Capítulo XXV - Situaciones inesperadas.

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Estaba muy cansada.
Las noches de insomnio me estaban pasando factura y eso comenzaba a dañarme. Había entrado en una especie de depresión, según Lori. Sinceramente, lo dudaba. No estaba con ganas de morir ni me sentía triste, sólo cansada.

The Dove cada vez estaba más solicitado, por lo que Jesse había tomado el puesto a la barra junto a mi. Gabe había vuelto a trabajar como seguridad, pero ni siquiera me miraba.
Todo eso era jodidamente doloroso. Era lo que más me costaba ignorar. Me encontraba a mi misma mirándolo todo el tiempo que podía, mientras que él hablaba con algunas chicas.
Sabía que eso era lo único que hacía con ellas. Estábamos peleados, sí, pero no sería lo suficientemente cruel como para hacerme eso.

—Tu cara te delata, ¿sabes?

—No era necesario decirlo, Jess— contesté frustrada. Apoyé los codos sobre la barra y enterré mi cara entre mis manos. Jesse me acarició la espalda dulcemente.

—Lo siento, nena. Sabes que no me gusta verte así— dijo suavemente.

Me di vuelta y me apoyé sobre la barra. Jesse era tan transparente que notabas si te estaba mintiendo o si estaba siendo sincero con sólo mirarlo. A mi nunca me había mentido y esta no era la excepción.

—Lo sé, Jesse.

Él me miraba con ojos tristes. Seguramente me veía ridícula ahora mismo, pero ya no tenía sentido seguir ocultando mi ánimo y tratar a todos jodidamente mal.
Me acerqué a Jesse y lo abracé. Él se quedó estático por un segundo y luego me correspondió rápidamente. Ambos cerramos los ojos y nos fundimos en ese abrazo, saboreando el momento.

Siempre me sentía segura con él. Era tan importante en mi vida que no podía llegar a describirlo. Ambos sabíamos que estábamos alejándonos lentamente, y ese abrazo fue como la lluvia luego de la sequía.
Mis lágrimas comenzaron a correr por mi rostro y Jesse apretó su agarre en mi, como si no quisiera dejarme ir.
Y yo no quería que me dejara.
Su rostro estaba contraído en una mueca, aún con sus ojos cerrados. Nos quedamos así hasta que escuchamos a Calvin gritar que abriríamos en dos minutos. Jess me limpió las lágrimas, sonrió y me besó cálidamente en la mejilla. Quisiera admitirlo o no, esa muestra de afecto me había sentado como una patada en el estómago, pero no de mala manera.

Servimos los tragos en perfecta sintonía, dedicándonos alguna que otra sonrisa de vez en cuando. El frasco de propinas se llenó tres veces y tuvimos que ir cambiándolo para que el dinero no se caiga. Nunca había recaudado tanto y debía admitir que era gracias a la ayuda de Jesse.  Él era precioso y cualquier chica que lo viera en la barra vendría por él. Lo bueno de Jess, era que él no coqueteaba con ninguna. Sólo era amables con ellas o les dedicaba un guiño, pero nunca se pasaba de la línea.

 Sentía que alguien me estaba perforando con la mirada y, al darme la vuelta, me encontré con un par de ojos verdes que me habían estado evitando por un tiempo.

Su mirada estaba fija en mi y la alegría que me había dado Jesse, se esfumó en ese mismo instante. Aparté la vista y seguí entregando los pedidos. Jess había notado mi cambio de humor, por lo que siempre que podía, me dejaba un beso en la frente. Eso, de cierta manera, me reconfortaba.

La noche transcurrió sin ningún hecho importante, realmente.
Cuando lo miraba a Gabe, él me estaba mirando y manteníamos el contacto visual por diez segundos, hasta que yo me rendía y terminaba mirando a mi compañero. Él no pasó por desapercibido nada de eso, pero no me importaba hacer nada al respecto.

Al terminar de limpiar, era libre de dirigirme hacia mi Jeep. Parecía que hoy no era mi día de suerte, ya que el tanque de gasolina estaba vacío. Golpeé mi cabeza contra el volante y me bajé del Jeep.
Jesse estaba en la entrada, hablando con Calvin. Ambos me miraron intrigados y me dirigí hacia ellos.

Despertar (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora