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¤ø Poem ¤ø

No pudo dormir aquella noche. Se desveló con lágrimas cayendo por sus mejillas y apretando contra su pecho aquel trozo de papel con esa caligrafía tan bonita. Se sentía... devastado y eso que aún no cumplía con la decisión que había tenido que tomar casi obligado, como un ultimátum; alejar al chico de la tienda.

Completamente irónico.

No podía hablarle al muchacho de manera normal pero sí tenía que acercarse a él, buscarlo hasta debajo de las piedras si era necesario, para pedirle que no volviera. Hablarle para decirle adiós.

Decir adiós o que tu tío te mate, tu decides.

Las lágrimas habían dejado de brotar de sus ojos grises cuando el alba iluminó la habitación con tonos pasteles y los sentimientos de desesperanza crecieron aún más. ¿Cómo decirle adiós a alguien que hacía sentir su corazón alegre? ¿A alguien que había ocasionado un incendio en su interior con tan solo un toque?

Enterró la cara contra la almohada esperando sofocarse porque no sabía qué hacer. Desde que había llegado a vivir en la casa de sus tíos, además de habituarse a ser casi invisible y de escuchar groserías todo el día, se acostumbró a seguir al pie de la letra todas las peticiones de sus cuidadores. Porque sabía que si hacía enojar aunque sea un poquito a uno de los adultos, en el peor de los casos, su vida correría un gran peligro.

Suspiró agotado y observó cómo su primo se preparaba para ir al instituto. Su espalda era ancha y llena de músculos, su cabello castaño cubría hasta su nuca, lugar donde se formaban delicadas ondas. Recordó lo mucho que se querían cuando eran pequeños, cuando los padres de Yoongi vivían, y cómo todo había cambiado luego del accidente.

Tu culpa.

Mordió su labio y cerró los ojos con fuerza, sabía que ya no podría seguir llorando porque al parecer, había agotado todas sus reservas de aquel líquido salino y esperó, hasta que Taeyang y sus tíos se marcharan del domicilio, para levantarse. Intentó no realizar movimientos bruscos pues el dolor de cabeza lo estaba torturando debido a la deshidratación y por el maltrato a su cuero cabelludo horas antes.

Se quedó aferrado al pilar de su litera mientras observaba por la ventana. 

Anoche, habría jurado que el mundo se había detenido cuando Junmin rozó con delicadeza su mano. Evocó cómo percibió el tacto de la cálida piel contra la suya, que estaba completamente fría, y en ese momento fue cuando experimentó aquel fuego interior que lo quemaba con ímpetu pero de forma agradable.

Se sintió como una estrella que acababa de explotar; liberando aquel gas mantenido dentro de sí, creando una bella nebulosa luego de su muerte. Desintegrado y disuelto en millones de fragmentos que flotaban libres por el aire. 

En ese momento pensó en aquellas serpientes de cascabel que utilizan su arma mortal para encantar a sus presas y luego engullirlas.  Aunque si fuera devorado por Park Junmin... Sí, por favor.

Elevó su mano abusada por el otro y la contempló por varios segundos. Luego, simplemente, suspiró. Desearía no eliminar jamás aquel cosquilleo.

Abrió el armario y sacó su uniforme. Sabía que iba tarde al instituto y que seguramente ya se había perdido la clase impartida por el señor Seung, pero no le importó. Colocó con lentitud y delicadeza cada prenda, anudó el mismo pañuelo a su muñeca y salió sin más del domicilio.

La calle se encontraba anormalmente vacía a pesar del buen clima que había por la primavera y trato de pensar en su situación mientras sus pies levantaban pequeños pétalos con cada paso que daba.

Stay with me || YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora