capítulo 5 no confíes en extraños

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Advertencia ⚠⚠️ lo relatado a continuación puede llegar a ser perturbador 

ya es media noche perfecto para salir a cazar...
—el tipo suelta una carcajada. ¿Hombres o niños cuál de los dos será? ¿Podrían ser ambos? —sus labios se transforman en una sonrisa perturbada. 

Ya es hora. 

Víctor o mejor dicho mi otro ser, no importa cuanto grites y luches en mi interior, jamás nadie te escuchara y lo mejor de todo es que lo olvidaras, maldito, no puedes resistirte a mí. 

—momentos después en un parque de diversiones caminando entre las multitudes. 

—Víctor ya tiene la mirada sentada en alguien. Un pequeño niño de unos 6 años, piel blanca como porcelana, sus ojos como 2 grandes almendras de un intenso color café y esa pura inocencia que resplandece sobre él es lo que más le llama la atención. 

He pequeño niño, te vi de lejos, me llamo Víctor y pareces confundido, ¿estás perdido? ¿Te encuentras bien? 

Señor, no puedo encontrar a mi mamá, estaba junto a mí, pero desapareció al voltear, ya no estaba —el pequeño llora desconsolado. Quiero a mi mami 

tranquilo niño, yo te puedo ayudar, puedes confiar en mí, también tengo un pequeño hijo de más o menos tu edad, si quieres te puedo llevar a tu casa, yo no tendría problemas, tu madre debe estar muy angustiada. 

Si por favor, señor extraño a mi mami
—se acerca a él aferrándose a su abrigo. 

¿Vamos, mi auto, está por acá, no tienes nada que temer, yo te ayudaré dame la dirección si te la sabes ¿verdad? 

No, señor, pero siempre miro el camino cuando mi mami y yo salimos, sé por donde ir —con sus pequeñas manos se limpia las lágrimas en su rostro. 

Okay tranquilo, vamos sube —el niño entra al vehículo y luego de unos momentos de conducir le habla. 

Oye pequeño —ríe. a caso tus padres no te enseñaron a que no confíes en los extraños —su rostro se empieza distorsionar. 

Señor, este no es el camino a mi casa
—alterado intenta golpear la ventana para llamar la atención de algún conductor.¡¡¡auxilio!!! —una mano agarra su frágil cuello. 

Silenció mocoso odio el sonido irritante de un niño cuando grita por ayuda que nunca vendrá —presiona con su mano aún en el cuello del pequeño hasta que lentamente se desvaneció en el asiento. 

Como probando una paleta pasa su pútrida lengua por el rostro del infante ya inconsciente.

Ese sabor —rie frenético. Como extrañaba esta sensación, la desesperación en esos pequeños ojos, la agonía, gritos que jamás nadie escuchara, música para mis oídos. no sabes cuanto lo disfruto 

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