Parte 4

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Mi capitán  


Sabía que era muy pequeño, sabía que jamás seria un buen soldado, sabía que no era un alfa, un soldado útil, sabía que su papel en esta obra era pequeño. Servir a los verdaderos soldados, a los grandes alfas.

Aún así considero honorable su pequeño trabajo en el Ejército se esforzó día y noche, hasta aprendió algo de enfermería, sin embargo ahí estaba, disfrutando de cada estocada, antes era una especie de tortura, pero ahora lo amaba. No quería salir de ahí, quería quedarse como él que le llamo "mi omega" y al que su lobo reconocía como su alfa.

-¡Ah!

-Solo un poco más cariño -gruño el hombre de ojos azules, por el cual sentía una extraña especie de amor, o simplemente estaba enfermo.

Antes de él jamás nadie lo había visto de esa manera, jamás alguien había rogado por su amor.

-Por favor, cariño.

-¡Suéltame! 

-Te amo mucho para dejarte ir...0

Así fue como lo dijo por primera vez, aunque no lo expresó, algo dentro de el se encendió, era la primera persona que expresaba amor o lo más parecido a eso que pudiera darle.

-No sabes cuanto deseo tocar tu piel, verte sonrojado y darte muchos besos mientras me corro... pero tú mismo rogaras por que te toque.

-¡Eres un maldito enfermo, jamás rogaré, jamás ganarás en contra del Ejército!

-Ya gané mi cielo, ¿y tú?


No podía creer como todos los omegas y betas de la tropa habían sido capturados.

Su destino estaba marcado para sufrir una muerte lenta pero dolorosa al igual que muchos omegas más, otros eran abusados y eso era aún peor, eligió la muerte a ser esclavo de alguien, de todas formas hubiera estado muerto viviendo así, el día en el que estaba programada su ejecución estuvo lleno de tristeza, reproche de las cosas que no hizo y de las cosas que pudo hacer, pero al final un sentimiento de paz lo invadió no tenía a nadie entonces nadie iba a sufrir.

Al llegar a la sala en donde le sirvieron su ultima comida se dio cuenta que solo habían tres chicos más, dos betas y él un omega debilucho, los otros preferían ser esclavos a la muerte, de seguro tenían familias y esperanza, esperanza de algún día remoto salir de ahí y encontrar a los que amaban.

Pasó a la siguiente sala en donde solo encontró tres camillas y las inyecciones letales, listas para terminar con sus vidas.

No lo hicieron, lucharon, lloraron, rogaron por que se les perdonara la vida mientras el seguía estático, la puerta se abrió dejando ver a un doctor que lo mando hacia otra habitación mientras escuchaba dos balazos y sollozos, no miró atrás y justo en ese momento apareció él, lo tomo por la mejilla.

-Eres valiente, tienes determinación, te quiero para mí. Desde ahora eres mío.

Mudo, una lágrima escapo por su mejilla, desde ese día ese ojiazul venia cada día con su imponente armadura al principio, luego sin ella para demostrar la "confianza" que le tenía, entraba le daba mimos, abrazos, bailaba con él, le hacia sentir un omega valioso, dormía junto a él, al inicio fui terco, no quería que alguien me impusiera lo que debía ser pero luego cedi ante el amor de SIM.

-Un guardia me trató mal...

-El morirá.

Acurrucado a su cuerpo, le daba sus quejas, lo que quería comer mañana, y como lo quería, pues ahora era su omega, estaba esperando a su celo para tomarlo. 

-Quiero, q-que cuando me tomes, seas delicado. Es mi primera vez. -se sonrojo el pequeño rubio que se encontraba en su amplio pecho.

-No te "tomare" simplemente, te haré el amor...y un regalo especial.

-¿Qué es? _ 

-Paciencia, mi amor.


El día llego y eso lo remontaba a donde estaban, SIM estaba siendo delicado, pero para el débil cuerpo del rubio era ligeramente brusco.

Estaban en su ultimo día de celo dándole miles de besos y limpiándolo cada que terminaba dentro "amándolo" y al dormir acurrucarse a su pecho mientras él acariciaba su cabello

El celo termino, ahora Steve tenia su marca y todo su aroma impregnado, SIM era un alfa de rango alto, por eso no le fue difícil marcarlo, nadie lo tocaría ahora que sabían quien era su alfa.

-¿Steve?

El rubio no contestó estaba en un profundo sueño por el cansancio.

El rubio descubrió lo bueno que podía ser tener a un alfa y este el hecho de que su libido subía más al estar cerca de ese bello muchacho que le había robado el corazón.

-Es mejor que duermas cariño, así no dolerá el obsequio que te daré.

Al despertar el cuerpo le pesaba más de lo que estaba acostumbrado, se miro y vio grandes músculos y un cuerpo bastante trabajado, pensó que era un sueño o una alucinación hasta que él entro con una gran sonrisa y el desayuno entre las manos.

-Me entristece que tu delgada cintura ya no este, amaba tu delicado cuerpo, pero no puedo negar que ahora te ves mucho más sexy. -sonrío ladino mientras se acercaba al rubio que estaba procesando lo que pasó.

-Tú me escuchaste.

-Cumpliré todos tus deseos, mi omega.

-Ahora eres capitán, Capitán Hydra. -sonrío mientras entregó el desayuno

Y es que entre sueños el rubio le expreso su deseo de ser fuerte e invencible de ser un omega saludable para poder celar a su alfa y cuidarlo así como los otros, le expresó lo mucho que quería ser capitán del ejercito, si tan solo el ejercito hubiera podido ver mas allá de su aparecía y su casta tendrían al mejor soldado de todos los tiempos.

El físico que ahora tenía no era todo en Steve quien por cierto era un gran líder y estratega en combate, siempre listo a darlo todo.

El destino de Steve estuvo marcado por la maldad de sus captores, por el desprecio a su casta y una existencia triste hasta que explotó y eligió el mal, ¿era malo que por una vez en su vida piense en su felicidad, aunque esta abarque la desdicha de otros?


Nunca lo sabría, solo sabia que ahora era el capitán, capitán Hydra.

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