Era la noche más ruidosa que Moita había presenciado jamás. Los grillos gritaban a más no poder, las ranas conversaban y los búhos bostezaban al despertar de su siesta milenaria. La humanita y su amiga estaban sentadas en una gran roca cerca de un riachuelo, descansando después de la gran caminata que tuvieron que hacer para que el pirómano no las encontrara. El silencio que seguía presente desde que se adentraron al bosque fue roto por la joven de cabellos castaños.
— ¿Recuerdas cuando nos escondimos en el bosque cercano a mi cabaña porque habíamos desobedecido el protocolo del ritual de primavera? Se puso terriblemente oscuro y estábamos aterradas.
— ¿Recuerdas lo que nos dijo el árbol de ceiba?—preguntó Vita.
—Sí, que mantuviéramos la calma porque el bosque era nuestro amigo—Moita se echo a reír al recordar aquel día —Luego la mariposa nos dijo que ya venían por nosotras y te fuiste corriendo y caíste al pozo.
La castaña no podía parar de reír, pero Vita tenía su ceño fruncido.
—Eso, eso mismo es lo que aún no me calza—profirió la joven bruja.
— ¿A qué te refieres?—replicó, su sonrisa cayendo cada vez más en una línea recta.
—Que se supone que un humanita no es capaz de escuchar a los árboles ni a las mariposas.
—Tal vez me rociaste con un poco de tu magia cuando éramos pequeñas, o…soy adoptada.
—Bueno, lo segund...
— ¡Lo segundo era solo una broma!—espetó—Déjate de tonterías. Estoy harta de que hablen de mi vida como si yo no la conociera lo suficiente.
—Está bien, está bien, solo divagaba. Aún así creo que hay algo raro en todo esto.
— ¿Entonces seguiremos caminando o nos vamos a quedar acá?
—Seguiremos hasta encontrar una cueva que nos proteja del frío y nos oculte, así que, en marcha—y dicho esto, se levantó de la roca, tocó su bolsillo para verificar que estuviera la cajita y comenzó a andar.
Seguidamente, Moita se levantó y alcanzó a su amiga.
***
— ¿Qué te parece aquí?
Vita había encontrado una cueva debajo de dos árboles. Era muy pequeña y tenía moho por todas partes, pero eso era lo único que tenían.
—Está genial ¿podrías usar de tu magia para hacer una fogata? Tengo que calentarme antes de caer en mis pesadillas.
Vita estaba muy cansada así que solo reunió unos cuantos palitos y prendió una pequeña fogata.
—Me acostaré, no llegues a despertarme luego. —Cuando estaba a punto de acostarse, Moita la detuvo con una palabra que sonaba extraña en su boca.
—Perdón Vita— estaba completamente ida en el fuego.
— ¿Por qué?
—Porque por mí te perdiste tu baile de Maltia y no compraste tu vestido. Deberías de estar allá en la aldea con todas las brujas, disfrutando, no aquí jugando a adivinar por qué una humanita tiene pesadillas.
—No digas eso, Moita. Si estoy aquí es porque así lo deseo. El baile es una tontería, podré ir en otra ocasión.
—Tengo una idea— Moita se puso de pie y comenzó a alejar unas ramas y hojas caídas que habían por ahí.
— ¿Qué haces?— Vita se acercó y sintió donde Moita la tomó por la mano.
—Vas a tener un baile. Cierra los ojos e imagina que estás en la aldea, con música sonando por todas partes, la gente ríe y baila. Los muchachos juegan con bolas de fuego y de agua y tú estás ahí, en medio de todo, de la mano del chico más caballeroso y noble de todo el lugar, con un vestido color escarlata que baja como una cascada hasta casi tocar el suelo.

ESTÁS LEYENDO
Los Elegidos por el Viento: Moita (pausada temporalmente)
FantasyBorrador. AVENTURA/FANTASÍA Moita es hija de los pocos humanos que sobrevivieron a la guerra de los Tres Reinos, como especie intrusa. Los brujos y brujas del Reino del Norte son los únicos en La Rosa que aceptan convivir con estos, pero muchos de...