Capítulo 30*

593 34 45
                                    

BEVERLY

Suspire una vez más antes de abrir mis ojos y procesar todo.

Mire a mi derecha, mi padre estaba ahí.

Mire a mi izquierda, mi madre estaba ahí.

El dolor en mi cabeza se estaba haciendo más pesado, quería irme de aquí. Desde el momento en el que me senté no he abierto mi boca para decir una sola palabra, en cambio, eso no quita el hecho de que quiera gritar que estoy cansada de esto.

Sentí que todo a mi alrededor había entrado en silencio, y fue el único momento en el que sentí paz, pero luego mire a mi madre tocar mi brazo y lo quite de inmediato, su toque me asusto y la mire.

—¿Estas bien?

Asentí, tomando mi vaso con agua y bebiendo.

—Te dije que esto era mala idea. Beverly no quiere hablar contigo. —se quejó mi padre.

—Es porque toda la vida te has encargado de ponerla en mi contra.

—No es cierto, sabes que no es así.

—Claro que es así, siempre diciéndole cosas para evitarme.

—La única que es culpable eres tú por abandonarla.

—Yo no la abandone.

—¿Quieres que te haga memoria?

—No es necesario saber que al único que deje fue a ti, no a mi hija.

—Desde el momento que decidiste irte de la casa por la madrugada dejándola sola con una patética carta de despedida fue el momento en que decidiste abandonarla.

—No te atrevas a mencionar eso ahora.

—Entonces vete.

Silencio nuevamente.

Y así ha sido todo el tiempo que llevamos aquí.

Silencio. Discusión. Silencio. Discusión.

Bastante cansado para mí, escuchar cómo se están diciendo todo el odio y resentimiento que se han tenido por años está siendo agotador.

Mire a mis padres verse sin ningún sentimiento de por medio, solo odio.

La tensión que había era bastante obvia, mucho desprecio de por medio, aun así, decidí seguir con esto y no levantarme e irme, aunque ya me estaba empezando a molestar.

Luego de haberme escondido de ella por el centro comercial llamo a mi padre y le insistió por una semana completa una cena conmigo, dije que sí, solo para que dejara de insistir, pero con la condición de que mi padre viniera conmigo.

Y aquí estamos, una semana después sentados los tres en un restaurante.

Era bastante lujoso a mi parecer, pero la señora Raquel se ofreció a pagar todo.

—Beverly, nena. —la mire cuando me llamo. Su sonrisa estaba muy forzada —¿Como has estado?

—Bien. —fue mi respuesta.

—¿Y qué tal los estudios?

—Bien.

—¿Amistades? ¿Tienes amistades aquí?

—Creo.

—¿Crees?

—Trato de no acostumbrarme a las amistades.

—¿Por qué?

—Porque siempre me traicionan o abandonan.

Cerré la boca cuando dije eso, se escuchó mal decirlo cuando el tema principal de esta conversación es su abandono.

Inesperado Escape #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora