Error #22

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Jongdae se levantó inesperadamente esa mañana con muchas ganas de tomar un exquisito y calientito café mientras leía alguno de esos libros mundanos recién adquiridos esa semana en unos de sus paseos aleatorios por las librerías, sorprendentemente le servían muy bien como referencia de posibles tácticas que podría practicar para seducir a su terco ángel, pero todo su plan fue destruido sin piedad alguna al escuchar el llamado urgente que habían hecho, molestándolo de sobremanera, tendría que dejar su investigación para esa noche.

...

Incontables demonios se encontraban reunidos en el gran salón del imponente y excéntrico castillo, propiedad del actualmente más importante príncipe Infernal y por lo tanto unos de los más poderosos demonios que existían. El dueño de semejante estructura tenía demasiados nombres, ya que con el pasar de los años los humanos inventaban bastantes y una que otra vez el también aportaba de su parte. Justo en ese tiempo le gustaba que se dirigieran a él como Luhan, aunque para su desgracia sólo ese nombre era conocido por demonios y ángeles, ya que los humanos seguían llamándolo como ellos querían, aunque más frecuentemente utilizaban "Asmodeo", su nombre original, pero que con el pasar del tiempo llego a aburrirle.

Jongdae observaba a la gran multitud aburrido, odiando cada segundo tener que estar presente y escuchar el molesto ruido que se hacía al juntar cada una de las voces de todos los demonios al platicar entre ellos, definitivamente le era más atractiva la idea de encontrarse con aquel par de ángeles con los que actualmente se reunía con mucha frecuencia o incluso intentar encontrarse con Xiumin, aunque esto era más difícil, pero definitivamente aceptaría pasarse buscando a aquel hermoso ángel por toda la tierra y no tener que esperar a que llegará aquel príncipe impuntual que los había llamado y reunido desde hace bastante minutos atrás.

Estuvo a punto de aplaudir de alegría al escuchar como estrepitosamente las inmensas y pesadas puertas del gran salón eran abiertas, dejando a la vista a cuatro demonios que causaron el completo silencio de todos los presentes.

Jongdae siguió con su vista cada movimiento del príncipe recién llegado, quien como siempre tenía una gran presencia digna del título que representaba, desbordando seguridad y poder. Detrás de él estaba su mano derecha "Kibum" y dos guardias, Jongdae no entendía la necesidad de tener presentes guardias, si era más que obvio que el Príncipe era el demonio más fuerte en ese lugar, nadie se atrevería a atacarle.

Agradeció con toda su oscura alma, el momento en que por fin el Príncipe se sentó en ese estúpido e innecesariamente grande trono que siempre utilizaba cada vez que les ordenaba algo nuevo o hacia alguna de sus tontas fiestas.

- Mis queridos Demonios...

Fueron las primeras palabras que salieron de esa boca con delgados labios, que no era de mucho agrado para Jongdae, cuando conoció por primera vez al Príncipe, fue totalmente engañado por su hermosura e inocente expresión, pero con el pasar de los días, conoció la verdadera forma de ser de este y no dudaba que todos ahí hubieran pasado por esa misma historia.

Vio como Luhan pasaba su mirada por la gran cantidad de demonios que tenía frente de él en total silencio, esa era otra cosa que odiaba del Príncipe, cada que decía una pequeña oración hacía pausas totalmente innecesarias y que alargaban demasiado esas reuniones.

- Me alegra que estén la mayoría aquí... -otra pausa innecesaria­- me preocupé mucho el ver tan pocos contratos y la escases de nueva almas... -otra pausa- pensé que habían muerto muchos de mis queridos demonios -era evidente para Jongdae el tono de sarcasmo que estaba utilizando Luhan- pero veo que están todos muy bien -fingió estar aliviado- lo cual deja solo una pregunta -otra pausa más- ¡¿Por qué no cumplen con la orden?! -grito irritado, causando miedo en la mayoría de los demonios.

ERRORES DE CUPIDO - TEMPORADA 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora