Capítulo 30

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La lluvia no facilita la persecución. Prácticamente no veo nada, incluso veo mal el furgón que llevo justo delante.

Apretó el acelerador al máximo y el rugido de mi coche hace que sienta un subidón de adrenalina.

Intento adelantarlos para cortarles el paso pero no me dejan.

El copiloto saca parte de su cuerpo por la ventana y comienza a disparar.
Mal momento para no ir armado. Y encima en este coche no tengo nada.
Trató de esquivar las balas como puedo. Mientras el cabrón ese vacía el cargador contra mi yo esquivo la mayoría de la balas hasta que una da contra la puta rueda. Corro lo que pueda mientras esta se vacía, hasta que no puedo continuar.
Me bajo del coche y en un vago intento desesperado por recuperarla corro detrás del coche mientras la lluvia solo me dificulta más las cosas.
Veo cómo el furgón desaparece de mi campo visual llevándose parte de mi, llevándosela a ella.
Caigo derrotado al suelo de rodillas. Pero ni siquiera siento cuando mis rodillas impactan contra el pavimento.  Solo soy capaz de gritar todas las mierdas que puedo soltar por mi puta boca. Las lágrimas se camuflan con las gotas de lluvia haciendo que me cueste más respirar.

Los segundo se me hacen eternos y con cada uno de ellos me cuesta mas respirar. Los tres minutos que estuve en el suelo me parecieron horas, tan eternas y dolorosas.

Pero se que por ella no puedo rendirme. Se que ella me necesita. No me quiero imaginar el miedo que ha tenido que pasar cuando se la llevaban, con la persecución y los disparos.

Vuelvo hacia el coche, que está más lejos de lo que yo recordaba y llamo a Harry.

- Rápido ven, te mando mi ubicación.
-Tayler, ¿que pasa? -le cuelgo. No soy capaz de explicarle eso ahora. Se que sabe que es muy urgente por el tono de mi voz pero no puedo decirle más. El agobio impide que me salgan las palabras correcta. Solo sale la furia que llevo dentro. Solo soy capaz de escupir lo mierda que me siento y no quiero soltarle eso a Harry.

En menos de media hora aparece el coche de mi padre y el guardia de seguridad, Connor. El sabe todo de nuestra familia, lleva con nosotros más de diez años. Antes de que Harry lo contratará estaba en el ejército. Es experto en seguridad, defensa personal y armas. El nos enseñó a todos a defendernos, incluso a Gi, que aunque se vea muy delicada y pequeña es capaz de dejar a un tío el triple de alto que ella en el suelo.

Corren hacia mi dejando que la lluvia moje sus perfectos trajes. Mientras yo doy vueltas de un lado para otro.
-Tayler ¿Que pasó? -pregunta Harry preocupado.
- Ellos... ellos.... se la llevaron. -me cuesta tanto decirlo, me cuesta tanto aceptar esa cruda realidad.
- Esta bien hijo... -trata de calmarme pero lo interrumpo.
- ¡No! ¡No está bien! -Gritó desesperado mientras la rabia me parte el pecho- ¡No se como está!¡Ni que le están haciendo!¡No se nada!¡Y todo por mi puta culpa!¡Por mi puto ego! -Harry me detiene y me pega a su pecho.
- No es tu culpa ¿me oyes? -grita- Vamos a encontrarla. Esta noche dormirá contigo.

Cinco minutos más tarde consigo calmarme y recuperar la razón. Vuelvo a moverme por la lógica y no por los sentimientos. Sale mi lado frío y calculador. Ese que desaparecía cuando veía a Maddie.

- Yo coloque un chip rastreador en la suela de los zapatos de Madison, cuando me dijiste que mantuviera a salvo a Madison sin que ella se sintiera perseguida.-dice Connor mientras saca el ordenador.

Antes de poder incluso emocionarme, mi teléfono comienza a soñar. La ira se vuelve a apoderar de mi al ver "McNamara" en la pantalla.
- Dime que mierdas quieres hijo de puta.
- Ya sabes lo que quiero.
- Dime donde la tienes. -le exigo.
- Esta aquí. -la paciencia se me está agotando y él lo sabe- Me abría encantado ver tu reacción. Ese cúmulo de emociones que te consumió. Te iba a dejar sintiendo un rato más pero no me aguantaba las ganas. -Antes mi silencio continúa- Se que eres incapaz de decir nada. Noto tu ira a través del teléfono.
-¡Dime donde está!
- Ven a mi club. -cuelga.
- ¿Qué te dijo? -pregunta Harry.
- No me dijo nada, el puto dramático me corto. -le quito el ordenador a Connor y me dirijo a él coche en el que llegaron ellos.
-¿Donde vas?
- A recuperarla. -Arranco y piso el acelerador a fondo.

En menos de media hora estoy entrando a el club, empujando y descargando toda mi ira contra quien intenta detenerme. Un golpe, un empujón, un puñetazo... Así hasta llegar a Jairo McNamara.
- ¡Por fin! -alza sus brazos- te demoraste mucho. Será que no te importa tanto como parece su vida.

Antes de que pueda agarrarlo por el cuello dos hombres grandes me detienen.
- ¿Que le has hecho? ¿Donde la tienes? -le pregunto aunque se que está aquí por el rastreador.
- Tranquilo. No le he hecho nada... Yo no.
- Como le hayas hecho algo, te juro que te mataré con mis propias manos aquí mismo. Ninguna de tus perras te salvará -digo refiriéndome a sus guardaespaldas.
- No será necesario. Vamos ven. Hablemos como dos personas civilizadas.
- Una persona civilizada no secuestra a alguien.
- Yo no la secuestre, ni siquiera la he visto.
- Quiero verla.
- Está inconsciente. Si no hubiera sido muy difícil secuestrarla. En un poco se despertara, la dosis no era muy fuerte.

Uno de sus perros falderos se le acerca y le dice bajito, aunque lo suficientemente alto para que yo lo escuche, que "la chica se ha despertado" y él le dice que la traigan.

"¡Suéltame!" oigo a Maddie gritar. Cuando me voy a levantar para seguir la procedencia de su su voz los dos hombres me vuelven a detener. Sus gritos se escuchan cada vez más cerca.
Mi corazón amenaza con salirse de mi pecho cuando la veo. Sus ojos encuentran los míos rápido. Y deja de intentar soltarse, de retorcerse y de chillar. Intento calmarla con una mirada. Las lagrimas de sus mejillas me parten el alma.

Aparto la mirada de ella para negociar con Jairo pero al notar que está paralizado con los ojos clavados en Madison me hierve la sangre. Ella sigue observándome. Hasta que rompo el silencio.
- ¡Deja de mirarla! -Maddie se asusta con mi grito y sigue mi mirada hasta la persona que miro, quedándose petrificada al verlo. Parece como si estuviera viendo un fantasma.

- ¿Madison? -pregunta él muy sorprendido- ¿Como no te reconocí en las fotos? -Se tapa con las manos la boca, con los ojos muy abiertos, ella sigue petrificada, no dice nada. Y yo no entiendo nada. El comienza a acercarse a ella.
- ¡No te acerques a ella!- gritó haciendo que Maddie salga del estado shock pero aún así no pronuncia palabra.
- ¿Hija? -pregunta él con tono melancólico. A uno de los hombres más temidos que conozco se le están llenando los ojos de lagrimas. Pero aún así es capaz de controlar que ninguna de ellas se derramen en el suelo.

Pasiones OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora