~ÉL~
A medida que he ido conociendo a esta chica me he ido dando cuenta de lo peculiar y enigmática que es. Durante el paseo me volvió loco con su risa que, aunque es muy escandalosa, se ha convertido en mi sonido favorito.
La cena transcurre entre risas. Cuando la miro no puedo evitar sonreír, no se como lo hace. Y entre los dos nos acabamos la botella de vino.
- ¿Nos vamos? -le pregunto, ya que hace media hora que nos terminamos el postre, que también elegí yo. Y aunque me gustaría seguir aquí hablando con ella, hay muchas cosas que quiero hacer antes de tener que dejarla.
- Claro. -Dice y se hecha a reír.
- No estás acostumbrada a beber, ¿verdad? -le pregunto ya que veo que lo poco que ha bebido le está afectando.
- Es la primera vez -confiesa mientras los dos salimos del restaurante- ¿y ahora a donde vamos?
- ¿A donde quieres ir?
- Al sitio donde estén las mejores vistas de la ciudad.Estoy por decirle que ese es en cualquier lugar en el que esté ella pero eso sería demasiado. No se que me está haciendo pero cada vez que la miro me siento débil. En lugar de responderle, le agarro la mano para que me siga y la llevo hasta mi moto.
La verdad es que no se cual es el sitio con mejores vistas de la ciudad pero si se donde hay vistas bonitas. En veinte minutos estamos en el centro de la ciudad y no se cómo pero encuentro aparcamiento.
- ¿A donde vamos? -pregunta cuándo nos bajamos de la moto.
- Ya lo verás, tenemos que caminar un poco.Caminamos en silencio hasta estar enfrente de un gran edificio donde le hago un gesto para que no haga ruido y le cojo la mano para que me siga.
- ¿Preparada para correr? -ella asiente y me sonríe.
Entramos en el edificio sigilosamente, corremos por un gran pasillo hasta llegar a las escaleras, subimos hasta la siguiente planta pero la dejo un par de escalones más abajo para asegurarme de que no hay nadie, cuando veo que es así, le hago una señal para que venga conmigo y cuando lo hace le vuelvo agarrar la mano y seguimos corriendo, subimos así todos los pisos hasta llegar al más alto. Nos quedamos parados unos segundos delante de la única puerta que hay al final de ese largo pasillo para recuperar el aliento. Cuando ya nos hemos recuperado nos miramos y nos hachamos a reír.
Me acerca e intento abrir la puerta.
-¡Joder! -digo mientras le doy un golpe a la puerta- Está cerrada. -digo y empieza a reírse- ¿Te hace gracia?
-Siii -me afirma y empieza a reírse más fuerte, lo que hace que me calme.
- Quédate aquí, ahora vengo, no te muevas, ¿vale?
- Vale -me responde y yo salgo corriendo dejándola sola.Corro lo más rápido que puedo a por la llave de la azotea y cuando la tengo regreso lo más rápido que puedo al último piso.
- ¿Maddie? -pregunta al no verla- ¿Maddie? -vuelvo a preguntar un poco asustado mientras recorro lentamente el oscuro y largo pasillo.
- Buuuu -salta de detrás de la columna donde está el extintor y me asusta.
-Joder, estaba preocupado -y realmente lo estaba, no se que hubiera pasado si la hubieran encontrado aquí sola. Ella sigue riéndose mientras a mi el corazón se me va a salir del pecho de un momento a otro.
- Te dije que no me volvieras a llamar Maddie.
- Y yo te dije que no te movieras.
- Supongo que estamos en paz.
- No, no lo estamos -me mira extrañada- Tú me debes una cita, ¿recuerdas? -ella me mira con expresión divertida.Recorremos lo que queda de pasillo y abro la puerta que da a la azotea.
Le dejo paso para que salga primero y detrás de mi la cierro. La sigo hasta la barandilla donde se detiene y se queda contemplando la ciudad.
- Las vistas son impresionantes -se gira para mirarme y yo me sitúo al lado de ella.
-Lo son -afirmó mirándola. Ella me sonríe y vuelve a posar su mirada en las luces de la ciudad. No pasamos un rato así, ella observando las luces de la ciudad y yo contemplando cómo estás se reflejan en sus ojos.
-Ven -le digo cuando estoy al lado de un cuarto. Ella se gira y viene hasta donde estoy yo, quedándose parada enfrente de mi. La agarro de la cintura, provocando que se tense, y la subo arriba del techo del no muy alto cuarto. Me alejo un poco para coger impulso y de un salto subo con ella. Me siento apoyándome en la pared de detrás con las piernas estiradas y sin que le diga nada ella viene conmigo.
- ¿De que conoces tú este lugar? -me pregunta mirándome a los ojos.
- Venía siempre de pequeño cuando mi padre trabajaba aquí. Y siempre que necesitaba estar solo subía aquí.
- Tú refugio de todo y de todos -dice- supongo que todos tenemos uno -suspira ondo.
- El tuyo es el sitio donde nos conocimos ¿no?
-Si -vuelve a mirar hacia la ciudad- Siempre que siento que no puedo más, voy allí. Me encanta mirar el mar, me calma.
-Yo es que no tenía a donde ir y desde aquí no se escuchaban los problemas de los demás, ni siquiera los míos.Seguimos hablando de todo tipo de cosas y ¿cómo no? también debatimos sobre otras en los que no estamos para nada de acuerdo, pero es muy divertido.
Cuando veo que está temblando de frío le doy mi chaqueta y ella se la pone.
- Eres enana -me empiezo a reír porque la chaqueta le queda enorme.
- No te rías -dice con tono infantil y yo me rio más. No puedo evitarlo, esta muy mona. En realidad tiene una altura normal pero a mi lado es una enana.
- Es que mírate, ni siquiera se te ven las manos. -me sigo riendo.
- ¿Estás orgulloso de tener los brazos gigantes?Porque, que yo sepa esa no es la parte del cuerpo de la que tienes que ir presumiendo por su tamaño. -nos quedamos callados un segundo intentando estar serios pero no aguantamos y estallamos los dos a reír.Al rato empiezo a tener frío yo también y se que ella sigue teniendo un poco.
-Ahora vengo, voy a por una manta o algo para abrigarnos. -la informó.
- ¿Mantas en una editorial?
- Si. -le afirmó y salgo corriendo a por ellas. Antes de salir de la azotea puedo escuchar su risa provocada por la cantidad exagerada de información que le he dado.Cuando regreso con una manta y algunos cojines que habían en los sofás de algunos despachos, ella ya está durmiendo. Le coloco cuidadosamente un cojín debajo de la cabeza y la abrigo con la manta. Coloco el resto de cojines y me acuesto con ella. Noto como el frío sigue en su cuerpo y por instinto me pego a ella y la abrazo para que entre en calor, quedándome así profundamente dormido con mi cuerpo rodeando el suyo.
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Pasiones Ocultas
RomanceTan distintos pero no podían ser más iguales, tan lejos pero se encontraron, tan tristes pero se enamoraron, tan vulnerables pero lucharon, tantas cosas....¿algo podría separarlos? Una historia de amor, pasión, drama, acción, comedia... los consumió...