Después de recorrer todo el bosque con cuidado de que nadie, ni las mariposas la notaran, llegó a casa; una pequeña cabaña alejada de la aldea, toda hecha de una madera que ha resistido bastantes generaciones, rodeada de arbustos gigantes y pinos. La casa todavía tenía la placa donde venía grabado el apellido de la familia Perti, oculto solamente por unas ramas de pino que se separaron de las demás.
Toda su vida había vivido alejada de los demás humanitas, rechazada por ser la "desamparada huérfana que ya debería estar muerta", por ser la hija de los que simplemente desaparecieron de la faz de La Rosa. Según lo que ellos dicen, huyendo.
Los únicos que se habían tomado el tiempo para hablarle y preocuparse por ella habían sido Vita, su única amiga y Adno, el anciano que cuidó de ella hasta su muerte. Esta tampoco tuvo una explicación lógica, simplemente dijeron que ya estaba muy viejo y herrumbrado, pero Moita sabía que él aún tenía fuerza, aún recuerda esos ojos que transmitían tranquilidad y seguridad, aquellos ojos que la miraban con el cariño de un padre.
Las hojas caídas se movían y el aire estaba impregnado de algo dulce y fresco, los pinos desprendían ese olor al atardecer, algo tan fresco, tan suave, que le recordaba a la joven que aunque hubiera querido pasar más tiempo ahí, contemplando todo su alrededor, tenía que entrar y tomar una ducha.
Entró a casa y un segundo después de cerrar todas las ventanas y las puertas se dirigió a la ducha. Después de que salió y se fijó en el espejo, notó algo extraño en su reflejo, su cabello castaño caía hasta su cintura, ondulado perfectamente y sus ojos leonados tenían brillos a su alrededor como si se hubiera puesto maquillaje sobre ellos, pero eso no era algo fuera de lo común, eso le pasaba cada vez que iba al bosque, cada vez que le conversaba a sus arbustos, cada vez desde pequeña.
Adno decía que era por el brillo que irradiaba su alma, sin embargo sí encontró algo bastante extraño. Su tez, tan blanca como hoja de papel, hace notar los piquetes de manera excesiva y, al echar un vistazo más de cerca a su antebrazo, se dio cuenta de que no era un piquete, era una mancha.
Moita recuerda que cuando era pequeña había descubierto un lunar en ese mismo lugar, un diminuto lunar singularmente rojizo, sin embargo, no le dio mucha importancia al pasar de los años.
Pero ahora que se detuvo a mirar ese piquete falso, se dio cuenta de que ya no era un pequeño lunar, era, en efecto, una especie de estrella de cuatro picos.
Se preguntó en qué momento había crecido tanto eso y pensó fugazmente que debía preguntárselo a Adno, pero estaba claro que no iba a responderle, ni siquiera iba a poder encontrarlo.
Sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos antes de que la embargaran y la llenaran de tristeza y se acercó a su armario. Como de costumbre, Moita se puso sus shorts y el camisón grande de rayas que le dejó el viejo Adno desde que descubrió que no es una persona a la que suelen visitar a menudo.
Cuando estuvo lista, o sea, cuando recogió su cabello en un moño que tomó menos de cinco segundos y se puso sus medias disparejas, se tiró en su hamaca a pensar en lo que había hecho en el día: Había ido al bosque a recoger bayas Pax y una chismosa mariposa le dijo que hoy era luna llena y habían rituales, una de las cosas que Moita no entendía era por qué ella podía escuchar a las mariposas y los otros humanitas no, pero tal vez sí habían otros humanitas que las escuchaban, tal vez ella no conocía suficiente a su raza debido al exilio involuntario en el que vive. En fin, fue a ver el ritual escondida en unos arbustos y después de que terminara se quedó ahí, sentada, absorta en sus pensamientos hasta que fue la hora de volver, el pensar en esto le recordó que olvidó las bayas.
Con eso, llegó a la conclusión de que no lograría hacer su té para dormir y, con un pánico que venía subiendo lentamente desde su estómago, se dio cuenta de que sus pesadillas volverían, otra vez.
"... la razón del fin se está por revelar
las tres nubes van a estallar
las luces nos van a cegar
Pero vuelve Moita antes que sea tarde,
vuelve antes que se te adelanten
vuelve, salta, corre, vuela,
ven que ya la flor es abuela
Moita tienes que volver
porque la flor va a envejecer..."Eso es lo que escucha la atormentada joven en sus pesadillas. Esa canción, esa voz dulce que se calla con un grito y luego todo desaparece. Esas pesadillas vienen a la mente de Moita cuando no toma su té de bayas de Pax y hoy no iba a ser la excepción.
Moita decidió echarle otro vistazo a su tazón para asegurarse de que no le quedaba ni una sola baya, con una, ella podría dormir bien solo una hora, pero eso estaría bien.
Nada, no había ni una sola baya.Cuando estaba volviendo a la habitación escuchó algo, unos pasos y sintió como sus pinos se alteraban, corrió a abrir la puerta y solo escuchó pasos alejarse, pero pudo sentir los escalofríos de los arbustos. Se detuvo a ver la noche, en el cielo estrellado se encontraba una luna llena con una hermosa luz que iluminaba toda la cabaña y parte del bosque, pudo sentir como las flores se escondían aterradas bajo los alterados árboles y entonces con la tranquilidad que le daba la luna llegó a una conclusión. Esa noche iba a ser muy larga.
ESTÁS LEYENDO
Los Elegidos por el Viento: Moita (pausada temporalmente)
FantastikBorrador. AVENTURA/FANTASÍA Moita es hija de los pocos humanos que sobrevivieron a la guerra de los Tres Reinos, como especie intrusa. Los brujos y brujas del Reino del Norte son los únicos en La Rosa que aceptan convivir con estos, pero muchos de...