Capítulo 16 [💌]

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-¿Cómo lo hacen las mujeres que aman demasiado para encontrar a los hombres con quienes pueden continuar los patrones perjudiciales de relación que desarrollan en la niñez?

Estábamos en clase de literatura, leyendo "Las mujeres que aman demasiado" de Robin Norwood.

Al parecer era un libro para autoconcienciar a las mujeres a no entregarse completamente a sí mismas como ofrenda para el hombre. Algo sumamente impensable, al menos para mí.

Vivir con una pareja violenta, padeciente de alcoholismo, controladora y exigente debe ser algo que no hay que tolerar en la vida de uno mismo.

Esperaba que todas las mujeres del salón nunca fueran entregadas a ese punto.

El timbre dió por finalizada la última clase y entonces tomé la mochila por sobre uno de mis hombros y salí corriendo de la Universidad. Fuera me esperaba mi mejor amiga Heejin.

Ella ya era licenciada en conducción, mayor de edad y con una potente carrera por finalizar a sus espaldas. Medicina.

-Buenas tardes, princesa. Ponte el casco.

Me lo lanzó, yo lo tomé entre mis manos y me lo puse, para sentarme detrás de ella tomando su cintura.

Entonces un estruendo de la misma moto se escuchó en todo el lugar, llamando la atención de todos ante nosotras dos, en esa gran moto que cualquier hombre soñaría tener.

Sentí la mirada de Ryujin por un momento. Aunque quizá eran imaginaciones mías pues esta prosiguió tranquilamente su camino sin siquiera inmutarse.

Los chicos en mi salón gritaban a los 4 vientos que la joven profesora de inglés tenía un muy buen novio. Y yo que me alegraba por ella.

Llegamos a un apartamento en las afueras de la ciudad, entre los callejones oscuros, subastas ilegales y prostíbulos donde encontrábamos de vez en cuando en las calles, mujeres en las esquinas en ropa interior, hombres inyectándose heroína en las venas, sonidos de golpes y agresiones...

Sumamente descabellado.

Una vez entrando al apartamento, Heejin me invitó a dejar allí en su habitación mis pertenencias. Teníamos pensado entrar esa noche a un club nocturno con pelucas y poca ropa, así conseguir ser un dúo llamativo y dar la nota frente a todos. Así lo hicimos. Yo me puse una peluca con el pelo corto y flequillo de color rosa. Una lencería blanca y unas medias verdes. Mi amiga, se puso una peluca verde de cabello rizado, una lencería azul y medias violetas.

Era algo caótico, extravagante, inusual... Era una forma de ir sexy, colorida, y con gracia. Algo a lo que nadie se podía resistir.

Y aquí estaba la mejor jugada, nuestra personalidad.

Y es que queridos míos, mi mejor amiga y yo siempre fuimos dos niñas asquerosamente consentidas por nuestros amigos. ¿El motivo? Muy simple.

Hace aproximadamente tres años, cuando los conocí en un botellón donde yo bebería por primera vez alcohol, uno de ellos se metió con mi físico. Más concretamente con mis mayores inseguridades, por lo que tomé una botella de vidrio vacía y la rompí contra su cabeza. A ese chico no lo volví a ver, sus amigos me tienen respeto.

O miedo, no lo sé. La verdad es que no me interesa mucho lo que la gente piense de mi persona.

Sólo yo sé quién soy.

Aquí realmente el verdadero caso es Heejin. Un angelito muy bonito con esos rasgos refinados, esos ojos tan inofensivos y esa voz tan seductora.

Pero la verdad, a veces pensaba que mi mejor amiga era Satán.

Si hay algo que sí es cierto, es que tanto Heejin y yo, en cualquier circunstancias, nunca hemos abandonado los estudios. Somos mínimamente responsables.

De hecho planeábamos estudiar después de la fiesta. Ella y yo éramos así.

Era divertido ser juzgadas por el mundo, ser nombradas como holgazanas y por lo tanto, también ser vistas como delincuentes.

Siendo realmente delincuentes inteligentes y con la vida planificada.

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La sala estaba muy animada. Mujeres semidesnudas, hombres semidesnudos, músicas sucias por lo alto, gritos por lo alto...

Simplemente todo estaba yendo sobre ruedas. Era curioso, pues se nos acercaron un par de hombres bailando. Había que admitir que el del Wolf-cut se veía bien, al igual que el pelirrojo rizado de al lado.

Podría afirmar que fue la primera vez que vi a dos hombres con las piernas depiladas. Se veían, bien, la verdad. Le hacían cuestionarme seriamente si tenían depiladas otras zonas.

-Dime, cielo, ¿Esas dos pares de tetas son tuyas?

Miré mis senos, luego a él, vacilando.

-No, son de mi abuela, la Juana. ¿De quién son, si no? -solté una risa, viendo como el chico se acercaba a tocarlas como si nunca en su vida hubiese visto piel.

-Aléjate de sus tetas, por dios.

Escuché una voz grave a mis espaldas, entonces di media vuelta para ver a la causante de esa orden tan demandante.

¿Quién creen que será, amores?

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¿Quién creen que será, amores?

Apaga El Teléfono [Shin Ryujin] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora