Ser un Snape●

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ermione salió de los aposentos del maestro de Pociones con su autocontrol sacudido. Nathan, que la había estado esperando como le había pedido, confundió sus ojos desenfocados con desorientación.

"Estoy aquí, mamá", dijo acercándose a ella.

Hermione se sacudió de sus pensamientos. "Vamos, cariño." Le puso una mano ligeramente entre los omóplatos para guiarle fuera de las mazmorras.

Nathan se dejó llevar, sin oponer resistencia esta vez. Desde que había salido de la llamada "reunión familiar", se había visto inmerso en una maraña de nuevos pensamientos y sentimientos, que echaban por tierra sus suposiciones anteriores y alimentaban su confusión interna.

En el momento en que su madre le había dicho que iban a conocer a su padre, le había dolido el corazón y su primera reacción había sido de pavor. El comportamiento de su madre en la puerta del profesor Snape le había sorprendido por su falta de precaución. Cuando el temido profesor respondió a los insistentes golpes de su madre, y ella los había empujado a ambos al interior, Nathan había pensado que no había forma de que los tres salieran ilesos de aquellas dependencias.

Había observado en silencio mientras sus padres discutían, sin saber qué más hacer. Decir que le había sorprendido el rumbo que había tomado su discusión sería quedarse corto. La forma en que su madre había hablado de que eran una familia, de que la reunión era un nuevo comienzo para ellos, le había golpeado el corazón con una fuerza estremecedora. Sólo la negación de su padre le recordó lo surrealista de todo aquello. Cuando el profesor Snape había dudado en responder por qué no podían ser una familia, las esperanzas de Nathan, destruidas la noche en que había descubierto quién era realmente su padre, renacieron, y volvió a anhelar tener la familia que su madre decía con tanta vehemencia que eran... quería que su madre ganara esa discusión.

Y cuando su padre había dicho que la única razón por la que su familia nunca existiría era el odio de Nathan hacia él, tuvo que intervenir.

Nathan suspiró en lo alto de las escaleras que acababan de subir al primer piso. Había hecho creer al profesor Snape que le odiaba de verdad, cuando en realidad no era así. Pero en ese momento, Nathan había estado tan enfadado y frustrado con el hombre que había sentido la necesidad de gritarle, de superar el muro que el hombre parecía tener alrededor de sus sentimientos. Cuando salió del Gran Comedor aquel día, Nathan no había pensado en lo que había dicho, sólo había disfrutado de la victoria. Pero, si era sincero consigo mismo, la mirada atónita de su padre le había perseguido. No, no odiaba al profesor Snape, pero Nathan sabía que el hombre lo odiaba y lo había dicho hoy.

Sólo para descubrir que el profesor Snape tampoco lo había odiado.

Entonces, ¿qué había sido todo ese... ese... odio que sentía que emanaba del hombre? ¡No había otra palabra para eso! Y sin embargo, su padre había dicho con todas esas palabras que no lo odiaba. Si todo lo que su madre le había contado hoy... si la mitad era verdad.... Hechos que su padre no había negado, ¡nada! Entonces, eso sólo podía significar....

𝙽𝚘 𝚜𝚘́𝚕𝚘 𝚞𝚗 𝙶𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛 || 𝚂𝚎𝚟𝚖𝚒𝚘𝚗𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora