Capitulo 1

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Su vida no podía ser más miserable, allí estaba ella, tumbada en el pequeño sofá de su triste apartamento. De hecho no era más que una habitación que no poseía ninguna separación, el baño era el único espacio privado que tenia y solo porque existía una puerta de por medio. 

Pero este espacio era tan pequeño y estrecho que apenas y lograba relajarse en el, ya que muy pocas veces contaba con agua tibia. Una de las tantas desgracias con las que contaba ese espantoso lugar al que llamaba hogar.

Era deprimente tener que dormir en un sofá mullido y más aun en ese apartamento tan decadente que no inspiraba la más mínima alegría. Era tan pequeño, que apenas y lograba moverse con plena libertad. Pero lo peor de todo aquello, era su antipático sofá, le provocaba tantos dolores de espalda y en el cuello que nunca estaba relajada del todo. 

El ventilador de techo era una agonía para los días calurosos. ¿Qué podía hacer? Se lo preguntaba una y otra vez.

Sus dos empleos le quitaban la mayor parte de su tiempo, y tampoco se podía decir que fueran muy bien pagados, pero era lo mejor que había podido conseguir. De momento servían para costear algunos gastos, los más importantes.

Con el agotamiento físico y mental por ambos trabajos y las preocupaciones que la embargaba, no tenía tiempo de salir con sus amistades y el factor dinero era muy importante para ella ya que no podía darse el lujo de malgastarlo en salidas. Por muy tentador que fueran. 

¡Joder! Tenía 25 años y aún no sabía que era disfrutar de la vida, ¿Pero que era disfrutar? Si comenzó a trabajar desde temprana edad ayudando a su madre en una pequeña cafetería. Esa parte de su vida le había arrebatado las mejores aventuras de ser una adolecente.

Por lo menos había podido terminar los estudios, aunque lo que más deseaba era matricularse en la universidad. Pero todo aquello simplemente quedaría como un sueño hermoso, la universidad era muy costosa y para aquel entonces su madre no podía cubrir los gastos. 

Mientras que sus amigas del colegio asistían a la universidad, poco a poco se habían distanciado de Amelia, ya que estas tenían otras amistades y salían constantemente, mientras ella tenía que trabajar muy duro para salir adelante.

Todo por esa cafetería, sus padres la adoraban. Ellos habían tenido la loca idea de invertir en una cafetería sacándola a flote, hasta que Caroline la madre de Amelia se había quedado embarazada de ella. 

Había sido una gran bendición para los padres de esta, ya que ellos le demostraban su amor a diario. Pero pronto se vieron forzados  con los gastos de una bebé recién nacida y pagos de hipotecas.

Jorge el padre de Amelia era bombero, pero este se había retirado joven para dedicarse a la cafetería y para poder tener más tiempo para su familia. Pero con el paso del tiempo se vio obligado a reintegrase al cuerpo de bomberos hasta que cinco años después, realizando un rescate tuvo un accidente dondd murio en seguida. Dejando a su esposa e hija solas, desamparadas y más que endeudadas.

Al final, más cosas no salieron nada bien para la familia...

En eso, el timbre de la puerta saco Amelia de sus cavilaciones. Perezosa se levanto como pudo y fue abrir.

—Señor Foster ¿Qué puedo hacer por usted?

El señor Foster no era un hombre muy agradable, era el casero. Muy gruñón y se quejaba de todo. Amelia no entendía de que tanto se podía quejar, si el estado de todos los apartamentos eran terribles. Pero a pesar de ello, era lo único que se podía permitir pagar.

—Le recuerdo que en quince días le toca cancelar el próximo mes de arriendo. Le aviso para que no suceda lo del mes anterior señorita Trevol.

—No sucederá señor Foster. ¡Tendré el pago a tiempo no se preocupe!

—¡Eso espero! Sabe que muchas persona están interesadas en alquilar y pagar a tiempo lo sabe ¿No?

—Yo le pagare a tiempo, no habrá ningún retraso.

El se le quedo mirándola muy severamente, con esos ojos grandes y sus gafas de botella. Parecía mucho más viejo de lo que era. 

—¡Ya veremos, esta advertida! Le dijo alejándose hacia el siguiente apartamento.

—Hasta luego señor Foster. El solo levanto la mano en señal de que le daba exactamente lo mismo.

Cerró la puerta y pensó que ese hombre era el más odioso del planeta. Solo por haberse retrasado unos días ya le estaba armando jaleo, que pesado era. 

Solo esperaba que sus jefes le pagaran puntual, si no, tendría graves problemas con el señor Foster. No tendría a donde ir si la echaban de allí. 

Tenía que armar un plan B para poder obtener otra entrada de dinero, tenía muchas presiones como la renta del apartamento, los gastos en comida y la deuda que le habían dejado sus padres, bueno de hecho fue su madre. 

Se sentía abrumada por tantos problemas. Y lo peor de todo era que estaba completamente sola.

Su madre había fallecido hace seis meses, de una enfermedad que le había consumido todo lo que tenían en la cuenta bancaria. Y lo peor era que su progenitora no le había hablado de la hipoteca de su casa y de la cafetería. 

Seguramente para no darle más preocupaciones más de las que ya tenía con la enfermedad. Amelia fue hasta la cocina para prepararse algo para comer, no había mucho de donde elegir así que tomo unas tostadas y preparo café. Se sentó nuevamente en aquel horrible sofá, aun se pregunta cómo ese viejo casero podía alquilar apartamentos de esa clase, eran tan feos, pensó viendo las paredes pintadas de un amarillo pálido y como adorno solo tenía una lámpara muy vieja que apenas iluminaba la habitación.

Se termino la tostada y el café, no había quedado conforme pero bueno mañana seria otro día.

—Tal vez una ducha me haga bien. Pensó Amelia y rogando que el agua estuviera tibia.—¡Oh si está muy caliente! Exclamo con gran énfasis

El agua caliente fue una bendición para su mullido cuerpo, noto que tenía un hematoma en la costilla.

—¡Bendito sillón! Exclamo furiosa

Que otra cosa podía hacer, o era dormir allí o dormir en el piso duro. Aunque si lo veía bien el piso no estaba tan mal.

—¡No! Olvídate del piso, el sofá seguirá siendo de cama. Se dijo desanimada.

Mientras disfrutaba del baño, lo único positivo que podía hacer en ese apartamento. Pero cuando comenzó a relajarse el agua tibia fue reemplazada inmediatamente por la fría arrancándole un grito de frustración a Amelia. El agua estaba tan helada que sintió como si le atravesara has los huesos, cerro la llave de mala gana y se envolvió en la toalla tratando de mantener lo tibio de su cuerpo. Se puso un camisón y se sentó nuevamente en el sofá pensando que plan idear para tener otros ingresos. Su mente divagaba mientras que los parpados fueron cerrándoseles poco a poco, hasta rendirse al sueño.

Trabajaba todo el día sin parar, juntando cada centavo para poder vivir honradamente.




Hola querido lector , me alegra que hayas elegido está historia...

Aquí encontrarás de todo un poco... Sobre todo amor

Te invito a leer esta novela , te encantará te lo aseguro.

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