Capítulo VII

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"El viento fluye así como el destino" 

Ignis Vickarna

La placa dorada sobresalía de toda la madera antigua.

Estaban al frente de la residencia de la amiga de Gunnar. Era una pequeña casa antigua, toda de madera y tenía pequeñas puertitas en toda la parte baja, Moita se preguntó para qué servirían.

—Abuelo, ¿Dónde estamos?— Habían caminado por horas, alejándose cada vez más de la aldea y ninguna sabía a dónde las había conducido aquel anciano.

De pronto la puerta principal se abrió y mostró a una mujer un poco mayor, era delgada y llevaba un vestido holgado largo de un color verde opaco y unas sandalias que parecían haber sido usadas por siglos. La mujer era hermosa, tenía el cabello platinado y lacio, y ojos de color morado que miraban con intensidad y alegría.

— ¿Trajiste a estas niñas secuestradas, Gun?— Se veía que estaba feliz de que la hubiesen visitado.

—Claro que no, las traje a visitar al ser del viento más instruido, pero no ha salido a saludarme— La mujer se acercó al anciano y lo abrazó con fuerza, le susurro algo al oído y se apartó.

—Tan cálido como siempre—La mujer parecía no haber advertido de que Vita y Moita estaban ahí, esperando a que alguno de los antiguos les explicara qué estaba pasando.

—Dime ¿qué te ha traído por aquí?

—He venido porque estoy un poco preocupado—Miró fijamente a Vita—Ella es mi nieta Vita Admiratio y la querida humanita que nos acompaña es...

—Moita Perti—Interrumpió la señora acercándose sigilosamente a Moita, tomándole la mano mientras la joven miraba inquieta "Otro mágico que nos caza" pensó.

La mujer aún desconocida cerró los ojos y exhaló en la mano de Moita, de pronto algo azul comenzó a formarse, un pequeño pino. Ella brincó del susto ¿Qué era eso?

— ¡Asombroso!—exclamó—soy Ignis, ser del destino del viento—dijo la vieja bruja, fascinada—Tú, Perti, eres ser del destino perdido.

—A eso temo—Respondió Gunnar.

Moita no se creía lo que estaba pasando.

*******

Ya dentro de la casa, Moita y Vita estaban sentadas en un pequeño salón, tomando té. Tenía dos sillones: uno grande de color ocre anaranjado y otro más pequeño de color oliva justo al frente, en el medio, se encontraba una mesita con papeles que decían cosas que Moita no podía entender, en las paredes, se apreciaban espejos y aparadores por todas partes y en la mayoría de las superficies horizontales de la casa, posaban pequeñas velas blancas.

—Extraña mujer ¿no crees?— dijo Vita, que se mostraba muy tensa y nerviosa, a tal punto, que si alguien entraba en ese momento, se le paraba el corazón.

—Como todos los de tu raza—Moita ironizó, tratando de aligerar el ambiente— ¿Qué crees que estén hablando?

—No lo sé, tal vez busquen solución a la locura de tu especie—profirió, tratando de seguirle el juego, fallando terriblemente al ver que Moita se levantaba fulminándola con la mirada y se dirigía a un espejo, que tenía algo escrito en la parte superior.

"El amor debe de ser dirigido a ti para poder ser enviado a los demás"

-Diligite, Diosa del amor.

Diligite había sido una de las Diosas que amaba a todo, incluso a la guerra. Era perfección de pies a cabeza, parecía que era parte de una burbuja. La leyenda cuenta que ni un solo hombre se atrevió a acercarse por miedo a sacarla de lo que parecía ser un sueño, pero solo un hombre logró que el amor se convirtiera en tristeza.

Los Elegidos por el Viento: Moita (pausada temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora