Stay with me || YM

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¤ø Why? ¤ø

Unos fuertes brazos rodearon su pequeña cintura mientras consolaban aquel silencioso llanto. Su cuerpo se sacudía levemente debido a lo irregular de su respiración, la cual se veía opacada por el latir del corazón ajeno que actuaba casi como una canción de cuna para sus oídos.

La suavidad de las sábanas de seda sobre la espaciosa y cómoda cama se enredaban entre sus extremidades inferiores, envolviéndolo tan fuerte como aquellos brazos. Un aroma dulzón se coló por sus fosas nasales incitándolo a frotar su rostro contra el cuello del otro para embriagarse aún más de él, mientras los dígitos ajenos se deslizaban con tranquilidad y experiencia sobre la piel desnuda de su espalda rozando, a su vez, parte de sus piernas descubiertas. Las caricias se detuvieron cuando los pequeños dedos del otro se entrelazaron con delicadeza entre las hebras rubias, calmando su agitada respiración hasta volverla casi un susurro.

Se acomodó aún más cerca del cálido cuerpo y se permitió descansar cerrando los ojos, a la vez que un tenue murmullo llenaba sus oídos con palabras bonitas.

Se sentía extrañamente querido.

Aquellos suaves susurros lentamente se convirtieron en gritos que alteraron toda el aura de paz instaurada en la habitación, provocando que el delgado cuerpo de Min Yoongi se removiera de la cama con pesadez. El frío rápidamente se abrió paso bajo las mantas y el rubio en un acto casi inconsciente, deslizó las manos sobre la áspera tela de las sábanas buscando prolongar el tibio contacto de la piel ajena, pero solo se encontró con un gélido vacío.

Estaba solo.

Soltó un suspiro y cerrando los ojos, intentó nuevamente regresar a aquella perfecta ensoñación. Luego de mucho trabajo al fin comenzó a sentir la suavidad bajo él pero un fuerte estruendo arruinó sus planes de volver a dormir. Sobresaltado, abrió los ojos y los fijó en la puerta de madera que lo separaba de todo el alboroto. Un golpe en la pared seguido de más gritos - que ya no se preocupaban por ocultar - perturbaba el silencio de la madrugada.

Acompañado de un bostezo, frotó sus ojos adormilados con la tela del pijama para eliminar todo rastro de las (ahora secas) lágrimas nocturnas a la vez que intentaba despabilar. Se sentía extraño. Por alguna razón aquel poco usual sueño le había dejado una sensación de inexplicable vacío en el pecho, pero a pesar de ello, decidió no darle muchas vueltas al asunto.

Solo fue tu imaginación, estúpido.

En la litera inferior, Taeyang seguía sumido bajo una imperturbable sesión de sueño sin percatarse del griterío que tomaba lugar en alguna parte del domicilio. Min Yoongi descendió de su cama en las alturas, congelándose al instante. Un vistazo rápido por la ventana le dio a entender que el invierno estaba poco dispuesto a marcharse, regalando un día tan grisáceo como sus ojos.

Se escabulló de puntillas fuera de la habitación evitando a toda costa ser descubierto por sus tíos y cerró con cuidado la puerta del baño. Concentró la mirada con la cosa que menos disfrutaba observar en el mundo; su reflejo. Aquellos decaídos ojos grises, las bolsas bajo de estos que anunciaban su nula capacidad para conciliar el sueño por más de cuatro horas seguidas, el labio destrozado, la piel del pómulo amoratada e hinchada al igual que su nariz. Pequeñas manchitas rojas repartidas por sus mejillas daban cuenta de que había sangrado mientras dormía.

Humedeció una toallita para asearse con cuidado. Las curaciones se habían vuelto parte de su rutina diaria, casi como un skincare, y debió aprender a realizarlas a la fuerza, literalmente, pues su tío detestaba ver las heridas - que muchas veces él mismo provocaba - en su rostro. Un débil quejido acompañó a una mueca de dolor cuando la tela rozó su labio.