- ¿Por qué te quieren hacer daño?
- Mi hermano trabajaba para un tío de la mafia italiana. Era su mano derecha. Y ya te puedes imaginar al tipo de cosas que se dedicaba. -aparta la mirada antes de continuar para ocultar su decepción- Cumplía todos los encargos hasta que un día lo pillo la policía. Lleva en la cárcel unos dos meses y este tío necesita ahora a alguien que se encargue de lo que hacía mi hermano.
- ¿Y por qué tienes que ser tú?
- Porque yo conozco al señor McNamara desde hace años, se como trabaja mi hermano y... -se detiene y me mira con miedo de continuar. Lo miro a los ojos con dulzura para que no tenga miedo a contármelo, nada que me cuente va a cambiar lo mucho que le quiero- trabaje para él haciendo cosas de las no estoy muy orgulloso. Fue hace mucho tiempo, cuando tenía 17 años. -Por mi mete pasa la duda de si habrá llegado a matar alguien pero enseguida se va. Como si me leyera la mente me lo confirma- Yo nunca llegue a matar a nadie. De eso se encargaban otros. -me da explicaciones nervioso.
- Tranquilo. Se que no harías eso. -Estoy segura de que sería capaz de matar a cualquiera pero solo con razones de peso. Se que al igual que la pasión se apodera de él, la rabia también.
- El caso es que al final lo acabe dejando porque a mi hermano no le gustaba la idea de que pusiera mi vida en peligro. Decía que mejor un muerto que dos. Y yo pues al principio estaba en desacuerdo, pero ahora creo que es lo mejor que ha podido hacer mi hermano por mi. Odio ese mundo.
- No va a haber ningún muerto. -lo abrazo fuerte.
- Ahora yo no quiero trabajar para él porque paso de movidas. Prefiero una vida tranquila. Y definitivamente la quiero contigo. -dice entre mis bazos- Prométeme que tendrás mucho cuidado. -me pide con los ojos llorosos. Asiento rápidamente con la cabeza y apoyo la cabeza en su pecho.Al cabo de un buen rato decidimos ir al salón, encender la chimenea y acurrucarnos en el sofá con varias mantas mientras contemplábamos tanto la lluvia por la gran ventana como la leña arder.
Me costó no reírme cada vez que alguien entraba en la sala y Tyler comenzaba a hacerles señales rápido par que se fueran sin que yo me diera cuenta.
~ÉL~
Anoche me quede dormido contemplando a mi hermoso ángel observar el fuego, sin poder parar de preguntarme que brillaba más, el fuego o sus ojos. Me resulta tan fascinante como expresa tanto con solo una mirada. Para ella la frase de "Los ojos son el espejo del alma" se cumple realmente. Tiene una mirada tan inocente y expresiva. Finalmente, acabó con el mismo dilema de siempre, ¿como una chica así puede amar o, mejor dicho, llegar a aguantar a un hijo de puta como yo? Cero que nunca podré resolver el dilema pero la verdad es que he llegado a un punto en que me la pela. Mientras esté conmigo el resto me da igual. ¿Egoísta? Puede ser, pero en realidad no solo estoy cumpliendo mis deseos sino que también los suyos, o eso quiero pensar. Y, por supuesto, si me deja pasaré el resto de mi vida intentando hacerla la mujer más feliz de este planeta, intentando estar a la altura, amándola y respetándola.
-Tyler suéltame. -dice suave y dulcemente. La tengo atrapada con los brazos y las piernas.
- Nunca.
- Llego tarde. - cojo el móvil que está entre los cojines del gran sofá y llamo- Ey Joshua, hoy Madison entrena conmigo. Tomate el día libre.
- ¿Contigo? -me mira sorprendida.
- ¿Te apetece aprender a boxear? -la ilusión que refleja su rostro es la clara respuesta que esperaba.Antes de irnos a prepararnos para ir al gym, me quedo un rato intentando ver cómo intenta escapar de mi fuerte abrazo. Esta desesperada por que la suelte para ir a boxear.
- ¿Ya quieres huir de mi? ¿Tan pronto?
- No seas tonto -la agarro más fuerte- Vaaa Tayler vamos al gym. -súplica con voz de niña pequeña.
- Bueno... Pero antes dame bien los buenos días.
- Buenos días -dice con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida.
- Podrías hacerlo mejor. -Esta vez sonríe y me da un beso tan dulce como su mirada. Cuando separa sus labios de los míos, me mira y sonríe. Esa mirada me vuelve loco. Vuelvo a juntar nuestros labios y comienzo a acercar su cuerpo cada vez más al mío hasta que ni el aire pueda interponerse entre ellos. Siento que en cualquier momento voy a perder el control.
- Señorita Madison, el desayuno está listo. -Alfred toca la puerta de nuestra sala de estar jodiendolo todo. Se me escapa un gruñido en forma de queja y Madison comienza a reírse. No puede parar, me hace mucha gracia. Esta preciosa cuando se ríe, bueno, lo está siempre pero cuando se ríe...Vamos los dos a desayunar y salimos directos al gym. De camino, Maddie me volvió loco, no se callo ni un momento. Ella cantaba y cantaba, o mejor dicho gritaba y gritaba. Nunca la debería haber dejado escoger música. Pero, para ser sincero, me lo pase muy bien. Esta muy loca y esa es una de las razones por la que la quiero tanto.
Me encanta los pantaloncitos cortos ajustadas que se puso hoy, pero odio que le gusten a la mitad del gimnasio también. La verdad que tapan lo justo y marcan sus perfectas curvas. A este ritmo va a haber pelea seguro. Algún capullo ni lanzándoles una mirada asesina dejan de mirar. Vaya unos guarros. Les rompía la boca a todos. Aquí el único guarro puedo ser yo.
Después de enseñarle lo básico de boxeo, intenta pelearse conmigo, inventándose todas las normas. Se agarró a mi pierna tipo koala, se hizo bolita en el suelo, se me subió a caballito, me dio una patada en los huevos (por suerte, floja), antes de que le atacara se puso a "llorar", corrió en círculos alrededor mía intentando marearme... En fin, una clase muy completa.
- En un mes seré mejor que tú -coje aire recuperándose antes de seguir- Estoy segura.
- No me cabe duda.Cuando terminamos se va a los vestuarios. La sigo sin que nadie me vea y me cuelo en los vestuario femeninos. Esta de espaldas, cogiendo las cosas de la taquilla y canturreando. Me acerco lentamente y la agarro por la cintura.
- Tranquila -le susurro al oído cuando noto que la he asustado al tocarla. Su cuerpo se relaja en cuanto escucha mi voz.
Rápidamente la giro y estrello su cuerpo contra las taquillas para luego comenzar a besarla. Cada segundo que pasa pierdo más el control, le haría tantas cosas. La besó desenfrenadamente. Comenzamos a tocarnos por encima de la ropa deseando que la tela no se interpusiera. Creo que tiene tantas ganas de arrancármela como las que tengo yo de arrancársela Ha perdido el control igual que yo, hasta el punto de que no recuerda donde estamos ni lo que vamos a hacer.
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Pasiones Ocultas
Roman d'amourTan distintos pero no podían ser más iguales, tan lejos pero se encontraron, tan tristes pero se enamoraron, tan vulnerables pero lucharon, tantas cosas....¿algo podría separarlos? Una historia de amor, pasión, drama, acción, comedia... los consumió...