Capítulo 6

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Una pesadilla nada más...

A veces deseaba que sus palabras no dolieran tanto, pero inevitablemente se me rompía la voz cuando intentaba sonar confiada y segura. Acorralada en aquella pared solo quedaba mi mirada asesina enfrentando aquellos ojos verdes que me persiguieron durante años. En esos momentos dónde el miedo se intensifica, dónde temes por cada parte de ti que espera el golpe para terminar con todo y seguir tu día como si nada hubiera pasado.

— ¿Quién te crees para andar inventando cosas sobre mí?— exclamó Emilie tan furiosa que pequeñas gotas húmedas de su boca aterrizaron en mi mejilla.

— ¡No inventé nada! Lárgate de una vez— chillé lo más fuerte que pude con la esperanza que alguien del pasillo reaccionara y me salvara de todos los cuerpos abusadores alrededor de mí.

El primer impacto del puño de Emilie llegó a mi mejilla izquierda, y un cosquilleo ardiente se encendió en esta. Volví mi mirada tragándome el dolor. El rostro de la chica se iluminó de rabia y deseo por alguna reacción de disgusto, pero no había nada, mis ojos los sentía de piedra y mis labios en una fina línea.

— Maldita mentirosa ¿entonces quién fue eh?.

— ¿En serio te piensas que desperdicio mi tiempo fijándome en quién inventa los rumores sobre ti?— pregunté con mi tono más ácido.

Emilie rodeó los ojos y echó una mirada cómplice a las amigas a su lado. Aprovechando su ligera distracción miré por un hueco a mi costado cuando distinguí entre toda la multitud a una receptora caminando en dirección contraria, su mirada se encontró con la mía en fracción de segundos justo cuando me agarraron de ambos brazos y otros de mi pelo castaño.

Mi mirada se mantenía fija con la de la receptora, cuando comenzaron a arrastrarme camino al baño susurré con los labios que viniera a ayudarme. Pero la desgracia de estudiar en un ambiente dónde todo puede ser callado con dinero es que nadie es de fiar, ni siquiera las personas responsables del lugar. Ella bajó la mirada en señal de disculpa y continuó por el pasillo. Dejando que me arrastraran y me insultaran, nadie hacia nada mientras forcejeaba y gritaba por ayuda.

— Sabes que aquí no le importas a nadie, no eres más que una niña consentida que se cree importante por apellidarse Firelook— comentó una voz que ya no podía distinguir, el pánico se apoderaba de mi cuerpo al notar que no podía escapar.

Estaba a punto de ser lastimada por un conjunto de personas a las cuales no les había hecho nada, si tan solo supieran lo mucho que odiaba mi apellido y toda la carga que este contenía.

Sentí mi cuerpo chocar violentamente contra el frío piso de mármol mientras que la pierna de Emilie se apoyaba en mi pecho haciendo una fuerte presión, tan fuerte que sentí el piso romperse y como me caía al vacío.

Me desperté sudada y con la respiración agitada. Aún sentía la presión horrible en el pecho de la pesadilla, me llevé una mano a este e intenté controlar mis latidos. Al ver que fracasaba salté de la cama a la ducha para olvidarme de todo por al menos unos segundos.

La ducha me despejó bastante para volver a la cama como por dos horas más. Me encontraba almorzando junto a Timbó cuando la llamada de Nick resonó en el cuarto.

— Hola, Stalker— saludó en su típica silla giratoria con una sonrisa de oreja a oreja.

— Hola— respondí sin ánimos.

— Uf ¿Y esa cara de perrito mojado?— preguntó con un puchero y esbocé una pequeña sonrisa.

Me planteé por un momento contarle con detalles la pesadilla, pero decidí que era algo privado para alguien a quien había conocido hace unos días.

Con tu AusenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora