capitulo 18 Desastre

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—¡Ven vamos a comer! Juntos se sentaron y comenzaron a comer en silencio, después del festín que se dieron se sentaron en el sofá.

—Sabes este sofá no es para nada cómodo. ¿pretendes dormir aquí estando embarazada?

—¡Claro que no! Cuando reciba los primeros pagos comprare uno nuevo.

—Entiendo… Debiste aceptar el que yo te envié.

—No importa.

—¿Cómo te fue en tu cita?

—Por favor no empieces.

Permaneció callado por lo que fueron unos minutos que parecieron horas.

—¿Solo tendrás uno solo hijo Erick? No quieres formar una familia.

—Si solo uno, no podría tener otro hijo con otra mujer. Le dijo mirándola a la cara.

—¿No piensas casarte nunca?

—No lo sé Amelia. Su voz sonaba confundida.

—Tal vez la mujer indicada estará por allí esperando conocerte, quizás te apresuraste a querer tener un bebé así de este modo. 

Qué rayos estaba diciendo si el cambiaba de parecer ella no obtendría el dinero.

—Quizás sí. ¿Te estás arrepintiendo?

—¡No! Solo que no comprendo tu forma de hacer las cosas.

—Es más seguro así.

—No todas las relaciones que tengas a futuro serán igual que tu antigua relación.

—¡Quién sabe!

Estaba claro que no quería hablar del tema, y entonces de que podrían hablar…

—Erick escucha…

Pero antes que ella continuara hablando él, la interrumpió con un cálido beso, sus besos sabían a café y su loción de afeitar le nublaba la razón. Era tan varonil y elegante todo el irradiaba sensualidad y masculinidad le hacía babear, era inevitable. 

Ella se rindió a él, poso sus delgadas manos en sus mejillas para que no dejara de besarla. Y él lo tomo como una invitación la costo en el sofá profundizando el beso, metió su mano por debajo de la blusa reposándolas en las costillas hasta que se separo poco a poco de ella como si le doliera hacerlo.

—Amelia… Su respiración era agitada y tenía los ojos cerrados, ella no podía soportar otro rechazo más.  Era mejor permanecer callada ante la inminente confesión.

—¡Vamos a mi casa por favor! Ella sintió un corrientaso que le causo un corto circuito en las neuronas. –Vamos ahora mismo, así mismo como estas no importa. 

Se incorporo levantándola de un jalón, ella no decía nada aun estaba estupefacta por su propuesta que ni cuenta se había dado que estaba en su coche en vía a su casa.

—Me sacaste en pijama del edificio, ¿estás loco?

—Estas perfecta así créeme. Además para donde vamos no necesitaras nada.

Ella se sonrojo como un tomate, nadie le había dicho algo así. Estaba tan nerviosa como ansiosa. La situación le parecía algo divertida Erick conducía como un loco por las calles iba en silencio total concentrado en la vía, dudaba que estuviera arrepintiéndose ya  que había sobrepasado el límite de velocidad.

Entraron en el edificio donde él vivía a toda prisa y subieron como un par de adolecentes ella pensó que él era el hombre indicado para que fuera su primer amante. El por supuesto no perdió tiempo, la tomo de la cintura al cerrar la puerta besándola mientras la conducía al dormitorio.

Toda la habitación estaba impregnada del olor de él, excitándola aun más. El comenzó a desnudarse sin parar de besarla, era muy diestro en el arte. Luego le toco el turno a ella de desprenderse de sus prendas, el fue muy rápido al desvestirla y eso le encanto porque sentía la urgencia de él.

La observo en todo su esplendor acostada en la cama, tan inocente, tan mujer con su piel de porcelana, sus risos revueltos en la cama los labios rojos por su besos y las mejillas sonrojadas. Como no desearla. 

Se prometió ir despacio pero la haría estremecer a tal punto que no quiera estar con ningún otro hombre, era egoísta de su parte pero no soportaba pensar verla con un idiota. 

Comenzó por su vientre tanteándolo con lentos besos ella automáticamente se arqueo para él, el decidió ser osado y bajo hasta su protuberancia levemente inflamada, húmeda con un olor exquisito ella estaba a su merced y eso era todo lo que él quería.

 Por instinto ella gimió su cuerpo se formo en especie de un puente sujetaba las sabanas de seda fuerte, para ella el contacto de la seda mas la lengua de su amante era la sensación mas emociónate y erótica de su vida. 

—¡Erick por favor!

El sin perder el tiempo se situó en medio de sus piernas y le dijo con voz demandantemente sensual.

—Con calma, no quiero hacerte daño.

Ella lo sujeto por el cuello atrayéndolo más a ella le estaba implorando que lo hiciera con la mirada. El rio un poco y le concedió su deseo, de pronto ella lo atrapo con sus piernas e hizo que bajara sus caderas y su miembro extremadamente firme roso su feminidad ese contacto la enloqueció.

—Amelia mi amor con calma. No sigas… Así… Espera.

—Vamos te deseo...

Ella estaba hirviendo así que él se adentro poco a poco en ella la mayor tortura de su vida, hacia mucho que no estaba con una mujer virgen de hecho no recordaba haber estado con alguna y lo atemorizaba lastimarla. Fue hundiéndose  más en ella hasta que Amelia con sus piernas lo apretó con más fuerza hasta entrar completamente en su interior provocándole un pequeño grito. El se estuvo quieto para que se adaptara a su invasión. Temió haberla lastimado.

—¿Amelia?C
—continua por favor Erick sigue.

Su exigencia lo éxito aun mas comenzó a moverse en su interior mientras que ella lo sujetaba como si la vida se le fuera en ello. Pronto ella alcanzo el orgasmo gritando a todo pulmón su nombre, Erick le tomo la pierda subiéndola un poco más arriba la sensación fue mucho más placentera al sentir que había entrado mucho más adentro de ella, había perdido la sutileza esparciendo toda su semilla dentro de ella, todo el deseo reprimido por semanas estaba dentro de ella en esos momentos. El la abrazo con fuerza mientras sus frentes se juntaban extasiados.

—Eres fantástico Erick.
—Lamento haberte lastimado ¿estás bien?
—Mejor que nunca. Le dijo con una radiante sonrisa.


El la miro a los ojos ¿qué le estaba pasando con ella?

—Quizás deba darme un baño.
—Está bien allí está la ducha.
—Gracias.


Cuando se separaron sintieron la húmeda más de lo natural en las sabanas. El rostro de Amelia palideció de un segundo a otro, sus mejillas rosadas pasaron a blanco como la nieve, noto como sus ojos se nublaban para luego salir corriendo hasta el baño.

—Amelia mi amor, esto es normal no pasa nada.
—No soy un desastre en todo.

Hola bellas lectoras... Espero que les esté gustando esta historia. Un beso grande.

¡Alquile mi Vientre!© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora