Parte 31

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Capítulo 31

Detener a la maestra Suspiria ya no era una opción. Ella había cumplido su amenaza. Se había convertido en el Demonio Mayor y la presencia de aquella gigantesca criatura no dejaba de intimidarme. Incluso Karmin estaba impactada y apartó la vista de la pelea.

—¿Qué... qué se supone que vamos a hacer? —Pregunté a mamá.

Ella no respondió. Envainó su espada y voló como una flecha hacia el gigante de piedra. Yo la seguí sin importarme dejar atrás a Karmin. Juntas llegamos hasta el demonio, cuyos ojos estaban encendidos como dos piedras rodeadas de magma. Ristras de polvo y piedrecillas caían de sus articulaciones.

—Suspiria —dijo mamá con evidente decepción—. Así que lo conseguiste ¿eh? Sé que tu consciencia sigue ahí y...

El gigante movió el brazo para tratar de atraparnos. Nos alejamos a una distancia segura y miramos incapaces de hacer algo para detenerla.

De repente, juntó los dos brazos y lanzó un grito tan potente que casi me reventó los tímpanos. El poder que emanó de aquel gigante me dio escalofríos y me hizo pensar en que nuestro fin estaba más cerca de lo que podía imaginar.

El demonio mayor empezó a golpear el aire, lanzando puñetazos como si le pegara a un enemigo invisible.

—¿Qué está haciendo? —Pregunté.

—Intentando destruir la realidad —respondió mamá.

—¿Ella puede hacer eso? Más bien parece que se volvió loca.

—Sólo espera y verás.

Tal y como mamá dijo, de repente sus inmensos puños se empezaron a poner del color de la piedra derretida, y allá donde golpeaba el aire, gradualmente comenzó a abrirse un portal. O más bien, fue como si un vidrio empezara a romperse. Un vidrio invisible. Cada impacto hacía temblar la dimensión entera y lanzaba chispas y ráfaga de energía una tras otra.

—¡Lo va a conseguir! —Exclamó mamá.

—No si lo impedimos.

Ni siquiera sé por qué lo hice, pero me lancé contra el gigante. Apreté la empuñadura de Rhapsody y concentré una gran cantidad de poder en la punta. Después, agité la espada hacia el demonio y arrojé una ráfaga de energía que lo golpeó justo en el brazo. La fuerza del impacto hizo que se tambaleara y que su cabeza girara hacia mí.

—¡Eso! ¡Ven por mí!

Dejó de golpear y movió los brazos para alcanzarme. Al ser enormes y pesados, se balancearon con lentitud y logré esquivarlos. Luego vi las fisuras que había hecho en la realidad. Se estaban cerrando.

—¡Leora! —Gritó mamá.

—¡Hay que mantenerla ocupada para ganar tiempo!

Ralia se dio cuenta de lo que intentaba hacer, así que siguió mi ejemplo. Desenfundó su espada y encendió la hoja como si fuera un rayo de luna. Se puso en posición de ataque y una vez que reunió suficiente poder, se lanzó contra el demonio y lo golpeó en la muñeca derecha. Su espada trituro parte de la roca y la hizo caer.

—¡Eso es! —Exclamé triunfante, pero mi felicidad duró poco. Antes de que pudiera decir algo más, los pequeños fragmentos de la mano del gigante volvieron a unirse e hicieron que el golpe de mi madre fuera inútil.

—Esto no funcionará, Leora. Tenemos que encontrar otra manera de detenerlo. Hay que destruirlo de un solo golpe.

—¿Destruirlo?

—Sí. Mira —señaló el pecho del demonio—. ¿Ves ese brillo? Ahí es donde está Cinder. Si lo destruimos con...

—Espera, espera. Eso quiere decir que... ¿Cinder va a...?

[Terminado ]Lujuria Demoniaca [Lésbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora