capitulo 9 Mi virtud

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No eso nunca, si sus vecinos se enterasen, eso sería lo peor del mundo con lo cotillas que eran.

—¡Para poder abrir debe mover el pie!

Movió el pie pero coloco la mano para que no cerrara del todo, ella abrió la puerta con expresión de vergüenza y el al instante contemplo su increíble inocente belleza, pensó que, con razón en la oficina había visto la inocencia en su mirada. Entro en el pequeño departamento, estaba ordenado pero era muy pequeño. ¿Dónde estaría la cama? Fue lo primero que se le vino a la mente, luego se volvió y la miro fijándose con la tenue luz que había que llevaba muy poca ropa. 

Esos shores no le hacían justicia a esas encantadoras piernas bien definidas, y su cintura podría lograr que cualquier hombre se arrodillara solo para rogar por lamerla. Y pensar que ningún hombre la había tocado nunca.

—Señor Marchals, primero quiero pedirle disculpas por haberme marchado de la clínica sin darle explicación alguna. Pero no sabía que podía decirle ante lo sucedido, se que debí ser más sincera con usted desde el principio, de verdad lo lamento mucho.

—¿Lo lamenta? Amelia fue la única que califico para esto, dígame ¿qué puedo hacer ahora?

—Buscarse a otra ¿No?

—Quizás. ¡Pero resulta que no deseo a otra mujer!. La deseo a usted, tiene las cualidades que me gustan Amelia y eso representa un gran problema.

¿La deseaba? Porque tenía que usar específicamente esa palabra tan seductora. Estaba loco, sí, eso era lo que le pasaba.

—Lo lamento mucho señor…

—Llámame Erick de acuerdo.

—Está bien Erick, no se hubiera molestado en venir hasta mi casa por esto, de verdad no era necesario.

—Claro que si lo era, si huyo de la clínica sin explicarse.

—¿Y qué es lo que quiere de mi? Ya conoce mi condición.

—Lo sé, nunca imagine que… Carraspeo cuando noto que ella se sonrojaba. —Me gustaría seguir en marcha con el plan, el doctor Randal me explico que si se podía inseminarla.

Ella se quedo de piedra, aun quería que estuviera a su bebe.

—Pero yo soy… ¿Cómo es posible?

—Bueno al parecer no hay problema alguno, solo hace falta que tu aceptes ¿Quieres hacer esto?

Le pregunto muy serio mirándola de arriba hasta abajo, ella se incomodo por su inspección ya que no se había cambiado de ropa. Con los apuros y los nervios no se había acordado de sus fachas. 

—¡Si quiero hacerlo, necesito ese dinero! Él le sonrió satisfecho por su respuesta.

—Yo también quiero que seas tú, pero me siento incomodo por, bueno veras no quiero privarte de algunas cosas.

—¿Se preocupa por mi virtud?

—¡No! Ella arqueo una ceja. –Bueno si, de hecho no quiero sentirme como si estuviera robando algo muy valioso.

Ella reprimió una sonrisa, era muy lindo de su parte que pensara así. Era muy diferente el hombre que tenia de frente, al que había conocido hace unos días. Pero sin importar el que, ella había decidido aceptar ese trabajo, y si el aun así la quería, entonces no había razón de retroceder con el plan. Miro su sofá estropeado y pensó que no podría seguir así con esa calidad de vida.

—¡No te sientas de esa manera, yo te doy mi aprobación!

Erick no podía creerlo, ella iba a sacrificar algo muy valioso por darle a él un hijo.

—Hablare con el doctor Randal, el me informo que por tu estado no hace falta realizarte tantos exámenes. ¿Mañana te espero en mi despacho por la tarde?

—¡Si, allá estaré!

Ella camino hasta la puerta dado por culminada la conversación, el no deseaba marcharse pero no tuvo más opción cuando la puerta permanecía abierta. Claramente quería que se marchara.

—¡Bien la esperare! Se detuvo a escasos centímetros de ella, por alguna razón quería besarla.

—¡Buenas noches Erick!

—Buenas noches Amelia. Tomando uno de sus risos sueltos.

Mucho después de haberse marchado de casa de Amelia, estaba tomándose un whisky  en el despacho de su casa. No podía dejar de pensar en Amelia, tenía un apartamento muy sencillo ya no estaba seguro que pasara todo su embarazo allí. ¿Pero qué podía hacer? Tal vez, alquilarle un piso, así estaría mucho más cómoda en todo el embarazo. Pensó que por la mañana hablaría con sus abogados sobre eso, tomando el último trago subió a su dormitorio.

—¡¿Entonces necesitas ir a retirar esos exámenes no?!  Creo que estas pidiendo muchos permisos mi querida Amelita. Le dijo con sarcasmo.

—Lo siento, pero de veras necesito ir.

—¿Acaso me estas escondiendo algo pequeña Amelia?

—No te estoy escondiendo nada, he estado mal del estomago, quizás sea un virus.

—¿Un virus eh? Sabes algo, ya me conozco ese tipo de virus. Y bien sabes que no voy a permitir que trabajes aquí embarazada.

—¿De qué rayos hablas?, yo no estoy embarazada.

—¡Bueno si tú lo dices, más vale y sea cierto! Pero si descubro que lo estas, date por despedida. Le dijo con voz de advertencia.

—¡Te lo hare saber si llegase a pasar! Le respondió molesta.

Bueno lo menos ya había conseguido el permiso, a duras penas. Solo le quedaba llegar a casa, cambiarse de ropa. No podía presentarse en la oficina de Erick vistiendo con unos vaqueros ordinarios.

Le tomo un tiempo terminar de arreglarse en casa, estaba tan indecisa con respecto a que ponerse ya que su guarda ropa era muy escaso. Ya se le estaba haciendo tarde para reunirse con Erick, estaba tan nerviosa por esa reunión. Por fin se decidió por un pantalón beis que muy poco se había puesto, junto con un jersey de blonda blanco, unas zapatillas negras brillantes y ya estaba lista. 

Decidió al final dejarse los risos sueltos solo se coloco unas horquillas en forma de corazones de lado a lado. Salió de prisa, no había podido conversar de nada con Laura le había dicho que se trataba de un nuevo empleo, pero no le había dado los detalles de este. Se sentía un poco culpable por mentirle pero primero tenía que ver qué era lo que Erick Marchals le ofrecía.

Subiendo el ascensor hacia el piso de Erick, sus piernas comenzaron a fallarle.

—Ahora no chicas, sean valientes. ¡Solo es un hombre!

Por fin había llegado a su destino, y de inmediato la señora Flores la recibió con mucho agrado.

—Hola mi niña, ¡pero qué guapa estas hoy! Le dijo guiñándole un ojo.

—Hola muchas gracias. Este es un lugar muy bonito, no podía venir vestida de otra manera. Rio nerviosa.

—Tonterías, aquí nadie se fijaría en eso y mucho menos Erick. El es tan sencillo que te sorprendería.

—¡Bueno yo no lo conozco bien aun!

—¡Eso ya sucederá! Solo dale la oportunidad. Bueno basta de cotilleos, esta esperándote. Has llegado un poco tarde.

Eso le recordó lo que había pasado en la clínica, había llegado un poco tarde y el estaba enojado. Era obvio que ese día también lo estaba, se preocupo, y la señora Flores pillo su palidez.

—Tranquila no pasa nada, el no es mala persona.

—¿Pero si está enojado?

—No lo creo, cuando te vea entrar se le pasara. Además mientras más conversemos aquí mas tardaras en entrar. Le dio un empujoncito hasta la puerta.

¡Alquile mi Vientre!© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora