Capítulo XXVIII - Inesperado.

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No pude dormir en toda la noche. Gabe cada vez estaba más preocupado por mi salud y ya me estaba quedando sin excusas para quedarme reposando sin un médico. Siempre tuve esas fobias a los hospitales desde el incendio, quizás estar en coma por tanto tiempo es una de las razones.

-Julia, vamos. No estás bien- cualquiera que supiera sobre la situación diría que sólo yo me veía para la mierda, pero Gabe estaba igual. Cada vez que me había levantado a vomitar, él lo hacía conmigo y me recogía el pelo, o me abrazaba mientras lloraba. Él tenía ojeras como yo y una permanente mirada de preocupación. Yo había levantado fiebre y no estaba para nada bien, ambos lo sabíamos.

-Debe ser un virus que anda dando vueltas. No te preocupes por mi, puedes ir al bar tranquilo. Ya hablé con Calvin y me dijo que me tomara los días necesarios. Mamá vendrá a cuidarme- contesté con voz apagada.

Habíamos pasado toda la tarde acostados. Gabe iba y venía con alguna sopa o un paño mojado para mi frente, pero no se apartaba de mi a menos que tenga que ir al baño.

-Puedo quedarme también...

-Por favor, Gabe... sabes que cualquier cosa que necesite, te llamaré- dije con mirada de cachorrito. Sabía que esa mirada era su perdición y no podría negarse. Sólo iría para hacerme feliz a mi.

-Pero...-lo miré seriamente y él suspiró-. Está bien; iré.

El timbré sonó e intenté levantarme para abrir la puerta. Digo intenté, porque luego de la mirada asesina de Gabe y de que los mareos volvieran, volví a recostarme

Mamá entró tranquilamente en la habitación y me sonrió dulcemente.

-¿Tienes que sentirte mal para pedirle a tu madre que venga a visitarte? -preguntó con ambas manos en sus caderas.

-Estuve con muchas cosas en la mente últimamente, mamá.

-¿Ése bombonazo de la puerta tiene algo que ver con eso? - dijo ella lo demasiado alto como para que Gabe la escuchara. Él me dedicó una sonrisa arrogante y yo reí.

-Ese bombonazo tuvo mucho que ver- contesté.

-Eso suponía. Ahora, muchacho, ve a trabajar. Cualquier cosa que pase, te llamaré.

-Está bien- dijo Gabe inseguro. Se acercó lentamente y depositó un dulce beso en mi frente y luego uno en la mejilla de mi madre. Caminó fuera de la habitación y unos segundos después, se escuchó la puerta principal cerrarse.

Mamá se sentó a mi lado en la cama y acarició lentamente mi cabello. Podía notar que estaba ocultando algo con esa sonrisa, pero no podía saber si era bueno o no.

-¿Pasa algo? - dije suavemente.

-Incluso lo noté antes que tu te sintieras así- dijo con una sonrisa triste.

-Mamá, ¿estás bien? - contesté preocupada.

-Julia, quiero que me respondas esto con la verdad- levantó su mirada y en sus ojos pude notar la esperanza- ¿Se cuidaron?

Abrí mis ojos enormemente y me quedé callada. Siempre habíamos usado protección pero... oh, Dios, no.

El día de la reconciliación habíamos estado demasiado ocupados como para acordarnos de eso.

-Sólo... mamá, sólo una vez lo olvidamos y yo no estaba ovulando... no es posible- contesté totalmente nerviosa. Ella me miró y me dio una sonrisa tranquilizadora. Buscó algo en su cartera y cuando lo puso delante de mí, tuve ganas de llorar. Tomé el test de embarazo y las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro. No podía hacer nada más que negar con la cabeza.

Despertar (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora