• 𝓞𝓽𝓻𝓪 𝓿𝓮𝔃 •

2.3K 228 251
                                    

09

[Otra vez]

.

Angel no solía tener sueños húmedos pero sabía perfectamente cómo se sentían y aún así, despertó con una duda: ¿lo había soñado?

Miró su cama, descubriendo que estaba solo. ¿Qué diablos pasó?

Sin dejar de pensar en ello, se levantó, sintiendo las piernas temblorosas.

Bien, eso no solía ocurrir con un sueño húmedo.

Fue al baño, recordando los besos, en sus labios y en... Se apresuró al espejo, revisando su cuello pero no encontró nada y se sintió desilusionado. No había nada que le aclarara sus preguntas.

Tomó su ducha con la mente ausente, enjabonándose en piloto automático mientras repasaba sin cesar cada momento de la noche.

Se secó y perfumó antes de ponerse un short ajustado con talle alto y una blusa blanca holgada de hombros descubiertos. Una vez que se colocó las botas, bajó al comedor con sus compañeros y se unió a la mesa, esperando su plato.

Aún si hubiera ocurrido, Alastor desaparecería otro mes sin explicaciones ni nada, dejándolo solo con más preguntas. Igual que las veces anteriores.

—¡Buen día! ¿Llego a tiempo para el desayuno?

De inmediato buscó al dueño de aquella cantarina voz. Era Alastor riendo ante la respuesta de Nifty mientras se unía del otro lado de la mesa. Justo frente a él.

Como si pudiera sentir su mirada, volteó y le sonrió, logrando que el corazón del actor aleteara con ilusión.

Aún no podía creerlo. Esa sonrisa había sido tan... cómplice, como si hubiera un secreto entre ellos. Dios, ¿en serio había sucedido? Pensaba a mil por minuto, intentando controlar su desbocada respiración.

Nifty, sentada a la izquierda de Alastor, le murmuró aunque no lo suficientemente bajo, porque Angel alcanzó a distinguir:

«¿Ya lo sabe?».

El pelirrojo, de inmediato, cubrió su boca y le contestó al oído pero fue inaudible para el actor. La pequeña asintió, resignada. Como si no le hubiera gustado su respuesta.

¿De qué hablaban?

Continuó desayunando, ansioso por tener un momento a solas con Alastor. Tenía tantas dudas que necesitaba aclarar.

En cuanto terminaron, Angel llevó su plato a la cocina y tomó de la mano a Alastor dirigiéndose a su cuarto. En las últimas semanas habían conseguido nuevos huéspedes (algo que honestamente, pensó que nunca ocurriría), así que no quería arriesgarse a que alguien escuchara su conversación.

Cerró la puerta con seguro y le dio un manotazo en la frente al demonio.

—¡Ouch!

Se quejó frotando la zona herida. Había resistido sus puñetazos y almohadazos, pero aquello había llegado de imprevisto y en esta ocasión no entendía el motivo.

—Eso es por entrar a mi habitación mientras duermo. —explicó la araña.

—¿Eso significa que lo hice mal? —preguntó sin entender, refiriéndose a la noche anterior. Angel enrojeció.

—¡No, no! —soltó más alto de lo que esperaba y su rubor se intensificó—. No es eso, es solo que... —se cubrió el rostro, avergonzado.

Él no hablaba de sentimientos.

•|| Tus Manos En Mí ||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora