5- Igualmente

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Minji mantenía un firme agarre sobre mi mano. Me concentré en donde nuestros cuerpos se conectaban, maravillada ante cómo mi mano entraba dentro de la suya. No recordaba dejar la casa o caminar por el muelle, pero cuando nos detuvimos procesé el hecho de que estábamos fuera del cobertizo para botes. Minji golpeó la puerta con el costado del puño.

—Todos afuera —les dijo con autoridad.

—Llegamos primero —dijo uno de los chicos.

—Vete a la mierda. —El tono de Minji era espeluznantemente calmo.

Las seis figuras nos rozaron al pasar con débiles protestas y volvieron a la fiesta. Cuando se fueron, esperé que Minji entrara al cobertizo, pero en su lugar fue hasta el final del muelle y se sentó. La seguí, sentándome en el borde con los pies colgando, sin alcanzar completamente el agua. Observé su camiseta marrón con un dragón dorado en stencil por un hombro y sobre el pecho. Era lo suficientemente ajustada para acentuar el hermoso cuerpo debajo. Cuando miré su rostro me sacudió ver con cuanta intensidad me miraba. Una brisa rozó mi piel como una pluma.

Mis dientes castañetearon, pero no sabía si era por el X o el aire frío.

—¿Quién eres? —me preguntó una vez más.

—No sé cómo quieres que responda eso.

Un destello repentino a través de mi cuerpo agrietó el agradable estado de ensueño. Jadeé.

—¿Qué sucede? —preguntó. Allí estaba de nuevo, pero más largo esta vez.

La realidad estaba filtrándose una vez más. Estaba comenzando a sentirme insegura y ansiosa.

—Creo... se siente como si estuviera comenzando a gastarse. ¡Pero él dijo cuatro horas! —No podía sentarme ahí. Me puse de pie, sintiéndome aterrorizada. Temblaba por dentro. Minji también se puso de pie, levantando mi mentón para mirarla.

—¿Alguna vez has estado enferma? —preguntó, sosteniendo mis ojos con los suyos.

—¿Enferma...? —No podía pensar.

—Gripe. Amigdalitis. ¿Algo? —Ahora tenía mi atención.

Otro espasmo me sacó de mi estado de ensueño mientras me doblaba sobre las manos y las rodillas.

—Quizás esta pequeña y dulce asistencia te ayudará. —Ofreció una pequeña píldora blanca. ¡Sí! Intenté tomarla, pero él fue más rápido.

—Primero responde mis preguntas. ¿Alguna enfermedad en tu vida?

—No.

—¿Cuán atrás puedes recordar?

La pregunta detuvo mi temblor. Nos miramos con fuerza. Ella no podía saber eso. Era mi secreto más importante. Se acercó, justo como en la noche en que nos habíamos conocido, y bajó lavoz.

—Responde la pregunta.

Miré su boca, sus apuestos labios, y por un segundo me olvidé de la píldora. Aclaré mi garganta.

—De acuerdo —susurré—. Hasta el principio. Mi nacimiento, e incluso antes que eso. ¿Feliz?

Asintió, con el rostro serio. No podía creer que hubiera admitido eso en voz alta, y él no había reaccionado como si fuera extraño en lo más mínimo. Miré la mano junto a su costado apretada en un puño, sosteniendo dentro mi escape de la realidad.

—Ahora para la parte importante —dijo—. ¿Quién es tu padre?

—No-no lo sé. Fui adoptada.

Sweet Evil || Jiyoo ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora