Parte 14

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hola! gracias por tantos comentarios! les dejo un capi :3 

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Capítulo 14

Pasé una semana en una espiral de autocompasión. No paraba de sentirme como una inútil y Cinder tampoco apareció para aligerar las cosas. Y lo lloré, maldita sea. Lloré por su ausencia, aunque sabía que ella no merecía mis lágrimas después de las cosas que me había dicho.

No tenía ganas de hacer nada, ni siquiera de salir con mis amigos; porque para empezar, no tenía amigos. ¿Quién querría llevarse con la peor chica de la academia? La única que no había podido someter a su arma sirviente.

Pensaba seguir así por el resto de mi vida. No iba a moverme de la cama ni aunque los infiernos se destruyeran y toda forma de vida demoniaca acabase perdida en la oscuridad.

O eso creía.

—¡Des-pier-taaaaaaaaaaaa! —Gritó mamá, antes de arrebatarme las sábanas y voltear el colchón para sacarme a la fuerza.

—¡Oye, malvada! ¡No me hagas eso!

Puso sus manos en su cintura y me contempló con esa mirada que sólo las madres pueden hacer. Una que bastó para que cerrara la boca.

—Llevas días aquí y no has querido hablar conmigo.

—¿Y para qué? Debes sentirte avergonzada de que tu hija no haya sido capaz de dominar a su arma sirviente. Ni siquiera fui lo suficientemente buena como para hacer que se quedara a mi lado. No tienes ni idea de cómo me siento.

—Decepcionada, humillada y triste. Lo sé. Y no me avergüenza que no hayas sido capaz de dominar a Cinder o de hacer equipo con ella. Me avergüenza que la hija de la gran Ralia Wolfmoon, antigua comandante de la cuarta legión demoniaca, se haya rendido por completo y quiera pasar el resto de sus días en esta pocilga que llamas habitación.

¡Ey! Mamá estaba hablando en serio. Usualmente sus regaños eran como jugando y después de decirme una que otra cosa, me daba un fuerte abrazo y me preparaba galletas con chispas. Esta vez, había fuego en su mirada y si he de ser honesta, sentí un poco de miedo y sumisión.

Eso, desde luego, hizo que me pusiera a llorar.

—Es que... es que yo...

—Calma —mamá se acercó y me abrazó contra sus grandes tetas. Y aunque me molestaba que lo hiciera, en ese momento, el calor y aroma de su cuerpo me recordaron que no estaba sola. ¿Cómo podría alguien olvidar algo así?

Abracé a Ralia y dejé que toda la tensión que había sufrido y acumulado en estos últimos días, se desbordara en forma de un llanto triste y patético. Lloré tanto hasta que la mojé a ella y se me salieron los mocos por la nariz. Al final, mamá me dio un beso en la mejilla y me acarició la espalda.

—Tengo una idea que te alegrará. Mi archienemiga, Jenna, nos invitó a un hotel en las montañas del primer infierno.

—¿Jenna? ¿La madre de Pandora?

[Terminado ]Lujuria Demoniaca [Lésbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora