Dᴀʏ 𝟷 || 𝐁𝐚𝐤𝐞𝐫𝐲

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Aún recordaba el día en que Sasha le había hablado de aquella panadería y dado a probar un pan de allí, ¿y cómo olvidarlo? Si su paladar no se había sentido tan bendecido como aquel día y desde entonces, se había vuelto su panadería favorita. 

La primera vez que se había aventurado en visitar la Sun's Bakery, había quedado asombrada por la belleza y sencillez del establecimiento. El color crema de las paredes, el color marrón de los estantes contrastando y resaltando, los cuadros mostrando cultivos de trigo, el color blanco de la encimera del mostrador y la amabilidad de quienes trabajaban en el lugar le habían terminado de flechar por completo. 

Claro, esas habían sido sus razones al inicio. Sin embargo, aquello pasó a segundo plano cuando un día que llegó al local, lo vio a él. 

Dios, podría jurar que nunca antes había visto una sonrisa tan hermosa como la de aquel pedazo de Sol.

Sus hermosos ojos azules resaltando a través de la blancura de su piel y lo dorado de su cabello, su suave voz, su cálido trato con los demás, su tierna risa, todo en él la tenía cautivada por completo.

El día siguiente a ese, había ido a la panadería y, quien descubrió que era su abuelo, le había llamado por su nombre.

Armin.

Bendita vida, hasta su nombre era perfecto. 

A partir de entonces, se había vuelto una necesidad el verlo todos los días, por lo que había empezando a frecuentar lo máximo posible aquella panadería con la esperanza de volver a verlo, habiendo llegado a darle un saludo casual un par de veces, pues casi siempre llegaba a ser atendida por Christa, su hermana gemela.

Había conocido un montón de cosas acerca de Armin, como que poseía una sorprendente inteligencia y gran capacidad de entendimiento, así como también amaba el mar y añoraba volverse un biólogo marino. 

Un chico listo y soñador.

No te culpo, Mikasa, tremendo varón del que te enamoraste.

Como sea, volviendo a la narración.

Ese día en específico se encontraba en la Sun's Bakery con Anya, la hija de su único primo, Levi; se había quedado a cargo de ella debido a que los padres de su sobrina habían salido por cuestiones de trabajo y Kutchel, la abuela de la niña, había tenido que ir a una consulta en la que no podría llevar a Anya. 

¿Y a quién llamaron? A la tía de reserva, así es.

— Mami Mikasa, ¿cuál es el que me llevó la otra vez? — le preguntó la niña de casi 8 años. 

Anya consideraba a Mikasa como su segunda madre porque la mayoría de las veces la niña se quedaba a su cuidado y había ayudado en múltiples ocasiones a Hanjie cuando esta no sabía qué hacer. 

— Uno relleno de crema, pero no recuerdo bien cómo era. — se agachó para buscar en los mostradores inferiores. 

— ¡Tenía forma de caracola! 

— Anya, ya te dije que… — fue interrumpida por aquella voz. 

— ¿Alguien ordenó una caracola? — la voz del rubio se hizo presente al tiempo que colocaba una pieza de aquel pan en la bandeja de ambas azabaches.

— ¡Sí! — Anya celebró. — ¡Gracias, señor! — se reverenció como había aprendido de Mikasa después de verla hacerlo varias veces. 

— Endereza un poco más la espalda y estará perfecto. — acomodó la posición de la menor. — Listo. 

— Mami Mikasa, quiero ir al baño. — dijo Anya cuando se incorporó. 

— Bueno, entonces es hora de… 

𝙰𝚛𝚞𝚖𝚒𝚔𝚊 𝚆𝚎𝚎𝚔 𝟸𝟶𝟸𝟷 • PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora