Prólogo

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Hace dieciséis años...

La recién nacida lloró cuando la partera la envolvió en una manta y se la tendió rápidamente a la Hermana Ruth. Incluso encorvada por la edad, la monja más vieja del convento exudaba un aire majestuoso cuando hizo acallar al diminuto bulto, intentando proteger lode los últimos respiros de su madre.

En la esquina de la sala estéril, un hombre grande con una cabeza suave y rapada y barba estilo perilla permanecía de pie mirando. La oscuridad cayó sobre su rostro cuando la joven partera intentó resucitar a la mujer en la cama. Sudor corría por las sienes de la partera mientras continuaba las compresiones de pecho. Sacudió la cabeza y habló con un murmullo lleno de pánico.

—¿Dónde está el doctor? ¡Debería estar aquí ahora mismo!

La partera no vio el suave resplandor de niebla que se elevó desde el tórax de la paciente, para a continuación permanecer en el aire por encima de su cuerpo, pero el hombre en la esquina sí lo vio. Sus ojos se agrandaron cuando vio como otro vapor, incluso más fuerte que el primero,  surgía desde la forma inerte de la mujer. Tomaba otra forma: un ser alado de cegadora pureza.

 La Hermana Ruth se asombró ante tal maravilla, luego pasó al bebé sobre su otro hombro y la acunó para dejarle mostrar su rostro. El espíritu más grande se agachó y cubrió a la niña con un beso tan suave como la brisa. Se movió junto al hombre en la esquina, quien ahogó un sollozo, extendiendo su mano hacia ella. Una lágrima escapó antes de que contuviera la emoción. El espíritu permaneció frente a él por un momento más antes de recoger al espíritu más débil en sus brazos y alejarse flotando como en una espiral de viento.

—Lo siento. No... no sé lo que pasó. —La voz de la partera y sus manos temblaban a la vez que levantaba la sábana para cubrir el pequeño cuerpo de la mujer. Se persignó y cerró los ojos.

—Hiciste todo lo que pudiste —dijo la Hermana Ruth con suavidad—. Era su momento. 

El temible y silencioso hombre apartó la mirada de la cama y fijó sus duros ojos sobre la bebé. La Hermana Ruth dudó antes de mecer a la niña en ángulo para que él la viera. La recién nacida dejó salir un lloriqueo y abrió sus ojos oscuros bien grande. Por el más breve momento, los rasgos de él se suavizaron. Las miradas de todos fueron intensas cuando la puerta se abrió de golpe y la partera gritó. La policía entró como tromba, llenando el pequeño espacio. La Hermana Ruth retrocedió hasta la pared y estrechó al bebé.

—Querido Dios del Cielo —susurró. El hombre de la esquina pareció no inmutarse cuando los policías lo rodearon.

—¿Jonathan LaGray? —preguntó el policía en el frente—. ¿También conocido como John Gray?

—Ese soy yo —respondió con una voz rasposa, y brusca, levantando su rostro con el ceño fruncido en una sonrisa malvada de desafío y peligro. 

No luchó cuando se adelantaron con esposas, leyéndole sus derechos.

—Estás bajo arresto por tráfico ilegal de drogas a través del país y en las fronteras internacionales...

Mientras ellos tiraban a Jonathan LaGray fuera de la habitación, citando su lista de crímenes, se dio la vuelta para mirar a la bebé, dándole una sonrisa tensa e irónica.

—Tan solo di no a las drogas, ¿lo harás niña? 

Con eso, fue empujado fuera de la vista, y el llanto de la bebé se elevó otra vez.









REPITO

Esta historia ni es mía ni fue mi idea publicarla. Estaba en otro perfil (que no recuerdo el nombre 😫) y me gustó mucho. Dado que no encuentro la historia ni aquel perfil, pensé que lo habían eliminado. Me dio mucha pena porque era un perfil genial y sus historias sin duda eran mis favoritas (tenía muchas historias sobre ships de mamamoo y dreamcatcher, en concreto suayeon, jiyoo y creo recordar que moonsun). Decidí adaptar la historia para que pudieran leerla otras personas también.

Por supuesto, si aquella persona lee esto y quiere que lo elimine, lo haré.

Sweet Evil || Jiyoo ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora