7- Identidad

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Mina estaba actuando de manera tan rara que me encerré en mi habitación con mi libro. Leería unas cuantas frases, luego pensaría en lo de anoche, volvería a leer más, luego mepreguntaría qué pasaba con Mina.

Por lo general no es una acosadora, pero por más de una hora estuvo yendo y viniendo por la puerta de mi habitación.

—¿Estás bien? —le grité finalmente.

Apareció luciendo un avergonzado y nervioso gris en torno a ella. Se sentó en el borde de mi cama. Me crucé de piernas para darle espacio y mi completa atención.

—Yoohyeon. —Carraspeó. Sus ojos estaban llenos de humedad y bordeados de rojo—. El día que te recogí en el orfanato... no, déjame volver más atrás. Esto va a sonar extraño.

¡Sabía algo acerca de mí! Agarré su antebrazo, ávida de información.

—Toda mi vida ha sido extraña, Mina. Si sabes algo, por favor, dímelo. No hay nada que puedas decir que me asuste, o...

Dejó escapar un resoplido por su nariz y sacudió la cabeza.

—Todo lo que voy a decirte te asustará. Cariño, he estado asustada por diecisiete años.

No respondí. Solté su brazo. La mirada en su rostro y el temor gris oscuro rodeándola hizo que mi corazón latiera con más fuerza.

—Siempre has sido una persona spiritual, Yoohyeon, pero me pregunto cuánto ves en realidad, cuánto crees.

—¿Te refieres a Dios? Creo...

—Lo sé. Pero qué hay de... ¿Otros espíritus? —preguntó.

—¿Cómo fantasmas?

—No. Me refiero a ángeles.

Mi cuello y cuero cabelludo hormiguearon.

—Seguro —dije lentamente—. Sé que las escrituras hablan de ángeles allá arriba, cantando, trompetas y todo eso.

—También habla de ángeles bajando aquí a la tierra. Y demonios, también.

—Bi-en. Sé que esas cosas pasaron hace tiempo, o lo que sea, ¿pero qué tiene que ver con nosotras?

—Sabes que estuve casada —dijo ella. Asentí, confundida sobre a dónde llevaba esto. Mina se puso de pie y caminó por el suelo a medida que hablaba—. Por tres años estuve intentando concebir. Él finalmente fue al medico y descubrió que él no era el problema. Ese fue el principio del fin para nosotros. Rogué porque mi cuerpo fuese arreglado y fuéramos bendecidos con un bebé, pero los meses pasaron y nunca quedé embarazada. Entonces una noche tuve un sueño. En realidad, le dije a mi esposo que era un sueño, pero yo sabía que fue real.

Se quedó quieta mirándome. Asentí otra vez, deseando que tan solo lo dijera, sea lo que sea.

—Un ángel vino a mí, Yoohyeon. Me dijo que había un bebé esperándome en el convento en Los Ángeles.

Un escalofrío subió por mi espina dorsal. Se acercó y se sentó, poniendo su mano en mi rodilla como para mantenerme allí, como si fuera a escapar de ella. Habló más rápido ahora.

—Desperté a la mañana siguiente y le conté a mi marido sobre ello, pero él dijo que me había vuelto loca. Y, de alguna manera, así era. Todo lo que sabía era que tenía que ir por ti sin importar qué. Compré un boleto para mí y le rogué que fuera conmigo, pero no lo hizo. Para cuando llegué a casa contigo, él se había ido. Se volvió a casar un año después. Pero te tenía a ti y eso era todo lo que me importaba. ¿Me crees hasta ahora?

—Sí, por supuesto. —Pero aun así, mi cerebro estaba disparando negaciones rápidamente contra las irracionales ideas. Tomé sus manos en las mías, esperando calmarla.

Sweet Evil || Jiyoo ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora