capitulo 11 Cita

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Dos horas después la barra estaba abarrotada, un martes por la noche y los clientes no estaban en sus hogares sino mas bien metidos en un bar. No había un solo día que no tuviera tanto trabajo. Mientras le servía a una mujer alta alguien a su lado le dijo.

—Quiero que salgas conmigo ricitos, en plan de amigos.

No era difícil adivinar que lo vería esa noche en el bar, después del encuentro en la tarde. A pesar de ello, Erick no le había dicho su nombre porque aun seguía llamándola por un sobre nombre. ¡No serian amigos tan cercanos entonces!

—No puedo salir con mis clientes, ya lo sabes.

—Dejare de venir, si es necesario para que salgas conmigo.

—¿Por qué quieres eso?

—Me gustas, eres preciosa. Por lo menos dame el chance de ser tu amigo.

—¿Oye nena me darás esa cerveza o qué?

—En seguida. Sirvió la cerveza y miro a Raúl.

—Tengo que trabajar, me echaran por tu culpa.

—Esperare cuando salgas y hablaremos. Se levanto y se marcho.

Por lo menos trabajaría sin la presión de tenerlo allí viéndola a cada instante. ¿Le aceptaba la salida? Algo amigable, nada romántico. Después de haber terminado su jornada de trabajo como siempre la esperaba su amigo Jeime, pero en vez de él, era Raúl recostado en su coche parado en la acera, no tenia escapatoria ¿Dónde rayos estaba metido su amigo? 

—He esperado por ti ricitos, no insistiré si no deseas que te lleve a casa. Su amiga le susurro al oído que aceptara que la llevase, que ese hombre estaba botando la baba por ella y que no encontraría otro así. Pero ella se equivocaba sí que había otro, pero totalmente fuera de su alcance. Cuando se dispuso a responder se escucho el motor del potente coche de Jeime parándose a recogerlas.

—Le aceptare la invitación a Raúl, tu ve con tu novio.

Tenía que acabar con eso de una vez, si pensaba hacerse una inseminación.

—Bien hecho nena... Llámame cuando estés en casa. Ella asintió y camino hasta el coche de un hombre tan atractivo pero que desgraciadamente no le movía el piso, mientras que el la miraba con una gran sonrisa.

—Gracias por dejar que te lleve.

—¡Esto no será siempre, solo por hoy!

—Como tú digas ricitos tu manda. Entraron en el coche y Raúl lo puso en marcha, ella decidió abordar el tema de una vez sin muchos rodeos.

—Escucha Raúl, no sé qué esperas de mí pero ahora en estos momentos no estoy interesada en salir con nadie.

—¡Oh vaya! Me botaron antes de poder entrar. Dijo medio riendo.

—Acepte venir contigo para poder hablar contigo sobre esto. No quiero hacerte parecer que te doy alas.

—Eres directa, y eso me gusta. Pero tranquila ya sé porque me das calabaza antes de tiempo.

Ella se puso en alerta, claro el era muy amigo de Erick seguro que le conto toda la historia ¿Quién se cree que es para contarle a todo mundo sobre eso? Estaba irritada.

—¿Y qué es lo que sabes? Ya me quedo claro que no sabes mi nombre.

—No lo sé. Le dijo mirándola. – ¿Pero me lo dirás?

—¡No!

—Está bien. Le dijo riéndose a carcajadas. Mi amigo tampoco quiso decírmelo, no quería traicionar tu confianza, solo me conto sobre el trabajo que te propuso.

—Supongo que eso bastara para que dejes de insistir.

—No, no es suficiente. De hecho aun quiero salir contigo, no pretendo hacerte cambiar de parecer sobre tu decisión, tampoco preguntare porque quieres hacer una cosa así. Solo quiero que seamos amigos, quiero que me conozcas mejor.

Ella lo miro con suspicacia, solo un amigo entonces. Bueno una amistad no se le negaba a nadie.

—De acuerdo podemos ser amigos, pero eso no quiere decir que te doy alas para algo más.

—Hecho, para mí es más que suficiente. Lo demás puede llegar solo, ¿entonces aun te sigo llamando ricitos?

—Conoces las reglas de mi trabajo. No deberás llamarme por él.

—Lo prometo.

—Me llamo Amelia.

—Hermoso, como tú.

Llegaron al edificio de esta, ella le dio las gracias y Raúl por su parte le dio un beso en la mejilla.

—Feliz noche Amelia. Se metió en su coche nuevamente y se marcho. ¿Qué ocurrió allí? No y que iba en son de amigos.

Entro en su apartamento y se tumbo en el sofá golpeándose el muslo. Exclamo de dolor cuando se fijo el mueble tenía un pedazo de alambre que sobresalía lastimándole la pierna. No le dio importancia seguramente tendría otro hematoma mas. Se rindió al sueño rápidamente.

Mientras se desvestía en el baño a la mañana siguiente dio un grito.

—¡Nooo! ¿Por qué? Casi al borde de las lagrimas resulto que si se había hecho mucho daño y estaba tan cansada que no le había dado importancia, y muchos menos que su mejor pantalón estaba rasgado en la pierna dejando al descubierto que su pierna poseía un gran hematoma acompañado de un gran rasguño.

—¡Genial! Justo hoy cuando prendía usar ese vestido medio bonito que tengo para la cena con Erick. No pudo más y soltó todas las lagrimas que contenía desde hace mucho tiempo, comenzó a curarse la herida no podía seguir lamentándose.

Todo el día la paso trabajando en el restaurant, no podía dejar de pensar en la cena de esa noche había cometido algunos errores al momento de llevar los pedidos de comida se equivocaba de mesas o se le olvidaban algunas cosas. Quería acabar con eso de una vez, y para colmo que iba a ponerse esa noche, su pierna no lucia nada bien.

—¿Amiga en qué galaxia estas? De camino a casa su amiga Laura le pregunto por su nuevo trabajo.

—En este mundo donde más. Solo que anoche el sofá me lastimo la pierna y me está doliendo.

—¿Cómo te preparas para este nuevo empleo? ¿es en una oficina no?

—Si bueno, aun no estoy del todo segura donde estaré. Esta noche tengo una reunión con el jefe así que ya veremos.

—Qué suerte amiga, tal vez esa entrada te ayude a salir de tus deudas y dejas por fin al pesado de Jack.

—Si vamos a ver qué sucede.

Se despidieron en las escaleras y Amelia subió a todo dar para poder ver que  podía ponerse para aquella cena.

Después de tanto buscar, no le quedo otro remedio que ponerse el vestido que había elegido primeramente. Era sencillo pero era lo mejor para una cena y eso contando que no la llevara a un sitio exageradamente elegante. 

Se coloco el vestido y noto que le cubría la herida, siempre y cuando nadie se fijara en sus piernas mientras caminaba. Se puso unos tacones altos que adoraba, su madre se los había regalado para su cumpleaños y casi nunca tenía tiempo o la ocasión de usarlos. Se maquillo perfectamente, nada exagerado algo muy sencillo pero elegante. 

Cuando esperaba en el recepción comenzaba a sudar e impacientarse de pronto un mercedes negro aparco frente al edificio y supo de inmediato que era él. ¿Quién mas podría ser, con semejante coche?. Para cuando lo vio bajar, el alma le cayó al piso, el simple vestido que usaba no le llegaba ni a los tobillos a semejante hombre que se aproximaba a ella, iba de traje de pies a cabeza.

Erick estaba nervioso y no entendía por qué. Era una simple cena de negocios y nada más, 

¡Alquile mi Vientre!© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora