Falsas Apariencias IV: Esa Carta Era Para Mí

592 78 28
                                    

Simon

—¿Simon? — Escucho mi nombre con voz rota, ahogada, incrédula, martirizada, una que no parece la suya.

Estoy en mi habitación, de donde apenas he salido desde aquel día en el que me enterró en vida. No había experimentado nunca antes lo que se siente cuando te rompen el corazón, no es dolor, ni rabia, ni siquiera lloras, en un primer momento es simplemente vacío. Como si con una cuchara se hubieran llevado de una sola vez todo el contenido de un plato con un movimiento brusco, después, minuto a minuto, este se va resquebrajando por el golpe y cuando eres consciente de lo que ha sucedido, ¡crash! , se hace añicos.
Ese plato ya no puede volver a unirse, ya no puede contener de nuevo todos aquellos ingredientes que una vez se mezclaron en él. Me siento incapaz de volver a amar a alguien.

—¿Sigues ahí? —su tono sigue siendo trémulo.

Escucho de fondo el crepitar de lo que parecen ramas secas, a lo lejos pájaros cantando y una brisa que interfiere sus palabras haciéndolas todavía más confusas.

—Sí.

Accedí a hablar con él porque Elisa me explicó lo sucedido. Le dije que no lo hacía para acercarme a él de nuevo, yo nunca iba a ser su primera opción y ya no quería que me lo recordara más veces, pero si con ello conseguía que él fuera un poquito más libre, valdría la pena. En el fondo de mi corazón sabía que me autoengañaba, siempre quedaría una esperanza ínfima de que yo fuera lo más importante para él y que al final me acbaría escogiendo a mí.

No se lo dije a nadie, todo mi entorno había crucificado a Wilhelm por lo que me hizo, y no les faltaba razón.

—¿Cómo estás?

Inspiro profundamente antes de contestar a esa pregunta.

—¿Por qué quieres saberlo? —digo finalmente.

Puedo imaginármelo revolviéndose el pelo con la mano que tiene libre y caminando sin rumbo alejándose de donde pudiera estar cuando hemos empezado a hablar.

—Yo... —duda—. Lo hice por ti —dice finalmente—. Quise protegerte y tenía que parecer real, no ppdía dejar que la persona que me amenazó creyera que lo que decía no era cierto. No sé que te hubieran hecho si esas imágenes llegan a salir...

—¿Y te crees que me importa lo que digan de mí los demás? —le interrumpo de forma abrupta—. ¿Todavía no te has dado cuenta que solo me importa lo que digas tú? O al menos me importaba.

El silencio se apodera de la conversación. Hasta que decido terminar con la llamada.

—Tengo que colgar.

—¡No! Espera, por favor — Se detiene—. Yo... ¿Crees que yo sería mala persona si aceptara el plan de Elisa?

—Cualquier decisión que tomamos en la vida trae consecuencias. La diferencia está en si se hace por uno mismo o para hacer daño a otro.

—Yo lo haría por mí, bueno, por nosotros. Pero se que perderé a mi madre.

—Tu madre te quiere Wilhelm, ella cree que está haciendo lo mejor para ti, solo tienes que demostrarle que está equivocada. Olvídate de mí,

—No digas eso ni en broma —Ahora es el el que me interrumpe—. Me duele el solo hecho que puedas pensar que sería capaz de olvidarte.

—Deja que termine. Haz lo que te pida el corazón, con lógica, sin prisa, pero pensando solo en ti.

—¿Y qué pasa entre tu y yo?

—Wilhelm, tú no me quisiste salvar a mí, solo tenías miedo de tener que volver a elegir entre la verdad y la corona cuando la gente empezara a comentar que el de las fotografías eras tú. Ambos sabemos lo que hubiéras dicho en la entrevista.

Regreso a Hillerska [Jóvenes Altezas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora