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Rodrigo | Capítulo ocho

VENECIA
Febrero, 2020

La expresión en la cara de Lara es de todo menos de gusto, algo que claramente mi novia pasa por alto y la rodea en un abrazo en seguida, emocionada por verla nuevamente.

Mantengo mis ojos fijos en los de Lara, los cuáles me dicen todo sin necesidad de palabras. Está claro que mi presencia no es justamente de su agrado, y lo entiendo totalmente.

No es tampoco como si yo estuviera sumamente cómodo con toda ésta situación.

No puedo decir con certeza que superé en su totalidad mi enojo y la bronca por lo ocurrido en Miami, pero fueron mis ganas de ella las que me terminaron ganando.

Y hay un punto en mi cabeza que hasta me hace sentir un pelotudo por todo el escándalo, justificado en su momento, que armé.

A fin de cuentas yo mismo le dejé en claro a Lara reiteradas veces que nada parecido a una relación amorosa llegaría a pasar entre los dos y termina siendo hasta hipócrita reclamar algo considerándolo.

Pero la simple idea de que se haya acostado con uno de mis más cercanos amigos es lo que me perturba, siendo que les pedí directamente a los dos que respetaran ese límite.

Y es ahí también cuando entra en juego la otra mitad de mi cabeza, esa en la que mi conciencia me plantea otra realidad. Una relalidad en la cuál lo que me molesta ciertamente no es la persona con quién se haya acostado Lara en sí, sino que el problema real está en como me molesta imaginarla estando con alguien más que no sea yo.

Egoísta e irónico de mi parte, sin dudas.

Es mi turno de saludarla cuando mi novia la suelta finalmente, sintiendo su cuerpo tenso, totalmente reacio a mi toque.

–No los esperaba para nada, que linda sorpresa –comenta finalmente, plantando una sonrisa en sus labios.

Es buena actriz, se lo concedo.

–Y bueno amiga, me cansé de que me estés diciendo que no cada vez que te invitaba a nuestra casa así que....henos aquí –le responde Gemma, apoyándose contra mí.

Asiento también, coincidiendo con mi novia. No me iba a rendir tan fácil. Y como dice el dicho, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma, ¿no?.

Lara no comenta nada a la respuesta de mi novia y simplemente nos invita a entrar, haciéndose a un lado y permitiéndonos el paso.

Se excusa de ante mano por el supuesto desorden con el que nos encontraríamos adentro, un desorden totalmente ausente a nuestra mirada a decir verdad.

Está todo igual de pulcro e impecable que cada vez que estuve dentro de éste departamento.

Recuerdo la primera vez que vine y haber pensando que éste no era en realidad el lugar donde ella vivía siendo que estaba todo tan meticulosamente cuidado que no era como si alguien lo ocupara diariamente en realidad.

Hasta que descubrí lo meticulosa que es Lara con respecto a la limpieza y el orden.

–¿Puedo pasar al baño? –le pregunto una vez acomodados, a lo que ella asiente automáticamente, evitando aún así mantener a largo plazo el contacto visual conmigo.

–Por el pasillo a la izquierda.

Su explicación me confunde por un momento, haciéndome recalcular, siendo que yo sé perfectamente donde queda el baño.

Hasta que termino de caer.

Para Gemma, ésta es mi primera vez acá, por ende no tendría sentido que yo supiera por donde y hasta donde ir. 

Egoísta | Rodrigo De PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora