Capítulo III - Rehabilitación.

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Diez días sin Gabe no eran la gran cosa.

Diez días soportando a Alexis con el «corazón roto» lo eran.

Cuando Gabe se fue de la casa de Cami, inmediatamente bañé a la pequeña y ordené tanto como pude pero el tiempo me fue insuficiente. Cuando Anne y su esposo llegaron a su casa y vieron los dos ángeles de aderezo...digamos que no lo tomaron muy bien y me despidieron. Camille lloró tanto que quise golpearme la cabeza contra la pared por haber llevado a Gabe.

Lo bueno de todo esto es que me permitieron seguir viendo a Cami.

Al parecer, mientras yo limpiaba, Gabe había roto con Alexis en algún momento y eso ya no me importó.

Había estado ignorando a Sam desde que lo vi hablando con esa rubia. Vamos, mierda, no eran celos, sino que no sabía que pensar. Lori me dijo que los vio salir juntos del bar y Jesse, quien comparte auto con Sam, quedó a pie porque a él se le había ocurrido ser amable con esa zorra.

Bien, pues ella se iba a abrir facilmente de piernas para él.

Estaba limpiando el apartamento mientras que Alexis hablaba por su celular con alguien cuando encontré una pequeña bolsa con drogas.

Oh, mierda, no.

La guardé en el bolsillo trasero de mis pantalones y fui directamente hacia mi habitación.

Tomé el teléfono y marqué.

 —¿Ya me extrañas?—dijo Gabe con su tono arrogante de siempre.

—Por favor, cállate y escuchame.—susurré con la voz quebrada.

Al notar el tono de mi voz, Gabe se mantuvo en silencio.

—Julia, ¿estás bien? ¿que sucede?—dijo nervioso.

Y no aguanté más.

Me quebré en lágrimas mientras le decía: —Encontré mi vieja bolsa de drogas en el comedor y yo...simplemente...

—Mierda, muñeca, voy para allá.

Y colgó.

Gracias a mi hermana, toda la universidad se había enterado en su momento de mi problema con las drogas. Mi padre era alcohólico y cuando mi madre nos abandonó no tenía nadie más con quien desquitarse si no era conmigo ya que Alexis siempre estaba fuera.

Y así comenzó mi desastrosa vida.

Solía ir al bar con cardenales en el cuerpo y arañazos. Aunque nadie decía nada, todos sabían lo que ocurría. Y fue en ese momento cuando conocí a Sam.

Alexis estaba saliendo con Gabe y solía contarle mis problemas, como burlándose de mi, pero a él nunca le dio ninguna gracia.

Estuve en rehabilitación durante meses para poder eliminar la droga completamente de mi cuerpo.

Cansada del torrente de emociones, me acosté en mi cama y cerré los ojos.

                                 

Alguien me acariciaba la mejilla mientras recobraba la conciencia. El sueño había reparado algunos recuerdos perdidos en mi mente y eso me aturdió un poco.

Abrí lentamente los ojos y allí estaba Gabe con su alborotado pelo negro y ojos verdes como esmeraldas.

—Chist...todo va a estar bien.—dijo mientras seguía acariciando mi mejilla.

Agradecía totalmente esa muestra de afecto ya que era lo que necesitaba.

—¿Cómo entraste?—pregunté con mi voz ronca por el sueño.

—Alex me abrió. —dijo—Y respecto a eso... hay algo que debo decirte.

—¿Qué es?—dije repentinamente preocupada.

Gabe respiró profundamente y luego dijo: —Ella...digamos que tuvo mucho que ver en que encontraras esa bolsa.

—¿Qué dices?

—La dejó ahí intencionalmente, con la esperanza de que te lastimara, muñeca. —susurró.

Resoplé. Alexis podría hacer y ser muchas cosas, pero nunca me lastimaría, al menos, no intencionalmente.

—Digamos que ella vio tu mensaje donde decía que ya era hora de que la dejara...

—¡¿Qué?!—grité.

—Cuando me echaste de lo de Cami, me sentía muy mal por todo y quise cortar todo lazo con tu hermana. Fui a buscar algo para comer en el refrigerador, porque no puedo romper con alguien sin antes comer, y olvidé mi celular sobre la mesa. Al volver, Alexis había explotado y rompió conmigo antes de poder hacerlo por mi mismo. Le agradecí por ahorrarme el trabajo. Digamos que no terminó muy bien.—contestó.

Cansada de tantas vueltas y la situación en sí, le dije: —¿Y eso que significa?

Gabe tomó aire profundamente.

—Significa que estamos metidos en una buena.

Inspiré profundamente y largué la respiración con un sonido de esfuerzo. Estaba cansada de que Alexis se metiera en mi vida de una manera tan fuerte, teniendo en cuenta que realmente había tenido un grave problema con todo esto.

Solíamos ser unidas, y todo esto realmente me dolía. No me sorprendía el hecho de que ahora me odiara, pero sí las acciones que tenía cuando un tiempo atrás, estábamos unidas.

Gabe me miró de soslayo y largó un profundo suspiro. Ambos sabíamos lo que significaba tener a Alexis en nuestra contra. Todavía no se había revelado totalmente, y ninguno de los dos quería que lo hiciese. 

—Nada de esto es justo —repliqué.

No me merecía nada de todo este daño y tampoco iba a soportarlo. ¿Se supone que debía aceptar todo esto y simplemente esperar sus agresiones de brazos cruzados? Tenía un carácter duro y pensaba utilizarlo. Nada de esto quedaría así ni me lo tomaría con la importancia que todo esto tiene.

—Sé que no, pero sólo nos queda esperar su gran golpe.

¿Su gran golpe? ¿Y quién dijo que no habría uno de mi parte? 

Despertar (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora