...Sonabas muy bien...
Mi cerebro despertó con los mensajes y gritaba de desesperación, no quise mandarle esa foto y no porque no confiara en él, me aterraba el hecho de que iba que tener que volver a mirarlo a la cara dentro de unos días luego de las recientes cosas que ocurrieron probablemente saldría corriendo de la vergüenza. Comencé a dar vueltas en círculos mientras batallaba con la idea de abrir la foto que me mandó, mi curiosidad estaba a mil y él me había mandado la foto voluntariamente...
Opté por ducharme primero y asimilar el tema de la foto, una vez vestida y de camino al trabajo en taxi decidí abrir los mensajes, al ver lo que tanto me daba cosquillas, me volví blanca. Para no dar tantos detalles era una foto de Nick en el espejo, sin camisa y se encontraba tan solo en bóxer. Al parecer se había sacado esa foto luego de bañarse porque su pelo estaba despeinado y empapado, se tapaba la mitad de la cara con el celular y sonreía de lado para darle su toque.
Ok, quizá si analicé y di mucho detalle de la foto. Pero ¿qué se suponía que debía hacer? Literalmente me quedé como una pelotuda mirando mi celular con la boca entreabierta. Al llegar a mi empresa el conductor me llamó tres veces la atención para que le pagara. Me disculpé y pagué, crucé la calle medio rápido para ver si era capaz de escaparme de la incómoda situación de encontrarme con mi jefe luego de su extraña confesión. Para mi suerte no lo encontré ni en la escalera ni en los pasillos. Creía que por una vez me había librado de su presencia matutina.
Adivinen.
Pero por supuesto que estaba sentado en mi oficina.
Ya resulta que hasta escaparme de él me salía como la mierda. Caminé hacia mi escritorio sintiéndome incómoda, él me observó sin decir nada.
— Buenos días — saludé, evitando el contacto visual, esperando a que se levante de la silla de mi escritorio.
No lo hizo.
— Electra no vas a poder ignorarme. Soy tu jefe — comentó y tomé fuerzas para mirarlo.
— Sí, eso es lo que me parece absolutamente raro. Trabajo aquí y soy tu empleada literalmente. Resulta que me molestabas por envidia, pero te terminé gustando — expulsé el aire — ¿No consideras que actuaste con demasiada inmadurez?.
Eric lanzó una carcajada.
— Tienes razón, no es para nada maduro. Pero, por favor, ¿Tú hablando de madurez?. Eso sí que es irónico — respondió burlón mientras se levantaba de la silla.
Ok, fue una respuesta inteligente.
— De todas maneras. Ya te dije que yo salgo con alguien más — insistí.
— Sales con alguien que no te conoce de verdad — corrigió.
Bufé frustrada. Solo quería que saliera de mi oficina y me dejara trabajar en su mierda de proyecto, no que me diera un recordatorio de que la estaba cagando.
— ¿Puedes dejarme trabajar? Por favor — pedí en un tono derrotado.
Eric se levantó con un aire superior, se acercó peligrosamente mientras dejaba escapar un suspiro.
— Algún día se sabrá la verdad. Y verás que probablemente sea el único que esté allí cuando tu mundo falso se caiga en pedazos — susurró irritado. Mi respuesta fue tensar mis labios.
En ese momento, la secretaria de Kinsky entró interrumpiendo el ambiente de tensión. Ambos la miramos, Kate parecía alterada y nerviosa, jugaba con sus nudillos mientras respiraba con dificultad.
— Kate, ¿está todo bien? — preguntó Eric.
— Buenos días, señor Kinsky y Electra — saludó intentando no perder la compostura — Am lamento interrumpir, pero tengo a su padre esperándolo en el vestíbulo, señor.
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Con tu Ausencia
RomanceElectra Firelook tiene veintitrés años, vive en New Jersey con su gato Timbó con la esperanza de alejarse de su pasado que aparenta perseguirla. Ser la hija secreta del matrimonio más famoso del momento no es nada fácil, para peor, su trabajo como e...