Prólogo

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Los rayos del sol brillaban a través de la sombra moteada, las diminutas partículas de polvo parecían ilusorias e irreales bajo los rayos del sol, agregando toques de inmortalidad en el vasto bosque.

Eran testigo como una imponente sombra oculta en los frondosos arbustos observaba con cautela una pequeña figura que yacía casi inmóvil en el suelo, después de percatarse que aquella suave masa no se movía precedió a acercarse con pasos agiles y silenciosos para inspeccionar con más detalles a la pequeña criatura. Al estar más cerca pudo olisquear con más deleite la fragancia que la envolvía, se autoproclamo adicto a esa nueva fragancia... si su olor era tan adicto como se vería aquella pequeña criatura, ansioso se acercó aún más hasta quedar estupefacto.

¿Cómo podría haber una mujer tan hermosa? Su corazón latía con tanta fuerza que era algo ensordecedor para sus oídos tan sensibles, estaba seguro de que se enamoró de la mujer a primera vista...

Al salir del trance que se encontraba al ver a la pequeña hembra frunció el ceño levemente, no por nada más, pero solo un poco enojado por su falta de encontrarse tan desprotegida.

Si la persona que vino no fuera él y fuera otro que la encontrara, el solo pensamiento de la posibilidad de que otras bestias la miren en este estado lo enfureció inexplicablemente.

La ira llegó de manera extraña y ni siquiera supo lo que le sucedió. Pero antes de que pudiera reaccionar, ya había tomado a la hembra inconsciente en el suelo y la había puesto con agilidad en su espalda también tomo con sus fauces la extraña bolsa que estaba junto a ella.

Comprobó que nada había alrededor y se movió rápidamente hacia su madriguera con una mirada oscura casi siniestra y con un solo pensamiento, esta hembra era suya y no deseaba compartirla con nadie más, el que se atreviera arrebatársela encontraría el peor final...

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