Shooping

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El programa sabía lo que gustaba, de eso no había ninguna duda. Trece coches, recién salidos del confesionario estaban aparcados en fila en la puerta de la mansión, con un hombre o una mujer vestidos de traje al lado de cada uno de ellos, esperando a que le eligiesen para dar las llaves y un sobre con dinero para las compras. Seguían una escala de negro a blanco, pasando por todos los grises imaginables. Mi hermano estaría saltando de alegría si estuviera aquí, teniendo en cuenta que todos los fines de semana me hacía ver ese programa donde se reparan coches antiguos para que se vieran elegantes, además de su amor por el mundo del motor en general.

-¿Alguna preferencia?—pregunta Jihoon con las manos en los bolsillos y si me preguntas, siempre he tenido una pequeña obsesión con los coches blancos, me parecen los más bonitos, así que no dudé en señalar al único de ese color. Él asiente y se dirige hacia el coche—¿Tengo que abrirte la puerta o algo así? No sé si es romántico o ridículo.

-No es necesario. Otras personas adorarán estas cosas de cuento pero en mi caso, gracias pero no—ambos saludamos a la chica al lado de la puerta del acompañante y le da las llaves a Jihoon, aunque él me mira con ellas en la mano.

-¿Quieres conducir tú?—miro asustada al caro coche, sé conducir, pero no es lo mismo una furgoneta destartalada que mi padre me regaló para venir a la ciudad que un coche, no uno simple, uno que posiblemente cueste más de lo que podría afrontar.

-No, gracias. Me pongo bastante nerviosa conduciendo—él encoge los hombros y nos despedimos de la dama. El coche por dentro era espacioso, con detalles lujosos y una pantalla entre ambos que ayudaba a aparcar. Antes de salir, Jihoon coloca la dirección en el GPS y deja que en la pantalla aparezca el mapa con una línea azul que indica el camino.

Antes de empezar cualquier conversación, tomo el Bluetooth de mi móvil y lo conecto con el coche, reproduciendo Bad Habits de Ed Sheeran, canción a la que me he enganchado hace poco.

-Tienes buen gusto—él sonríe y por primera vez le veo conduciendo. Siempre se ha dicho que alguien se ve mucho más atractivo cuando conduce y siempre he sido fiel a ese pensamiento, pero está claro que Jihoon supera a cualquier persona que haya visto en esta situación, incluso a todos los actores de películas románticas que he visto. Comienza a marcar el ritmo en el volante mientras está esperando a que el semáforo se ponga en verde y tiene que ser ilegal verse así de bien si me preguntas. La canción termina, dejando paso a Kiss me more de Doja Cat. Soy de esas personas que consideran que cantar en el coche es algo obligatorio para hacer del viaje algo entretenido, pero está claro que no es la mejor idea cuando tengo a un cantante profesional a mi lado, por lo que simplemente me limito a tatarear el ritmo.

-¿Cuál es tu canción favorita?—pregunta de repente, haciendo que la música quede en segundo lugar y agradezco que sea él quien empiece a establecer una conversación.

-¿Tengo que elegir? No se me da bien decidir pero supongo que You were good to me es una de ellas—él parece no conocerla así que tomo mi teléfono para colocarla. No podría explicar con palabras qué es lo que realmente transmite la melodía, pero me hace recordar a un día soleado, meciéndome en una hamaca o de viaje en coche. También me recuerda al sonido de las voces de niños jugando de fondo y riendo y sin duda sería una de las canciones que más paz me trasmiten. Hay cierto tono triste, sobre todo porque la letra no es especialmente alegre, pero aún así me hace sentir tan feliz que podría servir para cualquiera de las dos emociones.

Dejo mi vergüenza un poco atrás cuando la parte de la chica aparece y canto por lo bajo la letra. Él no dice nada y espero no estar desafinando mucho, haciéndole querer saltar del coche y salir corriendo. Por lo que paro, dejando que sean las voces originales las que se escuchan de fondo. Él me mira con una sonrisa pero no dice nada y eso hace que mis nervios surjan. ¿Se está riendo de mí? ¡Oh, Dios! Esto sin duda saldrá en el próximo programa. Dejo caer mi cabeza en la ventanilla, dejando que el rubor de mis mejillas dominen todo el rostro ante tanta vergüenza.

Crush CultureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora