía una amistad no me importaría en absoluto. Además, fue quien previamente me abrazó por los hombros cuando estábamos en los jardines para animarme en esta aventura y si pudiésemos tener charlas en las que ambos compartimos nuestros miedos todas las noches, tampoco lo rechazaría. También soy buena oyente, según Hye doy buenos consejos, por eso siempre acude a mí para alguno. Recuerdo la presencia de Jeonghan y puede que haya estado más tiempo del necesario algo ida en mis pensamientos pero no parece que sea algo que le esté molestando, así que me acomodé, cruzando las piernas para hacerle frente.

-No es fácil ser la chica de pueblo en la ciudad, eso suena demasiado peliculero, ¿verdad?—él ríe al notar que estaba algo más cómoda y me sigue mirando, dando a entender que sigue escuchándome—El caso es que—¿en serio le iba a contar sus problemas económicos y personales a una persona completamente desconocida? Una luz de desconfianza salió en mi subconsciente, avisándome de que no era buena idea.

-Está bien si no quieres decírmelo, lo entiendo. Solo quiero que te sientas cómoda aquí y pensé que hablar te vendría bien—desconozco si fue la suavidad en su voz o si fue la dulzura en la acarició mi mano lo que me hizo sentirme tan frágil. Hye no estaba cerca para protegerme y llamarla por teléfono solamente le preocuparía. Sin embargo, guardarlo era peor que otra cosa, lo tenía bien que comprobado.

-No llego a fin de mes, Jeonghan—el chico se sorprendió repentinamente ante mis palabras y quizás fuese los dos chupitos o quizás sería la situación o que quizás nunca lo dije en voz alta, siempre fue un pensamiento pero decir una verdad dolorosa en alto duele el doble, es como que se convierte en una realidad, hizo que mi voz sonara temblorosa al continuar hablando—Me mudé de la casa de mis padres en busca de un respiro del pueblo, sin embargo, la beca da suficiente para pagar la carrera y todo lo que conlleva, como los libros, pero tengo otros gastos, tengo un alquiler que pagar y gracias a todos los dioses que al menos comparto apartamento y los gastos se reparten, tengo que comer y vivir. Casi no salgo y cuando lo hago me niego a quedarme a comer o a cenar. Son gastos que no puedo permitir. Entonces, no tengo ropa elegante que ponerme, no tengo maquillaje que utilizar, no tengo nada para hacer que mi imagen sea la de una joven de veinte años que quiere vivir la vida propia de la gente de mi edad. ¿Crees que quiero estar aquí? Es posiblemente la decisión más extrema que he tomado para conseguir dinero. El trabajo es complicado y más complementarlo con los estudios o porque te piden años de experiencia que es obvio que no tengo. Entonces, mi situación actualmente no es la mejor ni económica ni moralmente hablando. ¿Cómo una chica tan demacrada va a ser suficiente para alguien? Además, siempre he sido la niña rara de clase, a la que le gusta leer y quedarse en casa los fines de semana, la que no soporta a los hombres chulescos que creen tener a todas en su mano. ¿Entiendes?—el chico ha estado en silencio y ahora que he terminado de hablar, me percato de que no ha dejado de acariciar mi mano suavemente como antes y sonrío cuando lo veo. Estoy llorando pero no es algo de lo que me sienta avergonzada, teniendo en cuenta que nadie en mi situación podría aguantar bajo sus hombros tanta presión sin derrumbarse de vez en cuando.

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