Volumen 8: Capitulo 240

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Fue imposible para ambas esposas no presenciar tal momento atroz y desagradable.
Algunas de las personas que estaban en la entrada quedaron completamente aplastadas contra el suelo.
Otras, salieron volando hacia a los alrededores debido a la gran velocidad con la que este arremetió.
Lo peor fue observar como las extremidades de todos los que estaban en frente del cerdo salieron volando.
Ante la terrorífica y asquerosa vista, Zeltia no puede contenerse y vomita.
Amorest logra contenerse, pero no contiene la expresión de asquerosidad por lo que había visto.
Ella le pide a Zeltia que se tranquilice mientras le soba la espalda y continúa vomitando.
Unos segundos después, logra hacerlo y le pide a su amiga Amorest volver dentro.
Era imposible para ellas seguir viendo algo como eso.
La emperatriz no duda en asentir, pero cuando se estaba por dar la vuelta y volver hacia dentro, logra observar a una persona volando en una escoba y encapuchada con una túnica larga de color oscuro y con partes naranjas.
Eso la sorprende y rápidamente llega a una conclusión. Sin embargo, sus pensamientos se esfuman y queda en blanco cuando desde dentro de la sala escucha gritos de las sirvientas y espadazos de estar sucediendo algún enfrentamiento.
Zeltia estaba dada vuelta y al oír eso simplemente corrió en dirección hacia dentro.
En cambio, la emperatriz se dio vuelta y su cuerpo se estremeció.
Se inundo de uno y mil pensamientos.
Se abrumo por completo.
Las imágenes de lo que acababa de presenciar se le venían a la mente un poco distorsionadas con otras imágenes de sus hijos y amigos.
Eso la asusto bastante.
Estaba inmóvil en el lugar.
《¡¿Que sucede?! Se supone que los soldados de Adeben no tenían porque haberse dado cuenta de esto.》
《¡Estoy asustada, No quiero que eso le suceda a mis hijos!.》
De repente un grito fuerte de Zeltia hace que se despeje de sus preocupaciones y tenciones.
Con ello, sus pensamientos se fueron y su cuerpo inmóvil volvió a la normalidad.
Gracia al grito de su amiga, reacciono y entro en razon.
Amorest corrió como nunca lo había hecho.
Para colmo, correr con el vestido que llevaba era muy molesto. Al menos, solo debía correr por algunos cortos metros
Una vez dentro, se encontró con una gran lucha.
Lejos de la puerta estaban todas las sirvientas, incluso Zeltia lo estaba junto con sus hijos y el hijo de Amorest.
Los cuatro estaban con rostros preocupados.
Era sorprendente ver a Mirth y Melisa con esas expresiones cuando siempre eran serios y un poco fríos.
Se encontraban a unos centímetros de donde la emperatriz estaba.
Todos los sirvientes yacían alejados de la puerta.
En la entrada había individuos con la misma vestimenta, que Amorest vio hace unos segundos en el balcón, es decir, túnicas negras con colores naranjas.
《¡No puede ser! ¿Qué hacen ellos aquí?.》
Estos tipos se encontraban en la entrada de la habitación y en frente estaban los soldados leales a la emperatriz y concubina luchando contra ellos.
La lucha era pareja.
Intercambiaban constantemente espadazos con las pequeñas espadas que llevaban esos tipos.
Mientras su lucha continuaba, Mirth, el hijo de Amorest, al ver a su madre corrió hacia ella muy feliz.
La dama no pudo evitar abrazarlo y pedir disculpas por haberlo dejado solo.
“No te preocupes hijo, los soldados nos defenderán.”
Zeltia, al notar la presencia de Amorest dio unos pequeños pasos hacia atrás y se puso a la misma altura que su amiga.
En la concubina se podia notar una expresión muy preocupada.
“Amorest, ¿Acaso esas personas no son…”
La emperatriz la interrumpe y le responde al instante “Si. Estas en lo correcto. Las personas que están luchando contra nuestros soldados son integrantes de la iglesia.”
“Si mal no recuerdo, esos individuos son los asesinos que están bajo el estrecho mando del Papá.”
“He escuchado mucho de ellos por parte de Adeben. Además, los rumores eran completamente exagerados sobre la existencia de una organización de asesinos dentro de la iglesia, tanto, que hasta me pareció falso. Por eso no le di mucha importancia, pero ahora que lo veo, eso que escuche es completamente real y me impresiona.”
Al oir eso, Zeltia se lleno de preocupaciones y menciono “Espero que Blofebus llegue rápido, tengo mucho miedo y quiero irme ya de este lugar.”
Amorest, asiente un poco seria y muy preocupada.
Mientras las dos hablaban con mucho miedo y preocupación, sus once soldados, incluido Vicente, luchaban contra las grandes cantidades de asesinos.
Parecían no tener fin.
Eran demasiados.
En la habitación ya habia algunos 10 o quince cuerpos, pero estos se seguían acumulando.
Su prioridad eran sus señoras e hijos, las sirvientas eran lo secundario.
La batalla ya llevaba unos 10 o 15 minutos y la lucha constante contra los asesinos estaba poniendo en su limite a sus once soldados.
Cada uno de ellos luchaba con dos o tres individuos a la vez y al mismo tiempo trataban de empujar la batalla hacia afuera del cuarto, pero con las cantidades de enemigos se dificultaba demasiado.
Sin contar, que los que salían heridos se iban a la retaguardia para ser curados.
Luego de unos cuantos minutos mas, los pocos soldados de la emperatriz y la concubina iban cayendo poco a poco.
El cansancio y sus armaduras de caballero les pesaba.
Y cuando mostraban un solo punto de debilidad ante los asesinos eran apuñalados y caían al suelo como si nada.
Poco a poco iban cayendo, hasta que solo queda Vicente en frente de varios asesinos.
Obviamente se encontraba muy agotado y herido, solo por lealtad se podía mantener levantado y no en el piso como el resto de sus amigos muertos.
Tanto Amorest como Zeltia estaban con lagrimas al ver la caída de sus soldados.
Cuando la emperatriz vio el estado en el que estaba Vicente, no logro contener varias lágrimas.
Lo mismo sucedió con la sirvienta principal de Amorest.
Los tres eran muy amigos a pesar del diferente estatus que cada uno tenia, después de todo se criaron de chicos en la casa noble de Amorest, asi que, era predecible que Amorest y Chane lloraran por un amigo que parecía estar en las ultimas.
Los asesinos que estaban en la entrada se dirigen con mucha confianza a la habitación ante la poca protección que ahora habia.
Al mismo tiempo rodean al líder de la guardia de la emperatriz y entre todos y de varios lados lo atacan.
Vicente, en medio de todo este ataque, suelta una sonrisa calidad dirigida para sus dos amigas y en el momento, es atravesado por varias espadas pequeñas en el Abdomen y espalda.
Vicente cae rendido al suelo y con los ojos cerrados.
Amorest se adelanta unos pasos y le grita muy enojada y con llanto a los asesinos “¡¡¡Mald*tos!!! ¿Porque la iglesia Flamee esta atacando el palacio del emperador?.”
En los primeros segundos no recibe una respuesta, pero luego una risita molesta, asquerosa y macabra surge de entre medio de todos los asesinos.
Eso molesto mucho a la emperatriz. Sin embargo, en el momento que iba a hablar, es interrumpida por el dueño de esa repugnante sonrisa…
Este, poco a poco salía de entre medio de todos los asesinos.
Su vestimenta era igual a la de los asesinos, pero la diferencia estaba en lo grande que era la ropa que llevaba.
Las túnica, al igual que la de los asesinos era oscura, naranja y cubría su rostro.
No obstante, esta era muy grande y larga. Sus túnicas se arrastraban por el suelo y Amorest al instante se dio cuenta de que la persona que iba a hablar era un cardenal de la iglesia flamee y uno que estaba bajo el mando directo del Santo de la iglesia Flamee.
“¡Hola! Gran flama del imperio.”
Dice el cardenal en un tono muy asqueroso a la emperatriz.

-CONTINUARA-

Mi Reino Fue Transportado A Otro Mundo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora