Volver a verte

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Wilhelm

Simon es mi contrario, mi polo opuesto, la otra cara de la moneda. Aquello tan distinto a ti, pero al mismo tiempo sin lo que no podrías vivir y que te trastoca hasta el punto de no poder comprenderlo.
Con él primero actúo y luego pienso, justo lo opuesto de lo que debo hacer con el resto del mundo. Eso me convierte en alguien vulnerable cuando está cerca de mí, mi corazón queda simplemente expuesto. Podría hacer cualquier locura por él, como la que estoy haciendo en este preciso momento.

Tengo dieciséis horas, es lo que mi madre me ha permitido. El plan de Elisa y Adrien es sencillo. Cogemos el tren, vamos a casa de Simon, hablamos con su madre y después lo buscamos a él.

-Estamos a punto de llegar - Elisa aprieta mi mano varias veces para que despierte. No estaba dormido, me he pasado las dos horas de trayecto pensando en todos los escenarios que se pueden plantear a partir de ahora. Me duele la punta del pulgar de tanto morderlo. Debo evitar hacerlo, es un mal hábito.

Nos levantamos y no dirigimos a la puerta. Adrien va en cabeza, yo en medio y Elisa detrás. Me atuso bien la gorra, me cubre hasta los ojos y por el momento funciona. Erik solía ponerse una igual cuando empezó a salir con sus amigos, yo no había tenido que hacerlo hasta ahora, el foco de atención siempre había sido él. Estoy adaptándome a marchas forzadas a ser el príncipe heredero. Mi madre está planificando mi agenda para cuando finalice este curso. Creo que por eso ha dejado que haga esta salida con mis amigos. Se supone que vamos a pasar dos días encerrados en casa de Elisa, disfrutando de todo lo que ofrece su urbanización. Así nos hemos librado de los guardaespaldas.

Lo sé, sé que esto no debo hacerlo, porque es irresponsable, peligroso e incluso algo inmaduro. Pero me siento encerrado, agobiado. La sensación de ahogarme a cada minuto no abandona mi cuerpo y necesito saber como está para poder seguir respirando, después de eso volveré a casa.

Cogemos un taxi y le doy la dirección de Simon. Tardamos poco más de veinte minutos en llegar a su puerta. Observo en derredor, primero para asegurarme de que no hay nadie que pueda verme, pero mi mente se dispersa rápido y de repente veo a Simon en cada rincón, cruzando la calle, tirando la basura, subiendo las escaleras. Sacudo la cabeza y abro la puerta.

-Esperar aquí, os llamo enseguida.

Ambos asienten.

Son bueno amigos, o eso creo. Para ellos esto es una aventura, pero también sé que pocos me harían el favor de meterse en este lío, porque si mi madre lo descubre...

El aire fresco golpea mi rostro. Me tocó la nariz, me aparto el pelo y meto las manos en los bolsillos. Recorro el camino a paso ligero y cuando estoy a punto de golpear la puerta con el puño, esta se abre.

-Linda, hola -mi voz sale a trompicones.

Ella da un paso atrás sorprendida.

-Wilhelm, ¿Qué haces aquí?

Miro hacia atrás por inercia, no quiero que nadie me vea o que escuche mi nombre.

Linda parece darse cuenta y me invita a entrar. Me quito la gorra y acepto su invitación de sentarme en una silla. Me sirve un vaso de agua que acepto por cortesía.

-No quiero quitarte mucho tiempo -le digo sabiendo que estaba saliendo de casa para ir a trabajar.

Deja las bolsas que llevaba en el suelo y se sienta al otro lado de la mesa.

-No te preocupes, esto es más importante -Se le humedecen los ojos-. ¿A qué has venido?

-Necesito hablar con él.

-No está aquí.

-Lo sé, Sara me llamó -aclaro antes de que me pregunte como tengo esa información-. Necesito la dirección de Ayub y Rosh, y de cualquier otro sitio al que pueda haber ido.

Regreso a Hillerska [Jóvenes Altezas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora