Se puede decir que pude respirar con tranquilidad una vez que el pitido que daba por finalizada la grabación se escuchó por todo el plató. Si os lo estáis preguntando, no, no hubo un encuentro inesperado en los camerinos, tampoco comenzamos a hablar como si nos conociéramos desde pequeños y no chocamos por los pasillos provocando que tuviéramos una conversación llamativa. En realidad, tan pronto acabó la grabación, se llevaron los chicos tan rápido que dudé por un segundo si que el edificio estaría en llamas o derrumbándose. Por lo que, después de finalizar el programa, nos vimos de nuevo en los vestuarios donde tuve que cambiarme para utilizar mi ropa delante de una mujer que decía que era mi estilista y que aunque utilice mis prendas no puede dejar que me vea mal en televisión. Lo que quiere decir, que el significado de privacidad no es algo que se haya aprendido aquí.
Más tarde, nos subimos a un coche y la situación era tan surrealista que incluso pensé que firmé un secuestro por error. Aunque lo bueno es que Hana estaba a mi lado y me hizo el viaje mucho más ameno, ya que el resto hablaban de productos de belleza que ni siquiera sabía que existían. Tampoco me malinterpretéis, bajo la imagen de una chica que no se preocupa mucho por su apariencia, tiene también una pequeña obsesión por el maquillaje y el cuidado de la piel, sin embargo, mis ahorros son tan escasos que hace mucho que no utilizo nada de eso.
-Recordad, hay cámaras por toda la casa, excepto las habitaciones. Ya sabéis, es un programa en horario de jóvenes y tampoco queremos que se vean imágenes demasiado explícitas. Sin embargo, tened en cuenta que aunque no haya eliminaciones, sí está la pareja de la semana, por lo que podéis ser algo más cariñosos en las zonas comunes pero sin rozar el punto de lo vulgar y conseguir así más votaciones. También recordad que aquellos que queden como la pareja de la semana podrán salir de la casa al lugar que más deseen.—el joven que nos acompañó a lo que sería mi nuevo hogar, nos comenzó a explicar bien las normas de la casa. Se veía cerca de los veinticinco y por su sonrisa, pude notar que le gustaba demasiado manejar este tipo de situaciones, parecía más un niño pequeño mostrando su colección de peluches que un adulto.
Todo se podría describir como caro, tendría que trabajar desde que nací hasta los cien años para poder pagar todo lo que aquí se recoge. Observaba cada estancia con la boca demasiado abierta y poder disfrutar de cada parte como si fuera mío, es simplemente maravilloso. ¿Quién no iba a utilizar un spa o una piscina interior en esta oportunidad? Y aunque temí ver las habitaciones con todo mi corazón, agradezco que pensaran en todo y añadieran literas. No eran las típicas demasiado pequeñas, aquellas que se encuentran en todo campamento para niños. Eran bastante grandes y si lo quieres, pueden dormir dos personas en ellas, aunque preferiría que esa no fuera una opción para ese tal Woozi. Su nombre se encontraba claro en la cama de arriba, al igual que el de Mingyu en la de al lado y posiblemente compartir habitación sería un horror en otra situación, pero en esta me parece una bendición de Dios. Lo malo es que no era Wonwoo, es decir, no me malinterpretéis, no es por Mingyu en sí, la razón es que Hana era la pareja del muchacho y me hubiera gustado estar en la misma habitación con ella, aunque todo no puede ser tan bueno al fin y al cabo.
Tras mostrarnos absolutamente todo, y cuando digo todo es todo, se marcharon para dejarnos algo de espacio para acomodar todas las pertenencias. No fue demasiado, ya que tampoco tenía demasiada ropa para guardar, así que me limité a mirar mi móvil demasiado cansada como para curiosear por la zona y tener que enfrentarme a otras chicas. Es cierto que no he hablado con la mayoría, ya que mientras estábamos en el coche tuve que parecer decente e intervenir si quería pasar desapercibida entre ellas, y aunque es clara la diferencia de intereses, tampoco son un incordio total.
-¿Puedo pasar?—una voz femenina sonó desde la puerta, dejándome ver a una chica risueña acompañada de Hana.
-¡Soy yo, Gio! Soo me ayudó con mis cosas y ahora vengo a ofrecer la mía. ¿Necesitas algo?—la chica se sentó a mi lado mientras que la que había nombrado como Soo dejaba su maleta sobre su cama, al igual que la mía, la de abajo. No se veía mala persona y a juzgar por su delicada apariencia, no sabía si iba a resultar alguien demasiado cariñosa o dulce para lo que mi paciencia puede aguantar.
-No, terminé hace nada. Tampoco me he traído demasiado—me senté con la espalda pegada en la pared para dejar espacio y que Hana se colocara de forma más cómoda, aunque mi vista estaba clavada en Soo, intentando adivinar qué tipo de persona es.
-Deja de mirar—susurró Hana con una sonrisa—Te va a caer bien, sabes lo que pienso de las que se encuentran aquí, así que confía un poco en mi elección. Además, ¿tan mal te puede parecer mi hermana?—mis ojos se abrieron demasiado cuando Hana nombró aquello. Eso era casi imposible, son tan sumamente diferentes que nadie se daría cuenta de su relación familiar y parece que no soy la única que lo piensa, ya que al ver mi expresión comenzó a reír.
De repente, se escuchó la puerta principal abriéndose y tras eso las ruedas de varias maletas introduciéndose en el hogar. Ya estaban aquí y no podía darme más miedo tener que afrontar la situación, no soy buena empezando una conversación y más sabiendo que tendré que aparentar ser la pareja de uno de ellos.
-Hana, se me olvidó algo en tu habitación, ¿me acompañas?—dijo Soo, provocando que el pavor aumentara dentro de mí, teniendo la habitación para mí sola cuando Woozi decida entrar.
-¡Sí, claro! Gio, tranquila, puedes con esto. No te van a comer, o sí, depende de lo que quieras que hacer con Jihoon.
-¡No tengo esos pensamientos con Jihoon!—mis mejillas se colorearon en el instante después de que Hana dijera aquello, incluso delante de su hermana y mi voz salió disparada sin darme cuenta de que la puerta se estaba abriendo al mismo tiempo.
-¿Qué pensamientos se supone que no tienes conmigo?—la voz del chico llamó la atención de todas, dejándonos ver su figura aún con la mano en el pomo de la puerta y con una expresión extraña en su rostro. Mientras, un chico alto se encontraba detrás de él, sonriendo como un niño pequeño y saludando de forma divertida con su mano.
Muy bien, Gio. Ya no hay vuelta atrás.
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Crush Culture
FanfictionLa vida de Gio cada vez era más complicada y las piedras en su camino eran más grandes con cada paso. El dinero comenzó a hacer falta para poder pagarse la universidad, sin embargo, la constante necesidad de experiencia laboral para ser contratada e...