03

5.3K 300 102
                                    

Lara | Capítulo tres

MIAMI
Enero, 2020

Paseo por el local, teniendo a Nicolás a un par de pasos de mí, siguiéndome a cada segundo. Nos detenemos frente a un perchero con una inmensa cantidad de camisetas de diferentes equipos de béisbol y basket colgadas.

Reviso entre éstas, buscando alguna que llame mi atención como para comprarla. ¿Para qué? Ni yo se. Solamente vine por la indirecta que me tiró Leandro, claramente queriendo quedarse a solas con mi amiga y mandándome directamente hacía Rodrigo.

Y bueno, Nicolás aprovechó también para venir conmigo con la excusa de acompañarme pero claramente intenta converserme de concretar lo de la otra noche. De paso, cañazo dicen por ahí, ¿no?

–Esta te quedaría pintada, negrita –pongo atención a la camiseta que me muestra, negando automáticamente al fijarme el precio de la etiqueta.

–¿Vos te pensás que yo cago dólares? –cuestiono divertida.

Está bien que me puedo permitir algún que otro gusto, como por ejemplo este viaje, pero tampoco gano lo suficiente como fotógrafa para andar gastando porque sí.

–Y pero te la regalo yo, mi amor –contesta canchero, guiñandome un ojo.

Muerdo mi labio inferior, reprimiendo una sonrisa, y negando con un movimiento de cabeza.

–¿Por qué no le compras algo a tu mujer mejor, mi amor?

–Dah, no me la bajes así ¿ves como sos? –se hace el ofendido, volviendo a colgar la camiseta, dándome la espalda.

Tiro mi cabeza hacia atrás, hastiada. Termino rodeandolo hasta tenerlo de frente otra vez.

–Lo del otro día no fue nada, Nico. Estaba medio tomada y no pensaba bien. Tu mujer está acá y no me cabe hacerle esto. Lo que pasó esa noche queda ahí y listo, ¿si?

Si no aclaro las cosas ahora, el resto de los días van a ser iguales y lo que menos quiero es tenerlo encima mío cada vez que la mujer se despista, como ahora, por ejemplo.

–¿Ni una oportunidad me vas a dar? –suspiro resignada ante su insistencia.

–Estoy en otra, Nico. Y vos también. Si la situación fuera otra...no se, capaz sí. Pero ahora no es el momento.

Asiente sin más y por dentro ruego que en serio lo esté entendiendo.

Como no acota nada más, vuelvo a lo que estaba haciendo, terminando de ver ese sector para dirigirme al siguiente, frenandome en cuanto siento a Otamendi nuevamente atrás mío.

–Nicolás...–

–Un beso. Uno último y la corto –pide haciéndome virar mis ojos hacia atrás.

¿En que mierda me vine a meter?

–Dije basta.

–Que te cuesta, dale. Nadie nos conoce acá –se acerca más, hasta que nuestros cuerpos se tocan el uno al otro y su mano va a parar a mi cintura.

Corro mi cara al toque hacia un costado, evitando cualquier intento que tenga de besarme, aprovechando a mirar a nuestro al rededor. Corremos el riesgo de no pasar tan desapercibidos como él cree y mucho menos cuando se trata de un futbolista de alta categoría y de selección como él.

Egoísta | Rodrigo De PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora