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Rodrigo | Capítulo nueve

ÚDINE
Mayo, 2020

Lo sabe.

Es el primer pensamiento que me cruza por la cabeza en el momento que salgo de baño y encuentro a Gemma con mi teléfono en mano pegado a su oreja.

Su cara dice todo lo que su boca no puede durante los primeros minutos. Ríe irónica e intenta frenarme con un movimiento de su mano en cuanto amago a dar el primer paso hacia ella.

–Dale, podés seguir contando lo increíble que fue su tarde –dice, haciéndome fácil el entender a quién. Aprovecho el momento en el que la llamada parece terminar y el teléfono queda colgado entre sus manos para agarrarlo– No intentes explicarme nada, ya sé dónde estuviste hoy.

Bloqueo el celular sin siquiera prestarle atención a lo que haya en la pantalla, tirándolo sobre la cama todavía bajo la confusa mirada de mi novia.

–¿Qué escuchaste? –es la primera pregunta que me sale, buscando mantenerme lo más tranquilo posible.

Siempre lo supe, sabía qué algún día éste momento llegaría y que ni entonces tendría las razones ni las justificaciones necesarias para ella; simplemente no las hay, no existen.

No hay palabra que sirva ni mentira que pueda inventar para que me crea, no más. Y tampoco iría a negárselo, a estas alturas y en este momento ya no hay razón para hacerlo ni para seguir entendiendo su dolor tan retorcidamente.

Gemma es sumamente consciente de mi traición y soy incapaz de remediar ese error justo ahora.

–¿Es lo único que vas a decir? ¡La cara como el piso tenés, te podés ir a la mierda!

El dolor en cada palabra y en su expresión me desarma. Me hacen sentir y ver el gran hijo de puta que en realidad soy, buscando a otras cuando en frente tenía todo lo que en realidad necesito.

–¡Para, amor! Calmate un poco, así no podemos hablar –cualquier cosa que diga vuelve la situación mucho peor que antes, provocando su llanto seguidamente.

–¡¿Querés que me calme?! ¿Enserio? ¿Cómo mierda querés que me calme? Hoy durante el almuerzo hablamos la posibilidad de tener hijos y después te la fuiste a coger a ella. ¡Sos un hijo de puta! –me lleva a caer en la realidad y recordar la conversación de hoy, lo ilusionada que la ví cuando hablamos de buscar un bebé

Y pienso en como todo se está cayendo, nuestras ilusiones, la confianza, las ganas de seguir con algo así de importante como una familia cuando a la primera que volví a tener la oportunidad no dudé en engañarla.

–Haga lo que haga deseo tener hijos con vos –hablo totalmente desde la sinceridad– No pienses que lo de ella va enserio, es algo que hice sin pensar, Gemma –la angustia y mi desesperación por explicarme son evidentes.

Una vez más intento establecer un contacto físico entre ambos, siendo rechazado por segunda vez por ella quién se mantiene reacia a mi toque.

–¿Quién es y hace cuánto? ¿Es la única o hay alguien más? –pregunta directa, limpiando en un rápido movimiento el inferior de sus ojos.

Lara, la primera y única en quién realmente pienso. La que me importa lo suficientemente como para no poder hablar con la verdad.

Las otras dos que vinieron después de su mejor amiga poco importan en realidad, son quiénes ciertamente nunca tuvieron que llegar. Únicamente fueron mi escape, una salida a mi cabeza traicionera y a mi necesidad de Lara que me llevaron a arruinar las cosas en mayor nivel.

Egoísta | Rodrigo De PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora