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Lara | Capítulo cuatro

MIAMI
Enero, 2020

Me río de la boludez que comenta Leandro antes de levantarse de mi lado y ser seguido por su amigo hasta la barra, en busca de más bebidas.

Los sigo con la mirada hasta perderlos en el tumulto de gente, volviendo mi vista al frente, más precisamente a Gemma.

–¿Por qué me miras así? –le cuestiono, dejando salir una risa ahogada.

Alza sus hombros como en señal de indiferencia antes de responder.

–La estás pasando bien, ¿no? –reconozco el tono irónico en su voz y puedo empezar a imaginar lo que sigue.

Lo pensé desde el momento en el que nos acomodamos en el VIP del boliche y me senté junto a Leandro en uno de los sillones para después empezar a hablar y joder entre nosotros, ganándonos miradas de desdén por parte de mi amiga tanto como de Rodrigo.

Hipócritas.

–Sí, bastante bien –obviamente la provoco a propósito con mi contestación.

No es la primera vez que algo así pasa entre ella y yo. Nuestra amistad no siempre fue, ni es, perfecta. Tuvimos varias diferencias a lo largo de todos los años que llevamos conociéndonos; hay cosas de una que nunca terminan de gustarle a la otra y viceversa, lo que nos llevó a que nuestras personalidades choquen más de una vez.

Aunque sí es la primera vez en la cual la razón del enfrentamiento es un hombre, en el que no estoy ni un poco interesada. Es a tu novio a quién quiero, amiga. No te hagas ideas equivocadas.

Pero aún así, como hay cosas malas en la relación, también las hay buenas. Gemma fue la primera en ofrecerme una mano y ayudarme cuando tomé la decisión de dejar Argentina e irme a trabajar a Italia; dado que ella y su familia habían tomado la misma decisión un tiempo antes que yo, y al conocer un poco más del país, su ayuda fue más que suficiente.

Fue la única que me apoyó y confío en mí capacidad, mucho más que mi propia familia, quiénes hasta el día de hoy siguen sin estar muy conformes con mi decisión pese a los años que pasaron.

Y es ahí, cuando hago un balance de cada punto en mi cabeza, que siento cierto remordimiento por lo que hago a sus espaldas. El cual se va cuando Rodrigo vuelve a a mí y me reclama junto a él.

–Se nota –otra vez habla con ironía, llevándome a virar mis ojos hacía atrás, hastiada.

–¿Que querés decir, Gemma?

–No, nada. Digo nomás, ya que Nico se arregló con la mujer y no tuviste oportunidad con él, capaz ahora estás aprovechando que Camila no vino y probas con Leandro.

Ahí está, finalmente lo soltó. Y me juego lo que sea que eso fue lo que la estuvo matando toda la noche desde que nos vió a él y a mi pegar buena onda, cruzándole mil ideas distintas por la cabeza.

Así que me termino riendo, entre incrédula y algo indignada con sus acusaciones.

–¿Cuanto tomaste, amiga? Deja de imaginar cosas, por favor.

Levanto mi botella vacía del piso al mismo tiempo que me pongo de pie, con la intención de dejar esta ridícula conversación y buscarme otro trago.

Egoísta | Rodrigo De PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora