Summertime Sadness

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No sé qué es lo que esperaba que ocurriese. Quizás una parte de mí asumió que para Jihoon y para mí había una mínima esperanza, por muy diminuta que fuese. Puede, que dentro de mí hubiera una voz que deseaba que Jihoon pusiera en riesgo todo por una relación, a pesar de saber muy bien que eso era imposible. Sin embargo, los diez días habían sido arrebatados. Mañana serán nuestras últimas veinticuatro horas juntos, nuestra última cita, la última vez que duerma en casa. La última noche con SEVENTEEN y con las chicas.

La lluvia se hace más fuerte, como si todo lo que he estado escuchando hace días se hiciera realidad, como si la tormenta realmente la hubiera sentido. Las gotas han comenzado a traspasar la ropa y con aún la respiración agitada y las piernas temblado por todo el camino corriendo, aún así no se detienen cuando veo a Jihoon al final de la calle. Corro hacia él de la misma manera que él viene en busca de mí. Solamente quiero tomar su mano e irnos hacia donde nadie nos vea, ir a algún lugar donde no exista Woozi ni tampoco Gio la del programa, quizás podamos ser dos alumnos de la universidad que se han enamorado perdidamente mientras realizaban un trabajo para clase. Podríamos ser dos personas que se han conocido un viernes por la noche en el bar más transitado de la ciudad. O yo podría ser la que trabaja en una cafetería a la que Jihoon recurre con bastante frecuencia, animándome por fin a dejarle mi número de teléfono en el ticket de su café.

Nuestros cuerpos chocan en un profundo abrazo, en un callejón casi inhabitado, un atajo para llegar a la calle con las empresas más conocidas dentro de la industria musical. Su cuerpo muestra una estabilidad que necesito, sin embargo, tiembla junto a mí. El pánico se apodera de mí cuando escucho su llanto, la forma en la que intenta absorber la humedad de su rostro de forma patética, pues no consigue el resultado que espera. Tiene su rostro escondido en mi hombro, pero no de la forma cariñosa como en las citas, ahora busca apoyo, busca desaparecer junto a mí hasta que encontremos una solución coherente en menos de veinticuatro horas. Aunque es tarde y ninguno de los dos está en una buena posición para hablar. Es por eso, que nos limitamos a abrazarnos, a intentar desaparecer en el pecho de la otra persona y a llorar al mismo ritmo que la lluvia y los truenos.

Me parece estúpido. Yo tengo más autocontrol que esto. Lo tuve en el momento en el que me gustó mi mejor amigo, al que siempre acompañé, con el que pasaba todas las tardes, con el que hacía fiestas de pijamas y con el que dormía porque mi familia estaba completamente segura de que era un hermano más. Tuve autocontrol cuando me sentí atraída por mi compañero de pupitre en bachillerato, cuando su energía era totalmente diferente a la mía. Siendo él el popular de la clase y yo más bien la callada. Sin embargo, sus intentos de hacer callar a la clase cuando el profesor me pedía que leyese, acabaron siendo parte de su plan por intentar ligar con todas las chicas cercanas y ser el más querido y deseado por todas. Aún me arrepiento de haber caído en sus juegos.

Tuve autocontrol cuando tuve que cuidar a la hermana de uno de mis vecinos, chico con el que creí establecer una relación de amistad a pesar de mis deseos por ser algo más hasta que me enteré que en realidad me pagaba para cuidar a su hermana no porque tenía fútbol, sino porque en realidad se pasaba las tardes quedando con su novia.

Pasé por todos esos baches, creí que me había hecho de piedra. Pensé que quizás ya nada me iba a hacer caer de tal modo. Pero aquí estoy, sintiendo mi corazón partirse en mil pedazos, la mayoría de ellos perdiéndose en el aire sin probabilidad de ser encontrados más tarde. Al final se quedará un corazón reparado al que le falta bastantes piezas para considerarse acabado, siendo Jihoon el único capaz de completarlo.

Jihoon toma mi mano en un movimiento valiente, corriendo hacia la empresa donde se encuentra su nuevo estudio. Ambos seguimos con lágrimas en las mejillas que se esconden entre tantas gotas de lluvia. Nadie pregunta cuando nos ve entrar, nadie ni siquiera se atreve a preguntar el porqué de que Jihoon haya salido corriendo de esa manera, o qué es lo que ha pasado. No me da tiempo pero tampoco me molesto en saludar al chico de recepción y tampoco él parece lo suficientemente valiente como para hacerlo.

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