❝my home❞

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tus manos temblaron antes de dar el par de toques en aquella puerta de madera y regresaste a abrazar fuertemente la caja de madera que sostenias en brazos, la puerta no tardó en ser abierta por la madre de mingi, quien te sonrió al verte frente a su hogar.

—hola— regresaste tu sonrisa a la amable señora y te apresuraste a reverenciar.

—buenas tardes, vengo a ver a mingi— suponías que su madre no sabía que vendrías pues esperabas fuera una sorpresa para mingi.

—claro, pasa— te adentraste al hogar de la familia song y te deshiciste de tus zapatos en la entrada.

—esto es para usted— le extendiste la caja que habías comprado para ella y la tomó con una sonrisa agradeciéndote el gesto.

—mingi está en su cuarto, es la puerta blanca— su mano señalaba la puerta blanca del otro lado de la casa y reverenciaste un par de veces para comenzar a caminar en dirección a la habitación de mingi.

estabas ansiosa de ver la reacción de mingi al verte ahí, así que te apresuraste a tocar la puerta de su cuarto y pudiste escuchar un "entra" desde adentro de esta.

giraste la perilla y abriste lentamente la puerta dejando ver un poco de tu cuerpo, tu mirada se encontró con la de mingi que no tardó en levantarse con una sonrisa de su cama.

—¿chae?— sonreiste de oreja a oreja y te adentraste a su habitación para correr rápidamente a sus brazos y envolverte junto a él en un abrazo.

te apretaba fuertemente contra su cuerpo y te sentías inmensamente feliz de estar por fin junto a él después de tanto tiempo —¿qué haces aquí?— te separaste ligeramente y lo miraste molesta, mingi soltó una carcajada —me refiero que por qué no me avisaste que vendrías.

—era una sorpresa— le sonreíste y mingi tomó tu barbilla para depositar un beso en tus labios —¿estás feliz de verme?— te separaste ligeramente de él y te sonrió asintiendo frenéticamente.

—muy feliz— tomó tu rostro con ambas manos y volvió a besar tus labios en un beso un poco más duradero.

—sólo tienes que alcanzar esto y su cuello se hace más largo— sonreiste mientras mingi te explicaba el juego con el que había estado obsesionado los últimos días.

no podías estar más feliz que de esta manera, entre sus brazos acostada a su lado en su cama, pasando la tarde haciendo nada más que platicar y mimarse el uno al otro.

mingi estaba completamente feliz de tenerte a su lado después de días tan pesados, sentirse apoyado por ti durante estos momentos lo hacían darse cuenta de cuánto te amaba y lo importante que eras en su vida.

viste cómo apagó su teléfono y lo dejó a su lado en la cama y giró para estar frente a frente contigo —gracias por venir— inclinó ligeramente su cabeza depositando un beso en tu frente —te amo.

—y yo a ti— acercaste tu mano a su rostro y comenzaste a pasar ligeramente tu pulgar sobre su mejilla, dando suaves masajes sobre esta. verlo a los ojos causaba un revuelo en tu estómago, emociones que tu mente no sabría explicar pero sabias que todo eso era nada más que amor y calma.

tu trance se vio interrumpido por el sonido de la puerta del cuarto de mingi, quien suponías había sido su madre, te separaste de mingi sentandote y mingi sonrió —adelante.

la puerta del cuarto se abrió dejando ver a la madre de tu novio a la puerta —¿quieren comer?, la comida está lista— miraste a mingi y él te miró igualmente.

—sí, muchas gracias.

ambos salieron del cuarto a la cocina y se sentaron a comer junto a la madre de mingi, durante toda la comida la señora song no paraba de recordar lo travieso que era mingi de pequeño e incluso de adolescente, aún cuando tu novio intentaba parar aquellas historias tú alentabas a su madre a seguir mientras te carcajeabas escuchando todos esos recuerdos.

—mi madre te ama— mingi susurró a tu oído mientras dejabas los últimos platos secarse, diste media vuelta y le sonreiste.

tomaste las manos de tu novio y entrelazaste las tuyas con las suyas, llevó sus manos detrás de tu espalda abrazándote y acercándose a tu cuerpo —estoy feliz de que estés aquí, — dejó un beso en tu frente —no sabes lo bien que se sintió mi día de sólo oírte reír junto a mi mamá.

soltaste tus manos de las suyas y las llevaste hasta su rostro —mi día es feliz con sólo verte.

—mi casa se sintió diferente, empiezo a creer que tú eres mi hogar— un puchero se marcó en tu rostro al oír sus palabras y te paraste de puntillas para dejar un beso en sus labios.

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𝖒𝖎𝖓𝖌𝖎 𝖗𝖊𝖆𝖈𝖙𝖎𝖔𝖓𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora