Despertar (Libro I)

Capítulo XXIX - Obsequios y familia.

El embarazo iba perfectamente bien. En estos tres meses, Gabe no había dejado de leerme el folleto que la ginecóloga nos había dado en la primera visita. Cuando ella le dijo en broma que no podría tocarme un pelo hasta que el bebé naciera, sus ojos casi explotan; su rostro era épico y ella no pudo aguantar la risa. Obviamente, su rostro se relajó al instante.

Aún no habíamos tenido la primera ecografía pero ya teníamos un turno fijo para hacerlo. Sólo faltaban dos semanas para poder conocerlo.

Había días en los que ni siquiera podía ver a Gabe. Mi estado de ánimo cambiaba constantemente, haciendo que quisiera mandarlo a la mierda y, a su vez, rogarle que me perdone de rodillas.

En el bar, Calvin no había dejado de preguntar si sería niño o niña. Todavía no lo sabíamos, y tampoco estábamos seguros de querer hacerlo hasta el día de su nacimiento. Los nombres iban y venían en nuestras mentes, pero era imposible poder seleccionar al menos dos de cada género.

—¿Qué te parece "Lucas"? Si sería varón es una muy buena opción— dije. Gabe acarició mi vientre y asintió.

—La verdad es que me gusta mucho. ¿Qué te parece "Mabel" si es niña? Me gusta, pero suena como una anciana.

—¡Nunca jamás llamaré a mi hija Mabel!— contesté, riendo fuertemente. Gabe me golpeó suavemente en la cabeza y largó una enorme carcajada.

Ambos estábamos sentados en el sillón de su sala de estar. Ya casi no pasábamos tiempo en su casa, ya que Coral nos visitaba en la mía y Gabe siempre se encontraba allí. Sus padres se habían enterado del embarazo un mes atrás, cuando sin querer hablamos del tema frente a ellos. Wade y su madrastra no lo tomaron muy bien al principio, pero no les quedaba otra opción más que aceptarlo. Los que aún no sabían nada sobre el tema eran Alexis y mi padre.

Habíamos intentado hablar con ambos, pero era imposible encontrar a mi padre sobrio y a mi hermana en casa de mis padres. Ya no sabía qué hacer; era más que evidente que ninguno de los dos iba a aceptarlo o tomarlo bien, pero eran mi familia e iban a notarlo cuando mi panza comience a crecer notoriamente.

Golpearon la puerta y, cuando me estaba levantando para abrir a quien sea que esté del otro lado, Coral entró junto con sus padres y hermanastro. Rodé los ojos y volví a sentarme donde estaba.

Eso era típico de ella. En el último tiempo, había entrado y salido a su gusto, así que ya estábamos acostumbrados a esto.

—¡Familia! Qué bueno es verlos de nuevo. Están desaparecidos últimamente, eh— Coral arrastró una silla por toda la sala de estar y la ubicó justo frente a nosotros. Luego, tomó a Wade de la oreja y lo llevó hasta el comedor, para que traiga con ella las tres sillas faltantes. Una vez que los tres estuvieron sentados, los cuatro comenzaron a hablar a la vez.

La familia de Gabe a veces podía ser muy atropellada a veces como para ser tan perfeccionistas en otros ámbitos.

—¡De a uno! — exclamó Gabe.

—Lamentablemente, trajimos regalos.

Mi mirada se dirigió hacia Wade, manteniendo mi ceño fruncido.