Por ti

405 15 0
                                    

Moscú, Rusia
Lunes en casa de Deniska.

Demien POR

—¡La tenemos!— grité eufórico mientras bajaba corriendo las escaleras con mi hermano detrás.

Después de varias horas logramos dar con la ubicación (Lo más exacta que pudimos) de dónde está Deniska, logramos rastrear el teléfono y la obtuvimos.

Son las cinco y cuarenta de la tarde. Desafortunadamente tenemos que avisar a la policía para poder salir.

—¿Cómo? Enserio ¿Tienen la ubicación?— pregunto la madre de Deniska.

Asentí y le indique que informará a la policía antes de que yo me fuese solo.

—Vamonos, que la policía nos alcance, no podemos perder más tiempo, el lugar está a dos horas con treinta minutos de aquí— explique.

—Yo me voy contigo— dijo mi hermano.

Asentí aún que no quería arriesgarlo.

—Yo también—

—Vamos— le siguieron Simón y Brent.

—La policía dice que estará aquí en veinte minutos, que no se muevan hasta que venga— dijo el padre de Deniska con frustración en la voz.

—Oh no, yo no tengo veinte minutos para perder— fui a la cocina y tome cosas que pudieran servir para defendernos.

—Esta bien, entonces vamos con ustedes— dijo el padre de Alesha.

No respondí solo hice señas para que me siguieran y sali corriendo en dirección a mi auto.

Marque la dirección en el GPS y empeze a conducir, rogando que la monjita estuviese bien y a salvó.

Todo el ambiente se sentía nervioso y no era para menos, dos de las personas que más queremos están en peligro, no sabemos cómo va a salir esto, pero por mi parte no regresaré si no es con la monjita y la castaña a mi lado.

Durante el camino le pedí a mi hermano que le enviará la dirección a su madre para dársela a la policía, nesesitariamos que detuvieran a esos desgraciados... Si no los he matado cuando lleguen.

Mientras conducía esquivando a todo el que se interponia, mi mente vagaba por ese primer día en el que hable con la monjita, hace tan poco pero se siente tan... ¿Diferente? Tal vez.

Y entendí que no hace falta conocer a una persona desde hace meses, para tenerle cariño, que no hace falta ser los más unidos para desarrollar cariño por alguien.

Aun nesesito mucho más tiempo con la monjita, aún nesesito seguirla conociendo, seguir hablando con ella, seguir a su lado, simplemente nesesito que ella y la castaña estén bien.

Exactamente dos horas con veinte minutos después, estoy acercandome y a minutos de llegar al “bosque" que muestra la ubicación.

Los nervios y la ansiedad se sienten... Soy conciente de una cosa, alguien de los que estén en ese bosque va morir hoy, y nadie va a oponerse a eso.

—Una vez lleguemos allí, no voy a salir hasta haber recorrido todo ese lugar, y tener conmigo a las chicas— hablé mirando al frente.

—Tampoco voy a salir sin ellas— dijo Brent con firmeza.

Simón y mi hermano dijeron lo mismo.

El auto de los padres de las chicas, estaba siguiéndonos a una corta distancia.

«Llegamos»

—Es a unos sesenta y tres metros más— informo mi hermano viendo su teléfono.

Jugador de FútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora