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El reloj marcaba las once de la noche en punto cuando Min Yoongi decidió, luego de transportar alrededor de veinte cajas de mercadería, tomarse un merecido descanso.

El día se le había hecho extrañamente corto, pero eso no quería decir que no estuviera cansado... o mejor dicho agotado. Completamente saturado luego de que el maestro de deportes le hiciera dar treinta vueltas a la manzana junto al grupo de chicos que lo molestaban porque lo habían empujado en mitad de la clase y eso no le gustó al docente. Se dejó caer sobre el mostrador mientras cerraba los ojos por un par de segundos con el lejano sonido tic tac del reloj analógico.

La campanilla tintineó bajito anunciando la llegada de un nuevo cliente, sonido que hizo sobresaltar al rubio, despabilando de inmediato. Por lo general, las únicas personas que ingresaban a la tienda por la noche eran su tío, la anciana de la esquina la cual siempre acudía a última hora a comprar la comida para sus cuarenta gatos y aquel joven policía quien, al finalizar su turno de noche, pasaba por su típico café americano.

Min Yoongi ya había atendido a la señora Jeong hace media hora y sabía que Kim Yejun no tenía turno aquella noche, por lo que se repuso asustado de que su cuidador lo encontrara descansando en medio de la jornada laboral. Pero los gritos nunca llegaron a sus oídos y se preguntó si acaso lo asaltarían esta vez cuando vio pasar por uno de los pasillos un ser vestido completamente de negro. O quizás era una jugarreta de su mente y estaba alucinando por el cansancio.

Sí, seguramente era eso.

Soltó un bostezo y al no escuchar otro ruido, volvió a recostar la mitad de su cuerpo sobre el mostrador y cerró nuevamente los ojos. Su respiración fue disminuyendo en ritmo hasta que solo se escuchaban pequeños suspiros mezclados con el sonido ahogado de la calle.

A pesar de la incómoda posición - de pie inclinado hacia delante - Min Yoongi rápidamente cayó profundamente dormido.

— ¿Disculpa?

Sus ojos se movieron perezosamente debajo de sus párpados los cuales se negaban en responder a la dulce voz distorsionada que hacía una tenue intromisión a sus sueños. Murmuró una queja casi inaudible.

Casi.

Fue entonces cuando lo escuchó nuevamente.

Una pequeña risita se coló por sus oídos seguido por un "¿Estás dormido?" y Min Yoongi supo que no se había imaginado la voz.

Pero sentía el cuerpo tan pesado que con dificultad logró abrir los ojos, entrecerrándolos de inmediato por las luces fluorescentes y, con el ceño fruncido, dirigió la vista hasta la persona frente a él.

El mismo chico del otro día.

Lo supo de inmediato porque llevaba exactamente la misma capucha negra acompañada por un cubrebocas del mismo tono. Todo en él lucía apagado excepto por su cabello anaranjado y aquellos brillantes ojos.

Aquellos ojos.

Se recompuso apenas con la mitad de su cuerpo aún atrapada en el mundo de los sueños y agradeció mentalmente que su cerebro seguía medio dormido y no envió la señal para que sus mejillas se tornaran de rojo escarlata, porque de ser así, seguramente el chico se habría asustado.

— Pe-perdona...

— ¿Tuviste un día largo? — Min Yoongi no respondió a la pregunta. Se limitó a colocar el cuerpo muy recto mientras mordisqueaba su labio sin cuidado. Su mirada viajaba entre sus propias manos y aquella horrible baldosa celeste bajo sus pies, incapaz de mirar al rostro del otro. — Yo me dormía en medio de las clases.

Stay with me || YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora