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¤ø Escape ¤ø

El labio le palpitaba de una manera preocupante luego del puñetazo que recibió por parte de Dawn, el mejor amigo de Taeyang y su principal abusador. Limpió con desagrado el líquido escarlata que comenzaba a brotar lentamente mientras mantenía la mirada fija en su agresor.

— Vaya, vaya — sonrió burlón —, al parecer le crecieron las pelotas a Min Yoongi. Quién lo diría.

Risas socarronas invadieron el pequeño pasillo donde habían acorralado al rubio. Estaba indefenso y solo.

¿Te sorprende tu propia soledad? Deberías estar acostumbrado, siempre lo estás.

Cerró los ojos un segundo, solo uno y lo siguiente que sintió fue un duro golpe en la boca del estómago que lo obligó a inclinarse casi a modo de reverencia para recuperar el aliento perdido. El impacto fue tan duro que terminó cayendo de lleno en el suelo, como un saco de papas.

— Ahí es donde deberías estar, pedazo de mierda desviada — gritó mientras los presentes lo incitaban a más —, debes respetarme ¿eh? ¿te quedó claro maldito marica?

— Ya estuvo, Dawn — escuchó a lo lejos el suave susurro de una voz muy conocida —. Vendrá el inspector en cualquier momento y podría ponernos un castigo.

— Me vale una mierda, este maldito desviado me estaba mirando el pene, se lo merecía.

Taeyang suspiró. Bueno, realmente no había sido así. Dawn estaba apoyado sobre la taquilla de Min Yoongi y el rubio solo miró de soslayo como la mitad del cuerpo del grandote estaba sobre el casillero que tenía sus pertenencias. Ahí comenzó todo. Pero el otro no pudo hacer nada más que tratar de calmar al voluptuoso hombre que era su mejor amigo, amenazandolo de que pronto se acercaría el equipo directivo y serían castigados.

— ¿Por qué defiendes tanto a este maricón? ¿Acaso eres igual que él?

Min Yoongi no siguió escuchando la conversación, centrándose únicamente en su respiración. Luego de un par de grandes bocanadas de aire, se armó de valor para huir antes de que se dieran cuenta de que su magullado cuerpo ya no se encontraba presente. Agradeció mentalmente el hecho de que Taeyang haya distraído por un segundo a sus atacantes, permitiéndole una oportunidad de escapar.

Y así fue como corrió fuera de la escuela mientras las lágrimas caían con cada consistente paso que daba. No iba a mirar atrás por miedo a que Dawn o Yoosung lo estuvieran persiguiendo para seguir golpeándolo.

Tropezó con un par de transeúntes que se encontraban en la calle, muchos de ellos trabajadores que iniciaban su jornada laboral a las diez de la mañana.

Una nueva herida física no era lo que más le dolía, sino lo que reflejaba su corazón. Dentro del pueblo donde Min Yoongi vivía, era mal visto ser homosexual y por lo general, se castigaba severamente a la gente desviada como él. Por eso debía cargar con marcas y cicatrices de un mundo que no lo comprendía.

Un mundo cerrado pero que mantenía heridas abiertas.

La falta de ejercicio y el hecho de que el rubio no ingiriera alimentos por más de cuarenta y ocho horas surgieron efecto luego de un par de minutos. Apenas si llegó a salvo a aquel antiguo parque que solía visitar de pequeño con sus padres cuando aún tenían vida y todo era feliz.

Felicidad, alegría... ¿Qué significaban realmente aquellas emociones o sentimientos? Son algo tan efímero como una vela. Cuando la enciendes, ilumina toda la habitación con su brillante luz pero poco a poco se va consumiendo hasta que todo se vuelve gris. Y estás solo y a oscuras otra vez.

Tomó asiento en una pequeña banca mientras recuperaba el aliento de la carrera con los labios ligeramente separados. El sudor se deslizaba de manera lenta por su cuello y su cabello, desordenado por la precipitada escapada, se pegaba a su frente también húmeda.
Intentó limpiar la sangre coagulada de su labio sin mucho éxito.

Eres un fracasado inútil, bien que te creías muy machito frente a Dawn cuando sabes que te rompería cada hueso antes de que pudieras reaccionar.

Suspiró. Su vida era un desastre, él lucía como un desastre porque en el interior también lo era. Y como dicen; tu imagen externa refleja tu yo interior. Aunque Min Yoongi era un experto ocultando cómo se sentía realmente, sus hinchados ojos lo delataban.

Ignoró todo a su alrededor y se centró en el árbol de cerezo que se encontraba frente a él. Era bonito. La primavera le recordaba a su madre; tan alegre y apasionada siempre, con aquellas mejillitas tan sonrosadas y amante de las flores.

Pero ella estaba muerta, igual que todos los recuerdos que jamás volverían.

Apretó con fuerza la mandíbula hasta que sus dientes crujieron. En ese momento, solo deseaba ver al chico de cabello anaranjado que le había hecho sentir algo por primera vez en años. Quizás esa era la única respuesta a su problemática existencialidad.

El único problema era que Min Yoongi era homosexual y probablemente el otro muchacho fuera normal.
Se levantó sin ánimos y emprendió camino sin rumbo fijo. Solo quería perderse y nunca ser encontrado.

O quizás sí.

Si tan solo hubiera observado con más detenimiento el parque lleno de frondosos árboles coloridos, quizás... solo quizás, Min Yoongi habría encontrado a su salvador.


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