De pie era mucho más imponente su atractivo, su espalda ancha y esos brazos que se escondían debajo de esa camisa podrían abrazarla completamente sin dejar ni un solo espacio sin cubrir. Nunca se había atontado tanto por un hombre. Camino tras aquel cuerpo que la ponía nerviosa hasta la puerta, el se la abrió, tendiéndole la mano y regalándole una sonrisa.
—¡Un placer conocerte Amelia!
El contacto de su mano y al escuchar su nombre de sus labios la electrizo, era un seductor innato y él lo sabía, le apretó la mano y luego se la soltó.
—¡Gracias por atenderme señor Marchals!
Salió disparada con el corazón revoloteando a mil por horas, ¿Qué había pasado? Se despidió de la señora Flores con mucha con mucha prisa, sentía la mirada penetrante de Erick mientras esperaba por el ascensor ¿Por qué tenía que tardar tanto? Pensó.
Bajar las escaleras era una buena opción, pero la haría ver como si estuviera huyendo y no era así. Por fin sonó el timbre que anunciaba que el ascensor había llegado, abriéndose las puertas, entro velozmente para cuando se giro y las puertas estuvieron por cerrarse observo que Erick aun seguía en la puerta de su despacho mirándola con los brazos cruzados y una media sonrisa en los labios.
¿Qué le parecía tan gracioso? Pensó esta, cuando el ascensor llegaba al último piso de abajo antes de salir, se volvió a mirar en el espejo.
Ella quedo muy sorprendida por su expresión, ahora si entendía porque él no dejaba de mirarla, ella estaba tan nerviosa que no se le había cruzado por la cabeza que estaba tan sonrojada como nunca se había puesto en su vida. Y eso solo podía significar algo, problemas.
Erick volvió a sentarse en su sillón, tenía una reunión en unas dos horas pero después de la visita que había tenido no le apetecía asistir a ninguna reunión.
Era una mujer encantadora, tan llena de vida se había quedado atónito cuando la vio entrar en su despacho vestida de esa manera, la ropa que se había puesto le ceñía muy bien su figura y esos risos tan hermosos ¿serian naturales?
Le gustaba el color de su cabello como el café que tanto le gustaba tomar, y sus ojos del color de la primavera lo invitaban a querer conocerla mucho más, era muy hermosa no podía negarlo sencilla y con una pizca de inocencia que desprendía que lo hacía sentirse confundido. Le gusto esa mujer, de eso no había duda.
Tenía muchísimo tiempo que no admiraba a una mujer sonrojarse simplemente por darle la mano, Erick se reclino en su sillón. Quizás su búsqueda había acabado, le gustaba mucho la señorita tímida. De ponto sonó su teléfono.
—Señor Marchals, otra chica esta aquí por el anuncio del periódico. ¿La hago pasar?
—No Yeni, ya es suficiente. Había tomado ya una decisión sobre Amelia.
Al día siguiente Amelia volvía al trabajo, el resto de su día libre del día anterior lo había pasado durmiendo reponiendo fuerzas después del encuentro con el apuesto Erick, por alguna razón la había dejado agotada.
Ese hombre era todo un sueño para cualquier mujer ¿y porque no para ella? Todas las chicas tenían derechos a tener fantasías con un hombre así, aunque fueran desaliñadas como ella.
Mientras se duchaba pensaba, seguro que tendría un millón de mujeres detrás de el, seguramente de ese tipo de mujeres todas refinadas, rubias de largas piernas vistiendo ropa de marca. Salió de la ducha temblando del frio.
—Aunque si ese fuese su caso, ¿Por qué razón no escoge a unas de esas estiradas para que haga de mama sustituta?. Si el esta como quiere, ¿Por qué no se casa?
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¡Alquile mi Vientre!© [Completa]
RomanceEn ocaciones la vida pone pruebas difíciles, como dice el dicho las situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas y más cuando necesitas salir de un gran embrollo. La decisión más dura que tomaría la pobre Amelia Trevol ante el gran probl...